A veces, muchas veces, estamos tan metidos en nuestros problemas del día a día que perdemos la perspectiva de lo que está sucediendo, con consecuencias muy caras para nuestros bolsillos. No nos damos cuenta por dónde acechan los nuevos peligros, los nuevos retos. Y es que cuando lo viejos hacen de algo refrán es porque esconde una lección que conviene no olvidar. Por eso, hoy como siempre, por favor, no dejemos que el árbol no nos deje ver el bosque.
Dibujemos un contexto y expongamos este caso en positivo. Estamos en 1908 y el líder en la construcción de coches de caballos, William Crapo Durant, lejos de quedarse tranquilo con lo que había conseguido, intuye un cambio en el mundo: la llegada del automóvil. Durant parece tener claro que el automóvil cambiará su industria. Enseguida toma cartas en el asunto: acaba de nacer la General Motors.
Otro caso. En 1846, Abraham Pine Gesner, un reputado químico, presentó la primera demostración pública de un líquido de iluminación que llamó 'kérosène', que inicialmente se obtenía a partir del carbón. Mientras, el coronel Drake trabajaba en la solución para extraer petróleo en grandes cantidades creando en 1859 el primer pozo de petróleo en Oil Creek (Pensilvania). El queroseno producido a partir del petróleo sustituyó al aceite de ballena en las lámparas de aceite y se convirtió en el combustible de la iluminación en el mundo. En esos mismos días, un hombre de negocios dedicado a la compraventa de todo tipo de productos, J.D.Rockefeller, construye su primera refinería de petróleo para producir queroseno en Cleveland, el germen de la Standard Oil.
Estos dos ejemplos nos hablan de hombres que fueron capaces de ver los cambios venir y subirse a ellos creando grandes industrias por el camino. A ellos los arboles del día a día no les nublaron el bosque.
Hoy nos encontramos en una situación parecida. El mundo está cambiando radicalmente ahí fuera gracias a la tecnología, al 5G y la inteligencia artificial. Muchas de las empresas que hoy conocemos serán historia en poco tiempo dejando su lugar a otras nuevas. Dentro de unos años es muy posible que ya no llevemos nuestros coches al taller de reparación nunca más, incluso que ya no tengamos coche. Simplemente llamaremos a uno cuando necesitemos desplazarnos. Gracias a un sistema de coches autónomos a la carta, no tendremos que aparcar y necesitaremos un 90% menos de coches en general. Esto cambiará nuestras ciudades pero también el mundo de los seguros, por ejemplo.
Un índice de acierto nunca visto
Es fácil que nuestro abogado sea un ordenador que tratará nuestro caso con un índice de acierto nunca visto y que cuando vayamos al medico nos diagnostique otro ordenador y sea él mismo el que decida qué pruebas deben realizarnos (Watson de IBM ya diagnostica el cáncer cuatro veces más preciso que los médicos).
Veremos otros muchos cambios como el teletrabajo totalmente extendido o la desaparición de muchos muchos edificios de oficinas. Algunos de estos comportamiento se están acelerándose de forma exponencial con la crisis del coronavirus.
¿Qué hacemos nosotros frente a esto? Si estamos inmersos solo en el día a día nos perderemos con las peleas del fondo de reconstrucción, los problemas de la economía española, las absurdas polaridades en las que quieren meternos y todo aquello que intenta robarnos la concentración y la capacidad de actuar en el ámbito de nuestra vida.
Está claro que debemos de dejar de pensar en los que otros tienen o deben hacer y pensar sólo en lo que nosotros podemos y debemos hacer, en lo que está en nuestra mano. Quizá no vamos a montar la General Motors del futuro, pero podemos -gracias al mercado de valores y a otros medios como el private equity- beneficiarnos de estos cambios y estas empresas. Esa es la democracia de la buena inversión en empresas, hace ricos a muchos, a los que invirtieron mucho y los que invirtieron poco.
No hay que perder el tren del futuro
Es importante, por tanto, atender al bosque. Está en nuestra mano. No perdamos el tren del futuro como inversores e invirtamos en aquellas empresas e industrias que están liderando el futuro. Muchos gestores e inversores españoles, algunos de ellos muy conocidos, son reacios a la tecnología, son amantes del pasado y se quedarán, como España, en el arcén mientras pasa el tren del futuro sin ellos. Una vez mas. (Desde Felipe II ya van unas cuantas)
Warren Buffett ya dijo que "si pasas media hora en una mesa de póker y no sabes quién es el tonto, el tonto eres tú". En esta mesa de póker figurada en la que nos jugamos nuestros ahorros del futuro no nos despertemos un día dándonos cuenta de que el tonto somos nosotros porque no quisimos ver, o porque hicimos caso a otros o porque estábamos discutiendo sobre unas cosas u otras. Dejemos a cada uno jugando el juego que desee, nosotros dediquémonos a ver el bosque.
Lorenzo Serratosa es cofundador de Kau Markets EAFI