La televisión domina los hábitos de los ciudadanos durante la crisis por el coronavirus mientras se hibrida hacia lo digital. El lenguaje clásico de los informativos y el intercambio mediante videoconferencias online, habitual en Youtube, Skype o Hangouts, nunca habían estado tan cerca.
VALÈNCIA. No es solo cuestión de audiencias. Tras la declaración del estado de alarma, la televisión ha recuperado el interés del público y revalorizado su imagen como herramienta fundamental. El vínculo entre el ciudadano y los medios de comunicación se está viendo reforzado durante la pandemia. Ante la necesidad de estar pegado a la última hora, televisión, radio, prensa e internet han incrementado sus cifras de consumo, aunque sin duda la más beneficiada del confinamiento de los vecinos en sus casas está siendo la televisión.
De forma consecutiva, desde el pasado sábado al domingo se han ido acumulando récords. Tal y como recoge la consultora GECA Audiencias con datos de Kantar Media, el domingo 15 de marzo la tele logró un promedio de 10.554.000 personas que consumieron 335 minutos por persona y día (casi 6 horas) entre televisión lineal, invitados y segundas residencias (35.261.000 millones vieron al menos un minuto), 95 minutos más de visionado que el domingo de la semana anterior.
La Sexta, cadena cuya línea editorial está vinculada de forma habitual a la actualidad, es el canal que más crece gracias a su oferta informativa. El pasado sábado, por ejemplo, aumentó en un 6,1% su audiencia con respecto al sábado anterior. Como hito jamás visto en la historia, el programa informativo La Sexta Noticias 20H se situó como la emisión no deportiva más vista del año, con 3.997.000 espectadores de media, por encima de partidos de fútbol masivos o programas con grandes cifras de audiencia como Supervivientes.
La razón de este logro histórico está vinculada, de forma accidental, al coming up que generó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El término coming up se utiliza en televisión para marcar por guión y escaleta el momento previo a ir a publicidad, cuando, o bien por medio de un vídeo resumen o bien mediante el discurso del presentador o presentadora, se avanza de forma sucinta lo que veremos en los siguientes bloques de contenido. “Enseguida comparecerá el presidente del Gobierno”, “en breves momentos saldrá…”, “no se vayan, que está a punto de hablar…”, fueron las frases más escuchadas esa jornada.
Desde las dos de la tarde los espectadores estuvieron pegados a la pantalla esperando la aparición del jefe del Gobierno. Pero no fue ni a las dos, ni a las tres de la tarde, como se fue anunciando, ni tampoco a las ocho de la noche, hora de comienzo del informativo de La Sexta, cuando se dejó ver. Sánchez finalmente se presentó ante la audiencia sobre las nueve de la noche, razón por la que La Sexta tuvo en vilo durante horas a los ciudadanos y finalmente alargó su informativo una hora más. El suceso generó así el excelente resultado de espectadores. Las televisiones deberían tener en cuenta para próximas contrataciones de guionistas al presidente del gobierno porque desde luego, desde el punto de vista de audiencias, lo hizo de 10.
Televisión Española es probablemente la cadena que más beneficio está cosechando debido a la pandemia. El caso de la televisión pública no solo se ve representada de forma cuantitativa. Junto al incremento de espectadores, el ente está recibiendo excelentes críticas y buenas opiniones de los ciudadanos. Hacía mucho tiempo que no se percibía la asunción positiva de servicio público de forma tan unánime. En estos momentos de crisis, el patriotismo y el sentido de servicio público sobrevuelan la mayoría de mensajes y, en consecuencia, cala entre la opinión pública (veremos si más adelante continúa). La sanidad, las fuerzas del orden y la radiotelevisión pública, entre otros, no se ponen en cuestión sino todo lo contrario, como sí ocurría en otros tiempos. Lo mismo ocurre con el mensaje institucional, algo que se hace evidente si, por ejemplo, comparamos los contenidos de los programas informativos durante el estado de alarma por el coronavirus con los el tono que tuvieron durante la crisis del Ébola, cuando diversos medios sacaban los colores a las administraciones por la “cadena de errores” cometidos durante aquella crisis sanitaria.
Por razones de fuerza mayor, a medida que han ido pasando los días hemos sido testigos de cómo los programas con público evitaban aglomeraciones en sus platós. Los primeros en dejar de lado este ingrediente cada vez más secundario en según el tipo de formato, fue Telecinco, en concreto El programa de Ana Rosa. Sin embargo, la eliminación del público no mermó en absoluto los resultados de audiencia, razón por la que se puede concluir que en determinados magazines la presencia de personas en plató es secundaria de cara a sus resultados de audiencia.
El punto de inflexión lo marcó Operación Triunfo. Con el título ‘Yo me quedo en casa’, el programa emitió este domingo un especial desde la misma Academia, lógicamente sin público, pero también con una escenografía e iluminación pobre, atreviéndose incluso a situar al presentador en el salón de su casa. Roberto Leal se marcó un Mariano Rajoy, al aparecer durante el programa a través de la pantalla de plasma, mientras los familiares fueron entrando por medio de videoconferencia digital. Lo curioso es que, pese a la pobreza escénica e incluso a la cutrez técnica (con conexiones pixeladas y hasta congeladas), el talent de TVE logró la segunda mejor cifra de espectadores (más de 1.800.000), aunque bien es cierto que, en este tipo de formatos con actuaciones, el hecho de que los concursantes no sintieran el calor del público no les favorecía. La sensación de cercanía, de proximidad, primó por encima de todo lo demás.
En último lugar, destacar el caso de Buenafuente que se sumó al lema ‘yo me quedo en casa’ con también excelentes resultados de audiencia. El pasado lunes el programa Late Motiv de 0# emitió íntegro el programa mediante una videollamada entre Buenafuente y Roberto Enríquez (más algún invitado) y por primera vez vimos de forma íntegra, a través de la televisión lineal, un contenido con características totalmente digitales. Buenafuente fue por un día El Rubius y los espectadores de Youtube se confundieron con los de la televisión tradicional. Tanto OT como Late Motiv dieron frescura y sensación de renovación en un medio, el televisivo, asentado en el inmovilismo.
En conclusión, hoy más que nunca recobra valor la máxima de que ‘el contenido es el rey’. Al igual que toda la sociedad está aprendiendo a marchas forzadas qué es secundario en sus vidas, la televisión como medio está desechando sus aderezos para centrarse en el mensaje, se vea como se vea, porque cuando nos quedamos con lo más importante, continúa brillando, como lo principal, el contenido.
En una segunda oleada, a partir del lunes se han ido confirmando cancelaciones temporales de emisiones que, bajo estas circunstancias excepcionales, ven muy difícil llevarse a cabo con total normalidad. Tanto la Academia de Operación Triunfo, como El Hormiguero, El Intermedio o Zapeando han desaparecido de la parrilla, no sabemos hasta cuándo. Mientras tanto, la cobertura informativa va copando más y más minutos televisivos. Según GECA, los minutos dedicados al coronavirus este lunes 16 de marzo (2.077 minutos) se duplicaron frente al lunes anterior. Porque si ayer a todos nos interesaba saber los efectos del último DANA, hoy lo único que nos importa es el estado de la crisis sanitaria que ha paralizado nuestras vidas… hasta que acabemos hartos y busquemos más tiempo de evasión y entretenimiento.
El Hormiguero, mediante una rudimentaria aplicación, ha recreado la voz de difuntos para ponérselos a sus familiares. Un truco como de feria del XIX que no tiene nada de nuevo. Ya lo puso en marcha Anne Germain en Telecinco –y Portugal- con gran éxito sin necesidad alguna de IA, lo hacía con sus poderes mágicos. Eso sí, empezó con famosos. Y luego, con las grandes artes de Mediaset, pasó a víctimas de crímenes polémicos. Ahora reside en Alicante y enseña reiki