teatro en desconfinamiento

Mónica Pérez Blanquer: “Las artes escénicas han de ir más allá de la exhibición”

26/08/2020 - 

VALÈNCIA. Es uno de nuestros cerebros fugados. Porque el fenómeno de la marcha en pos de mejores oportunidades profesionales, no sólo se da en la ciencia. También, como en su caso, en la gestión cultural. La suya es una profesión más reconocida en otros territorios que en el propio. Su labor es la de suavizar las aristas del triángulo entre el artista, el burócrata y el político. Su verbo más conjugado, el de mediar. No le gusta hablar de teatro, porque su trabajo alimenta a y se nutre de muchos géneros distintos. En su quehacer, teatro, danza, performance y pensamiento contemporáneo conforman un magma que puede tanto aliviar como inflamar esta sociedad necesitada de un cambio. Tras desarrollar su carrera en el ámbito privado con creadores, compañías y festivales, y en el público como directora adjunta del Teatro Principal de Palma de Mallorca, Pérez asumió a principios de este año en suspenso la coordinación del primer laboratorio del proyecto de mediación del IVC La Granja. La iniciativa, llamada GOL (Grupo de Observación para la práctica artística Local), se presentó el pasado 3 de julio y se reveló como un proyecto piloto que aspira a subir el listón del pensamiento crítico en la danza y las artes vivas de nuestra comunidad.

- Y tú, ¿qué niegas?
- No puedo negar nada, porque han sucedido cosas que jamás hubiera imaginado ver. Lo que estamos viviendo es ciencia ficción. Tanto es así que si mañana salen unos extraterrestres del mar y nos dicen que han estado viviendo ahí toda su vida, pienso que surgiría una facción que diría obvio, y sacaría un decálogo de cómo comportarnos a partir de ahora, y otra que les llamaría girulos y lo tacharía de montaje. Se ha generado una sensación de irrealidad que provoca que la gente pueda opinar de todo, y lo hace sin ningún tipo de criterio. Eso me preocupa muchísimo. El negacionismo con las mascarillas es muy serio y no es justo hacer bromas. Que ahora la gente esté opinando de asuntos médicos me parece alucinante, pero lo he visto tanto en cultura que ¿por qué no? Culturalmente tenemos que mirarnos eso. Y las redes sociales han hecho mucho daño al respecto. O le das un like o lo odias. Y las cosas no van así. Hay estructuras científicas y argumentarios que has de leer y estudiar para formarte una opinión. No es algo que se pueda decidir rápido con un me gusta o un no me gusta.

- ¿Qué emoticonos te representan estos días y por qué?
- Le voy a hacer un homenaje a mi hija: cuando ella todavía no sabía escribir y yo salía de viaje, me enviaba jeroglíficos en emoticonos que se componían de corazones de diferentes colores, de personajes fantásticos y de comida. Tener esa comunicación extraña, pero emocional, me servía mucho para conciliar. Una de mis combinaciones favoritas era hada, unicornio, gamba rizada y robot. Así que yo haría una combinación psicodélica, porque en esta época es muy difícil explicar cómo te sientes.

- ¿Qué piezas grabadas has visto durante el confinamiento?
- He visto muchas series y pelis. He leído a bastante gente de gestión. Pero sobre todo, he visto crecer la planta de judías. Si queremos escuchar tenemos que aprender a bajar el ritmo, porque vamos como motos. Se dijo que iba a ser una asignatura superada en la pandemia y qué va.


- ¿Qué cuentas pendientes has saldado?
- Me he decantado por lo tradicional. Por un lado he horneado repostería casera intentando no utilizar azúcar y por otro, me he dedicado a las plantas, que se convirtieron en una especie de salida al campo en el propio jardín.

- ¿Qué te sugieren estas frases: todo va a ir bien, de esta salimos mejores y estamos juntos en esto?
- Durante el confinamiento he estado siguiendo a Marta Oliveres, porque me parece una gurú de la gestión, y me ha dado la clave: no puedo ser optimista, pero tengo que ser positivista. Todas estas frases que mencionas son una manera de seguir adelante que me parece natural, porque si no te dices eso, a ver qué haces. Pero no todo es tan fácil.

- ¿Qué proyectos profesionales ha dejado en suspenso el estado de alarma?
-Algunos. Bastantes. En un primer momento fue una situación de irrealidad, porque se cayó todo. Eso fue muy duro. También es verdad que las cosas han empezado a fluir rápidamente. He estado hablando con muchos artistas y he concluido que el cambio no ha sido drástico con respecto a lo que ya estábamos acostumbrados, porque siempre te estás reinventando. Hay consecuencias económicas que vendrán de otros sectores. Las veremos a medio plazo y van a influir mucho en la cultura. Me ronda mucho por la cabeza las preguntas de qué va a pasar con nuestro modelo económico y cómo va a afectar la cultura en esa transformación.

- ¿Qué oficios se han echado de menos en esta pandemia?
- Oficios creativos a muchos niveles. El de gestor cultural lo he echado y lo echaremos mucho de menos, porque es muy desconocido. En esta pandemia han desaparecido las escuelas, las bibliotecas y los centros culturales del mapa, cuando esa red debería haber sido un sostén social. El gestor cultural es un conector entre educación, ocio y vinculación social. La cultura ha sido fundamental para entender lo que es la pandemia y para resistir. Y va a ser necesaria para imaginar un futuro posible. Un gestor ya no es aquel que organiza eventos sociales o un listado de obras que van una detrás de otra, sino una persona que puede dinamizar culturalmente una sociedad al proponer contenidos, vínculos con la cultura, con las estructuras sociales, los artistas, los vecinos… Hay que reivindicar desde lo público esa idea de la cultura como una gran base de trabajo sobre la que hacernos más fuertes e imaginativos. Creo en el poder transformador de la cultura.

- ¿Para qué sirve un mediador?
- Mi trabajo consiste en estar muy en contacto con artistas y burócratas, y muy poco con políticos, porque los proyectos son muy cortoplacistas. Y no es por mí, sino por una cuestión generacional. Tenemos pendiente resolver la discontinuidad en la gestión de nuestras artes escénicas. Si no existe continuidad, no se puede afianzar la mediación. Los mediadores no podemos desarrollar nuestro trabajo fuera de la institución o de modelos más estables. Si estás cambiando todo el rato de estructura, de ciudad, de ámbito privado a público, de contexto… es muy difícil abordar una gestión a largo plazo.

- ¿En qué medida habéis ejercido de terapeutas durante la pandemia?
- Cuando al artista le va bien es cuando más terapia necesita, porque precisa de alguien que le agarre más al suelo o que le clarifique las situaciones. Cuando le va mal, es más creativo, más resolutivo y muy valiente. Así que en este contexto no me he sentido terapeuta.

- ¿Cuál es el súper poder de un mediador?
- Quien dispone de una estructura desde hace mucho tiempo, tiene el poder de reinventarse cada año para ser creativo, constructivo y seguir mediando con la misma energía, y quien no la tiene, atesora el poder de estar inventando cada día proyectos para seguir en la ola. Lo que pasa es que hay determinados territorios donde este trabajo se valora, se apoya y se nos van dando opciones, mientras que aquí, tienes que explicar lo que haces continuamente: cada proyecto es único y toda vez has de demostrar lo que sabes, ayudar a entender el potencial del trabajo que haces y además hacerlo rápido. Así que nuestro súper poder es la resistencia.

- ¿Cómo vamos de tablas para surfear la segunda ola?
- Durante mis vacaciones en Santander estoy viendo en la playa a los surfistas. Algunos son verdaderos campeones y otros están aprendiendo, así que se revuelcan, salen y vuelven a entrar. Es como también lo haremos nosotros, sin vergüenza y con toda la fuerza de que seamos capaces.

- ¿Qué otras noticias está ocultando el coronavirus?
- Muchas cosas sutiles pero muy evidentes de las que no se habla. Las relaciones intergeneracionales, por ejemplo. Hay que plantearse qué relación tenemos con los jóvenes, con los mayores, con nuestros vecinos… Cómo esos jóvenes tienen esa necesidad de fiesta y están siendo criminalizados por parte de un sector mucho más frágil. Hay relaciones tensas socialmente. También me resulta muy interesante el éxodo virtual al campo. ¿Qué vamos a hacer ahora con la España vaciada?¿Vamos realmente a cambiarla? O el modelo turístico, tan criticado cuando nos fijamos en los extranjeros. Santander anda a tope de turistas nacionales practicando el mismo modelo turístico criticado en otras regiones. A nivel de pequeñas cosas cotidianas, que reflejan una cultura, estoy viendo tantas contradicciones que me encantaría que también se hablara de eso. Hay una parte cultural muy importante que va más allá de la exhibición y a la que nadie se refiere.

- ¿En qué artistas visionarios consultas nuestro futuro?
- Ha habido gente muy rápida en dar respuestas, pero no han dispuesto de tiempo de maduración para hacer algo interesante. Si busco inspiración vital la encuentro en un entorno más natural, en mi familia, en mis hijos, en mirar por la ventana. Los autónomos siempre tenemos la sensación de estar trabajando, así que he tenido que distanciarme de lo artístico para sentir que de verdad me estaba tomando unas vacaciones.

- ¿Qué observas en la radiografía del teatro actual?
- Últimamente estoy muy poco en el teatro. Necesito hablar de artes, porque he perdido mucho la confianza en la exhibición. Las artes actuales tienen que ser modulares, flexibles, aplicativas. Han de estar en entornos naturales, en la calle, en las escuelas, en los centros de salud… Deben hacerse líquidas. Para mí las artes son fundamentales y esenciales, así que quiero huir de esa iconografía más conservadora, más clásica, vinculada a un espacio cerrado, a unas convenciones acotadas, porque ahora mismo no debería ser así. De hecho, ese espacio se ha quedado vacío durante la pandemia. Las artes no deberían condensarse ahí dentro, sino expandirse.

- ¿Qué es lo que más te ha ilusionado hacer ahora que la actividad escénica se ha reactivado?
- Nada más salir del confinamiento me hizo muchísima ilusión presentar GOL, porque pensaba que no íbamos a poder hacerlo. Es un proyecto de pensamiento contemporáneo en el que reflexionar sobre cómo se ve el sector a sí mismo, cómo encontrar mecanismos de participación para generar gobernanzas compartidas dentro de la institución pública. Se trata de aspectos fundamentales que deberían hacerse desde la gestión, porque si no, la gente se siente luego traicionada. Si les pides opinión, pero no estableces mecanismos participativos, no puedes aprovechar toda esa energía. Tenía la idea de que podía funcionar y generar algo muy pequeñito, que fomentara el diálogo conjunto y el entendimiento entre sectores diferentes, porque cuando estás muy cerca, las diferencias se maximizan. Con la pandemia, cada vez se veía más lejos poder constatarlo, pero fuimos capaces. Cuando el grupo hizo la presentación, dijeron: “Ahora lo hemos entendido”. Fue una recompensa brutal. Me demuestra que no vivo en los mundos de Yupi. Vivimos en una sociedad en la que mucha gente piensa y piensa mucho, pero en demasiadas ocasiones hablamos de tonterías, porque no tenemos contextos donde desarrollar nuestro pensamiento crítico. Construyámoslos, creemos un espacio donde exponer ideas.

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