VALÈNCIA. Juanjo Llorens (Alicante, 1967) trabaja sus luces y sombras a dos años vista. Pero desde que la pandemia arreció en nuestro país trabaja con la sensación de jugar a una partida de Tetris en la que tiene que ir encajando las piezas de su agenda, en caída libre y desordenada. Al diseñador de iluminación, ganador de tres premios Max por La función por Hacer, en 2011, De ratones y hombres, en 2013, y El curioso incidente del perro a medianoche, en 2019, le preocupa más, sin embargo, el futuro de otros compañeros de oficios ligados a las artes escénicas. Él tiene que replantear su calendario, pero lo suyo es “jugar y seguir jugando, mientras que hay muchos compañeros cuyos puestos de trabajo están en el aire”.
- ¿Qué es lo que más te enciende estos días?
- La incertidumbre respecto a nuestra profesión. No está claro qué va a pasar. Sobre todo, porque te haces una planificación y las comunidades autónomas toman decisiones a la contra, como en Castilla León, donde hay teatros que han tenido que suspender su programación debido a que el aforo en espacios cerrados se ha limitado a 25 personas. Esa medida hace inviable su continuidad. No entiendo cómo el metro, los aviones y los trenes pueden ir llenos y un teatro como el Calderón, después de la experiencia ejemplar en medidas sanitarias de la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo, tenga que reducir así la presencia de espectadores. De modo que aunque podamos tener agendas, no sabemos si los trabajos programados se mantendrán.
- ¿Qué emoticonos te representan y por qué?
- La alegría y el enfado. El ying y el yang, porque aunque las cifras de contagio sean altas, estamos en un estado distinto, que depende mucho de nosotros, del comportamiento de la sociedad. Se atisba el fin de la pandemia. Ya se ve un horizonte que antes no había. Pero también estoy enfadado por la gente que hace botellones, los que van por la calle sin ningún tipo de protección, los negacionistas... El hecho de no publicar fotos de lo que pasa en los hospitales ha sido beneficioso, porque la gente no ha vivido el amarillismo de esta enfermedad, pero pienso también que muchos no han sido conscientes de lo que estaba pasando.
- ¿Cómo andamos de iluminados?
- No hay más que poner la radio o la tele. Siempre se ha dicho que en el mundo del fútbol todo el mundo se cree entrenador. Y ahora pasa igual: saben más los tertulianos o la gente en los bares que los profesionales. Hay demasiado iluminado y bocazas. Y, por desgracia, todo el mundo quiere creer. Mira la que ha líado Miguel Bosé…
- ¿Cuáles son los claroscuros de la vuelta al cole, la carrera en la investigación de la vacuna y la fusión de Bankia y CaixaBank?
- Ha habido muchos meses para preparar la vuelta al cole y no se ha hecho como se debía. Seguro que han estado hablando este tiempo, pero luego está el ego personal de cada presidente autonómico y de cada Consejería de Sanidad. El mando único nos llevó por un buen sitio. Dentro del desconocimiento, nos mantuvo a todos a raya, pero las comunidades se han tomado a broma este tiempo de confinamiento. Es increíble que en Madrid se esté haciendo ahora la PCR a los profesores. Además de que han mentido: se comprometieron a contratar médicos y rastreadores y han tenido que ponerse a ello de un día para otro. Es peligroso y nos da a conocer el nivel político de este país. En lo que se refiere a la carrera en la investigación de la vacuna, en España se ha dejado escapar a muchísima gente de I+D. Durante mucho tiempo se ha optado por la privatización y no se le ha dado prioridad a la salud. En el momento en el que se desarrolle una vacuna que sea efectiva y eficiente, habrá que comprar 46 millones de unidades para toda España. Ya veremos si los laboratorios dan abasto y si hay un mínimo de seriedad en la decisión de quiénes van a ser los primeros. Imagino que habrá una evaluación de riesgos para atajar esta pandemia sin necesidad de que todo el mundo se vacune. Por último, la absorción de Bankia es capitalismo puro y duro. La economía no es mi fuerte, pero entiendo que la COVID lo ha precipitado y la fusión va unida al dinero que debe Bankia al Estado después del rescate, que por cierto, vendría muy bien ahora para todo lo que nos hace falta. No pueden hacer borrón y cuenta nueva, aunque políticamente, al final, harán lo que ellos quieran. Son situaciones que se nos escapan al común de los mortales.
- ¿Qué obras de teatro grabadas viste durante el confinamiento?
- Durante el confinamiento tomé la decisión de no hacer nada relacionado con mi trabajo. Apagué el ordenador y disfruté de mi casa. Dentro de la profesión he estado más activo dando charlas para México y Colombia, o participando en iniciativas como Diálogos de luz en la red, de la Asociación de Autores de Iluminación, donde participé en una puesta en común de opiniones acerca del diseño de iluminación en musicales y moderé otra sobre electrónica.
- ¿Qué cuentas pendientes saldaste?
- He hecho deporte con videos de internet: abdominales con un palo de escoba, ejercicios con la Wii. Y mientras tanto, para acostumbrar mi oreja, veía series y conciertos en versión original. Me he dedicado, en definitiva, a mí. Iba todo el día en pantalón corto y camiseta, pero el domingo por la noche me vestía con vaqueros, zapatos y camisa para recorrer 50 metros y tirar la basura. Y repetía la misma operación los lunes para comprar.
- ¿Qué personaje público se ha merecido un fundido a negro?
- Evidentemente Abascal, Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, que si te fijas, tiene cara de muñeca de porcelana antigua. Parece que vaya a girarla 180 grados y sonreír como la niña de El exorcista (William Friedkin, 1975). Solo hay que oírla hablar para darte cuenta de que es una persona falsa. Hay mucha gente que se la cree y hay que respetarla. Es lo bueno y lo malo de ser demócrata.
- ¿Quién se ha ganado todos los focos?
- Fernando Simón ha sido la persona más solvente y clara. Le han dado por todos lados y se ha mantenido cercano. Y Salvador Illa ha supuesto una grata sorpresa. Simón no deja de ser un gran epidemiólogo, pero a Salvador nadie lo conocía y ha estado elegante y cordial, y no ha entrado a trapo a nada, que era lo que necesitaba este país en estos momentos tan raros, extraños y duros.
- ¿Qué proyectos profesionales dejó en suspenso el estado de alarma?
- Nos mandaron a casa justo cuando acabamos el ensayo general de El sueño de una noche de verano en el Teatro de la Comedia, a cargo de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. También se suspendió un viaje a París, donde íbamos a montar el Circo de los Horrores, y el espectáculo de cabaret en el restaurante Lío Ibiza, que se ha terminado haciendo, pero dos meses después y en otro formato. Tenía un estreno en el Festival de Mérida, La comedia de la cestita, que cambió de fecha; Rita, de Marta Buchaca, que se ha representado en agosto; Mujercitas, en el Teatro Español, que ha pasado a octubre, y la puesta de largo de La muerte y la doncella en Sagunt a Escena, que finalmente se hará en Elche. Espero poder trabajar 2020 de verdad y que los proyectos de 2021 no se nos corten de cuajo. Si bien es cierto que este verano ha habido festivales, el resto de la profesión está parada: eventos, música y ferias se han cancelado. Y para ponerlos en marcha hace falta escenógrafos, técnicos de sonido, figurinistas, empresas de alquiler, de catering, de transporte, vestuario, estudio de grabación… Hay mucha gente que se asombra, pero imagínate un musical de la Gran Vía, como Anastasia o El Rey León, que mueve a 100 personas y da empleo a cerrajeros, pintores, electricistas, talleres de confección, de marroquinería, de postizos... Y si sales de gira, nos alojamos en hoteles y comemos en bares. Esta industria mueve mucho dinero y muchos oficios muy distintos. La pataleta del apagón cultural sirvió para que los medios se hicieran eco de lo que estaba pasando en el mundo del teatro y la danza, de manera que poco a poco se ha ido regularizando. Evidentemente es una pandemia y por encima de todo, lo que prima es la salud, pero es importante dar a conocer que hay demasiados puestos de trabajo que la gente no conoce o imagina ligados a las artes escénicas. De ahí comemos muchos, desde el personal de limpieza hasta los taquilleros y los vendedores de palomitas.
- ¿Qué es lo que más te ha ilusionado hacer ahora que la actividad escénica se ha reactivado?
- El momento más bonito ha sido reencontrarme con los amigos de la profesión, porque eso quiere decir que volvemos a estar en marcha. El homenaje a Paco Leal en el Festival de Almagro también ha sido emotivo, porque ha sido para mí un maestro. Y también ver la alegría en los ojos de la gente al entrar al teatro. Es lo único que puedes verle a los espectadores, porque llevan mascarilla, pero su mirada ya lo dice todo, no necesitas ver la sonrisa.
- ¿Hay luz al final de este túnel?
- Hay luz. Y si no, se la pondremos.
- ¿Cómo iluminarías el final de la pandemia?
- Sería una gran fuente de luz en movimiento para devolver la movilidad al mundo. Nacemos de la luz y volvemos a la oscuridad. Así que lo iluminaría de manera que nos diera el dinamismo y el arranque para seguir adelante.