VALÈNCIA/ CASTELLÓ. Diez meses han pasado desde que los centros culturales cerraran sus puertas a cal y canto con el primer confinamiento, un tiempo en el que hemos visto una lluvia de cancelaciones de eventos, aplazamientos y cambios en programación, un auténtico terremoto que ha obligado a los espacios culturales a estar más alerta que nunca. Más allá del continuo vaivén de horarios, que afecta especialmente a las artes escénicas, este curso tan dificultoso para los sectores culturales también ha puesto a prueba la presencia y desarrollo de más de un proyecto. Si bien algunos, especialmente aquellos bajo el ala de lo público, han logrado mantener el tipo, otros han optado por mantener un perfil bajo que se ha alargado hasta el final de año.
Aunque no sin dificultades, los espacios expositivos han mantenido el tipo en la ciudad de València, obligando a modificar algunas exposiciones -principalmente aquellas que obligaban a traslados de obra que no se ha podido ejecutar- pero ofreciendo un goteo de novedades que han mantenido viva la vida cultural local. Entre ellas, la muestra de Gülsün Karamustafa en el IVAM -que se ha podido ver hasta este fin de semana- o la retrospectiva de Antonio López en Fundación Bancaja, que dejó una ilusionante imagen de colas de público con ganas de entrar en el centro cultural. También es destacable el caso de algunas galerías de arte, que han sorteado la situación con interesantes propuestas, casi todas concentradas en el atípico Abierto València 2020. Sin embargo, inevitablemente, el curso finaliza con una menor actividad y, también, con proyectos que han quedado, en cierta medida, en pausa.
Tal es el caso de Bombas Gens. El centro de arte privado fue el primero en cerrar sus puertas antes del confinamiento, una decisión que en su momento supuso un shock para el mundo cultural pero no fue sino la primera pieza de un dominó que no tardó en derribar todas las fichas. Pocas horas después la ciudad enmudecía. En su caso, además, lo hacía cuando acababa de inaugurar una de sus grandes apuestas de la temporada, Infraleve, de Inma Femenía, una de las muestras imperdibles del extraño calendario cultural 2020. Sin embargo, el cierre de la cultura en marzo ha supuesto un cambio mucho más profundo en el proyecto cultural de la Fundació Per Amor a l’Art. Con la reapertura llegó una nueva estructura interna y externa, con una reducción en días de visita y horarios que se ha alargado en el tiempo y también en su oferta en el ámbito educativo/divulgativo -como el fin de la actividad del club de lectura-. También, por primera vez, bajaba la persiana el mes de agosto con el fin de “repensar su actividad de cara al nuevo curso, estudiando la manera en que ésta se reanude, adaptada a las necesidades de la situación que presente la evolución de la pandemia”.
Este curso ha vivido, además, su primer gran cambio desde que construyera el centro. La portuguesa Sandra Guimarães se convertía en septiembre en la nueva directora de Bombas Gens tras la salida de Nuria Enguita, que dejaba el centro cultural para ponerse al frente del IVAM. “Me encanta pensar que la Fundació Per Amor a l'Art tiene como misión compartir arte y, también, un ámbito social y de investigación. Me gustaría encontrar caminos que los crucen a través del arte. Me interesan mucho los artistas que tienen un compromiso político”, explicaba Guimarães en una entrevista concedida a este diario. La transición, en cualquier caso, irá dejando verse en los próximos meses. Y es que, en el ámbito expositivo, lo cierto es que desde el cierre en marzo no se ha dado ninguna novedad en el centro, que ha mantenido las exposiciones abiertas antes de la pandemia durante todo el curso, con la excepción de un proyecto expositivo de ámbito solidario, en colaboración con FUVANE (Fundación Valenciana para la neurorrehabilitación), que ocupó su nave 0 desde el mes de noviembre. De cara al 2021, el centro ya ha hecho publica la programación que ocupará sus salas, dos exposiciones individuales de los artistas Juan Uslé e Irma Blank, y una muestra colectiva de fotografía de estilo documental de la Colección Per Amor a l’Art. La primera, por cierto, comisariada por Vicent Todolí y Nuria Enguita, mientras que el resto ya cuentan con la firma de Guimarães.
Fue en septiembre de 2018 cuando abrió sus puestas La Base, el nuevo espacio cultural de La Marina. Su apertura no solo suponía la creación de un nuevo lugar para el arte en València sino que nacía con un doble objetivo: el de descentralizar la actividad en la ciudad y, por otra parte, dar uso a la antigua sede del equipo Alinghi durante la Copa América. La apertura, carga de simbolismo, suponía un ambicioso proyecto en lo artístico y, también, en lo institucional, pues la primera exposición fue un trabajo de Presidencia de la Generalitat Valenciana y la Conselleria de Cultura, el Ayuntamiento de València, el IVAM y La Marina. “Hemos recuperado un antiguo edificio industrial relacionado con la náutica y la Copa América para un uso público, ciudadano, relacionado con lo que nos identifica, la cultura, como elemento de progreso”, explicaba en su día el director general del Consorcio València 2007, Vicent Llorens.
Su primera exposición causó sensación -y polémica- en la ciudad, una carta de presentación que no dejó indiferente. Más de 170 obras de Antoni Miró se dieron cita en la gran muestra, con el erotismo o la política como pilares. En el exterior de las salas, un mural de la recientemente fallecida Hyuro daba personalidad propia al cubo. Tras Miró llego el turno de José Sanleón y Seu, una muestra en torno a la idea de catedral que se pudo ver hasta mayo de 2019. Tras esto también fue sede de las actividades de la Placemaking Week Europe 2019, fundación que desde octubre dirige el exdirector estratégico del Consorcio Valencia 2007, Ramon Marrades. En 2020, sin embargo, se convirtió en almacén improvisado para algunas de las piezas de Fallas que no se pudieron plantar tras la cancelación de los festejos. Y en 2021... a esperar. Tal y como ha podido saber este diario, no existe actualmente ninguna programación prevista para el espacio y se ha optado por esperar más para volver a la actividad cultural.
Otra de las marcas que se ha desdibujado en este dificultoso curso ha sido la del festival de cine Cinema Jove. Aunque en este caso acarreaba problemas internos sobrevenidos, como la intestabilidad en su dirección, lo cierto es que el contexto pandémico no le ha sido leve. Mientras que otras citas, como La Mostra de València, se han mantenido con relativa normalidad -aunque con limitaciones de aforo-, Cinema Jove quedó reducido a un ciclo de cine en el que la única sección a competición fue finalmente la de los cortometrajes y webseries, año en el que la presencia internacional se redujo al mínimo. La 33ª edición, además, se anunció con tres estrenos "mundiales": el documental sobre el animador valenciano Pérez Arroyo; otro documental sobre la Jove Orquestra de la Generalitat y el falso docu-drama Esclats de llum, sobre una chica que quiere ser artista fallera.
También en Castellón la cultura continúa buscando la mejor manera de encajar en la nueva normalidad. Tanto que a día de hoy todavía hay centros museísticos y patrimoniales que permanecen a puerta cerrada, pese a poder hacerlo desde que así se decretase en mayo del año pasado. Con la llegada de la fase 1 de la desescalada por fin podían los diferentes espacios culturales abrir. Sin embargo, como ya contamos en su momento, no fueron pocos los centros que se acogieron a su derecho de permanecer cerrados. No convencían entonces las condiciones para hacerlo (con aforos al 30 por ciento) y parece ser que tampoco lo hacen ahora. La directora del Museu de la Ciutat de Castelló (MUCC), Ana Meseguer, aseguraba meses atrás a este diario que no sería hasta que llegase la vacuna "al máximo número de población" que se verían abiertos espacios como el Fadrí o el Refugi Antiaeri, un enclave histórico que, desde que se inaugurase en 2018, ha valido también de escenario para citas como la Fira de Teatre Breu. No obstante, la estrechez del espacio ha imposibilitado que haya público, porque según apunta la misma directora sería imposible asegurar el distanciamiento social incluso en aforos tan reducidos. No llega, por ejemplo, el Fadrí ni a las diez personas en su interior, en caso de que se le permitiera abrir con la mitad de su capacidad.
"Por mucho que poco a poco llegue la nueva normalidad...no creemos que los cambios sean cuestión de un mes o dos", explicaba en mayo Meseguer. Y en esas siguen ambos entes, que permanecen a puerta cerrada nueve meses después. No fue hasta la semana pasada que se decidió romper de alguna manera con esta 'invisibilidad' a través de una campaña virtual. Para 'reabrir' todas sus sedes, desde el MUCC subieron a las redes sociales una serie de códigos QR que permiten a los usuarios entrar en sus museos y monumentos al menos desde casa. Un recorrido que, ahora sí, podría ayudarlos a mantenerse vivos y a no quedar en el olvido.
Por su parte, el Museu d'Art Contemporani de Vilafamés (MACVAC) sí abrió cuando le tocaba. El centro regresó a la normalidad a mediados de mayo con la obra que había expuesta antes del confinamiento y poco a poco fue nutriendo al espacio de nuevas muestras. Algunas de ellas provenientes de la feria de arte Marte, que también consiguió celebrarse en medio de un calendario colmado de cancelaciones. Con ello, durante estos meses el MACVAC no ha reunido pocas muestras; además de En persona, la creación más personal de Laura Avinent, o 29 kitsch (y una pizca surrealista) con la obra de 29 artistas; el centro ha recogido el vuelo de Ànima Animal, la que debía ser la próxima exposición de la Sala 30 del Aeropuerto de Castellón, otro ente que continúa clausurado desde el año pasado. Y a él, se suma precisamente ahora el MACVAC que anunciaba el viernes pasado su cierre hasta que los contagios en el municipio vuelvan a reducirse. Una decisión, tomada por el Ayuntamiento de Vilafamés, que aunque en su caso "prometen" que no se mantendrá durante mucho tiempo, podría servir de espejo para otras ciudades de la provincia.
De hecho, no es un caso aislado. También, la programación del Auditori de la Vall d'Uixó se está viendo afectada semana tras semana por el cierre prolongado de todos los espacios municipales. Primero se anunció que se cancelaban todas las funciones hasta el 1 de enero para "evitar la exposición de contagios". Después fue el 7 de enero. Y 'finalmente' el cierre se ha mantenido, si fuentes municipales no avisan de lo contrario, hasta este domingo. Eso sí, citas claves como el Concierto de Año Nuevo se han pospuesto hasta el 28 de febrero. A partir de aquí, habrá que ver si esta inestabilidad afecta de cara al futuro a uno de los pocos teatros de la provincia que cuentan con programación privada. En su caso a cargo de Olympia Metropolitana, promotora que también nutre de espectáculos el Teatro Talía de València. Algo que ha permitido traer hasta la ciudad muchas de las obras representadas en la capital valenciana. Igualmente, junto a este, también el Teatre Municipal Francesc Tárrega de Benicàssim ha anunciado que suspende todas las actividades culturales previstas para el mes de enero, incluyendo la proyección de películas y conciertos.
Además de todo esto, la pandemia está desdibujando sin duda la música en directo de Castelló que ha visto como en los últimos meses cerraban para siempre las salas Anvil, Opal o La Burbuja, con más de seis años de conciertos a sus espaldas. Para el resto, la esperanza permanecía y llegó en cierta manera en diciembre, cuando el Consell permitió a salas y discotecas abrir en horario diurno y hasta las doce de la noche, cuando comenzará el toque de queda. Un pequeño suspiro para estos locales que de nuevo ha quedado en la anécdota. Las nuevas medidas que imponen el cierre a las 17:00 horas o prohíben las actuaciones de pinchadiscos, han derivado en que salas como el Pub Terra o Oz, esto no es Kansas cierren tras apenas cuatro semanas en pie. Será únicamente en Castelló, Because pop 'n' roll quien, después de presentar el martes pasado su programación, siga con su actividad, ahora a las doce de medio día.
Cambios a largo plazo y, también, a corto. El nuevo paquete de restricciones para hacer frente al aumento de casos de coronavirus tras las fiestas navideñas ha obligado a la cultura a volver a adaptarse a un contexto cada vez más cortoplacista, con el nuevo toque de queda -marcado a las 10 de la noche- como clave. Así, las sesiones nocturnas en los cines han desaparecido y los teatros o auditorios han tenido que hacer un ajuste horario para permitir que el público pueda regresar a casa a tiempo, adelantando las sesiones. En València, los conciertos del Palau de la Música serán a las 19 horas, del mismo modo será en el Teatro Rialto o Principal. Sin embargo, las nuevas restricciones también han traído consigo una batería de aplazamientos que no se veían desde hace meses. Por ejemplo, los conciertos previstos de la Film Symphony Orchestra (FSO) en el Palacio de Congresos; las actuaciones de David Suárez en el Teatro Talía previstas para esta misma semana o el taller de Anna Devís y Daniel Rueda sobre fotografía en La Rambleta.
También Castellón está dando casi diariamente una lista de aplazamientos, como son por ejemplo, las actuaciones de Óscar Tramoyeres en el Auditori de la Vall y el espectáculo For+' de Xarop Teatre en la Fundació Caixa Castelló, que iban a producirse esta misma semana, o el directo de Clara Peya, que debería haberse dado en diciembre y se podrá disfrutar finalmente en abril.