VALÈNCIA. En mayo de 1976, todavía no se podían celebrar en España encuentros que versasen alrededor de la figura de Antonio Machado. Así fue, al menos, el caso del recital y la conferencia que iba a dar Andrés Sorel sobre la vida del poeta andaluz en el colegio Obispo Perelló de Madrid, que fue suspendida "por la autoridad gubernativa". Un gobierno que se sentía amenazado por una serie de poemas recitados en público. ¿Qué carga de profundidad había tras su figura?
Una impresión del significado de la muerte de Antonio Machado en Francia la puede dar el cómic Los días azules de Cecília Hill y Josep Salvia, publicado este año por Diabolo Ediciones. Una historia que se detiene en los momentos más importantes que el poeta vivió durante la Guerra Civil y narra al detalle la huida del séquito familiar por la frontera francesa hasta llegar a morir en Colliure.
Como es sabido, su madre murió pocos días después. Tal y como aparece en estas viñetas, su hermano, José, intentó ocultarle que Antonio se había ido pero la mujer no se dejó engañar y entendió la situación perfectamente. El otro hermano, Manuel, estaba trabajando para los rebeldes.
Antes, Antonio había decidido permanecer en el Madrid asediado por las tropas del general Varela y los bombardeos franquistas. El hecho más impactante que relata el cómic es la controvertida muerte de Primo Gibelli. Un aviador que, en este libro, se cuenta que fue arrojado sobre la ciudad descuartizado dentro de un cajón. Así apareció al menos en la prensa el 17 de noviembre del 36, al menos en el diario CNT.
En la historia de este periódico 80 aniversario del periódico CNT: El hilo rojinegro de la prensa confederal se dice que es "un hecho completamente real y cuyos documentos se pueden localizar en numerosos periódicos de la época y en documentación de archivo". Por su parte, Manuel Tuñón de Lara en su La España del siglo XX lo expone pero añade que los historiadores oficiales franquistas, como Salas Larrazábal, lo calificaban de "patraña".
Frente a tales horrores, el poeta quiso incluso así permanecer en la ciudad, pero el Quinto Regimiento organizó una expedición de artistas e intelectuales para llevarlos a Valencia y ponerlos a salvo de la batalla. Machado, en estos diálogos, dice que se va de la capital "a la fuerza" y que no quiere. Tras una estancia en Rocafort, evacuado por las tropas, finalmente, fue el propio Gobierno quien ordenó su traslado en coche oficial a Barcelona.
En un caso muy parecido al de Tommi Parrish en La mentira y cómo la contamos los dibujos de Josep Salvia trascienden en algunos momentos el dibujo utilitario y habitual de un cómic para expresar una faceta, por llamarlo de alguna manera, artística. Por otro lado, también tiene rasgos parecidos a los dibujos de Cristina Durán, que ocultan las aristas de una historia trágica, no para desdramatizarla, sino para abordarla desde la ternura y los sentimientos más íntimos.
Bajo esas dos premisas se producen los flashbacks que explican la personalidad del poeta. Es muy recurrente uno en el que, sentado en un parque con su madre de niño, le pregunta si su caña de azúcar es la más grande, y ella le dice que no, que la de otro chaval que hay por ahí lo es más. Un detalle nimio, pero que para el poeta resultó crucial desde ese día. El punto de partida de su educación, sensibilidad y forma de ver el mundo. Así lo expresa él solo en una página entera: "Aunque pueda parecer un suceso trivial, todo lo que soy -lo bueno y lo malo- cuanto hay de mí de reflexión y de fracaso lo debo al recuerdo de mi caña dulce".
Pese al tono triste, que no podía ser menos, de los últimos días de Machado, conviene destacar su espíritu. Mientras estuvo en Barcelona, el 1 de septiembre de 1938, escribió el poeta en La Vanguardia: "El hecho de que vivamos en plena tragedia no quiere decir, ni mucho menos, que hayan totalmente prescrito los derechos de la risa". Lo citaba Teresa Pàmies en sus memorias de guerra, libros a los que merece la pena volver precisamente este año, que está dedicado a la escritora catalana.
En la huida, alternando lluvia, desesperación y enfermedad con el agradable aire y luz de la costa francesa, las viñetas concluyen con las últimas palabras del poeta garabateadas en un papel, "estos días azules y este sol de la infancia". En página final, incluye una carta de JB Trend, hispanista de Cambridge, que deseaba acogerlo en su universidad. No pudo ser. La misiva llegó cuando ya había muerto.
Lo más trascendente de esta obra es que no trata de indagar demasiado en los aspectos políticos y sociales del momento histórico, que en cualquier caso son inherentes a la experiencia de Machado y su familia. Es un retrato sobrio de la derrota, de cómo una familia tuvo que salir de España con las tropas franquistas pisándole los talones para no volver, para morir en condiciones lamentables. Y se puede decir que su peripecia fue mejor que la de miles de personas que corrieron la misma suerte tras la pérdida de Cataluña.