El actor danés inaugura a distancia el Festival de Róterdam mientras rueda la tercera entrega de 'Animales fantásticos'
VALÈNCIA. La razón por la que Mads Mikkelsen (Copenhague, 1965) no ha concedido más que una charla pública online durante el 50 Festival de Róterdam asoma por debajo del gorro de lana que viste durante el encuentro por Zoom: el decolorado y distintivo cabello de Gellert Grindelwald, personaje al que interpreta estos días en el rodaje en Londres de la tercera entrega de Animales fantásticos.
Puede que el danés haya inaugurado la muestra internacional de cine con el thriller Riders of Justice, pero la expectación que ha despertado responde más a los rumores de una cuarta entrega de la serie Hannibal, al premio al mejor actor europeo por la nueva película de Thomas Vinterberg, Otra ronda, y a la sustitución de Johnny Depp en la precuela de la saga de Harry Potter después de que el estadounidense perdiera un juicio contra la editorial The Sun, que le había acusado de maltrato a su ex mujer Amber Heard.
El actor achaca el buen momento que vive profesionalmente a una suerte de alquimia empática con los espectadores: “La audiencia se reconoce en unas personas y en otras, no. Todos tenemos nuestros gustos. Eso no quiere decir que los actores que no logran el éxito sean necesariamente malos, sino que el espectador no se ha identificado con ellos, aspecto clave para el que es fundamental que el intérprete integre al personaje”.
El carisma y buen hacer que le han valido una carrera que alterna las producciones de autor europeas y las superproducciones internacionales no responde al trillado método, concepto que atribuye a la prensa.
“A los periodistas os encanta que apliquemos un método a la interpretación, pero esa práctica es aburrida, consiste en reproducir una emoción a través de la repetición de un movimiento físico, como beber un café. Engordar o irte a vivir a una montaña dos años forma parte de la preparación, si lo llevas más lejos es algo que eliges”, argumenta.
La prolífica carrera de Mikkelsen es una combinación de villanos en franquicias de Hollywood, Le Chifre en Casino Royale (Martin Campbell, 2006) y Kaecilius en Doctor Strange (Scott Derrickson, 2016) son dos buenos ejemplos, y antihéroes dispares en el cine de su país, donde acostumbra a repetir con directores.
La película por la que está presente en Róterdam, una tragicomedia de acción que podría resumirse grosso modo como un relato de venganza en el que Rambo une fuerzas con los protagonistas de Big Bang Theory, es su quinta colaboración con Anders Thomas Jensen.
Otro tanto ha hecho junto a sus compatriotas Nicolas Winding Refn, junto al que debutó en Pusher (1996) y reincidió en tres ocasiones, y Thomas Vinterberg, con el que ya trabajó en La caza (2012) y ahora repite en Otra ronda, cuyo estreno está previsto el 9 de abril.
Los dos últimos le tienen pillado el punto cómico al habitualmente hierático Mads, que valora los pros y los contras de esa complicidad en el set. “Supone una oportunidad y un peligro. Si conoces bien al director puedes ahorrarte pasos en el proceso creativo, porque ninguno tiene miedo de ofender al otro con sus comentarios. Podemos hablarnos sin tapujos y en el rodaje no hace falta dialogar tanto para proponer correcciones. Así que existe la posibilidad de que uno y otro nos empujemos a ser mejores, pero también el riesgo de repetirnos, porque te sientas cómodo con lo que ya has hecho antes. Todo pasa por que ambos nos sintamos hambrientos y curiosos para adentrarnos en un terreno en el que no nos hubiéramos aventurado de no hacerlo juntos”.
Riders of Justice encaja en esa salida conjunta de la zona de confort. La película rompe con las tramas de venganza al uso al introducir aspectos de buddy movie y convertirla en un producto de entretenimiento donde, sin embargo, se tratan aspectos sensibles como la pederastia, la asunción del duelo y la incomunicación entre padres e hijos.
También Otra ronda, en la que da vida a uno de los cuatro profesores de instituto, que hastiados de su trabajo, se embarcan en un experimento para mantener un nivel bajo y constante de intoxicación etílica a lo largo de sus jornadas laborales.
El trabajo del elenco al completo fue reconocido en el pasado Festival de San Sebastián con el premio a la mejor interpretación masculina. Mads compartía honores con sus compañeros de reparto Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranth. Mikkelsen valora al respecto la capacidad de Vinterberg “para colocar a personas ordinarias en situaciones extraordinarias”.
Dando un repaso a sus próximos estrenos, da la sensación de que el coronavirus no ha hecho mella en su trabajo. A las dos películas danesas mencionadas se les suma la primera entrega de la distopía basada en la trilogía literaria de Patrick Ness Chaos Walking, junto a Tom Holland y Daisy Ridley. Sin embargo, la estrella europea afirma que la pandemia sí le ha supuesto un parón desde marzo hasta el momento, periodo en el que aprovechó para ver documentales y seguir todos los partidos del Real Madrid hasta hacerse con LaLiga.
En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto