GRAND PLACE / OPINIÓN

Naranjas agridulces…

22/01/2019 - 

"¿Cómo van las naranjas? Aún no las hemos vendido. Es que son la tardías. Valencia Late -por late en inglés, tarde-. Bueno.., se pagarán bien, no se cruzarán con las sudafricanas. Da igual, están picadas por el granizo que cayó hace dos meses. Y va a helar la próxima semana. Pues no las vendemos y nos las comemos. ¡Que hay cuatro campos! Pues las regalamos…".

Conversación familiar con mi hermana a pie de campo un domingo de enero. Que digo yo, ¿por qué nos tienen que preocupar las naranjas sudafricanas, con lo lejos que están? Pues porque acaban de entrar sin aranceles hasta el 30 de noviembre, cruzándose con el inicio de las naranjas valencianas -que no es mi caso-. ¿Y por qué, mes y medio después, están las naranjas valencianas por los suelos y en el suelo, literalmente? Los precios se han desplomado en alguna variedad hasta los 9 céntimos y a los agricultores no les salen las cuentas pagar por cogerlas del árbol. Este verano la naranja de Sudáfrica se vendía en el supermercado a 90 céntimos… ¡una! Que yo lo vi.

Que da igual que sea sudafricana como si viene de Marruecos o de Egipto, que son las que coinciden realmente con nuestra producción estacional, es decir, el invierno. Porque Sudáfrica las produce en verano, que está en el cono sur. Pero que da igual, porque además están las brasileñas, las argentinas… Por no hablar del dumping comercial que supone la entrada de productos de países con derechos laborales, impuestos y controles fitosanitarios a años luz de los estándares europeos. Me lo apunta mi compañero y amigo, Sergio Carbó, jefe de comunicación de Ava-Asaja. "No jugamos con las mismas reglas de juego".

Y así nos va, como que ya ha entrado una plaga de Sudáfrica, la xylella fastidiosa, como no se cansó de denunciar Jordi Sebastià, desde Bruselas. El eurodiputado de Compromís hizo campaña activa, pero de poco sirvió. En septiembre de 2016, el Parlamento Europeo votaba a favor de la ampliación del acuerdo de comercio con Sudáfrica, con una página escondida y envenenada para el campo valenciano. Se ampliaba en mes y medio la entrada en Europa sin pagar aduanas de sus naranjas.

A esto hay que añadir el sabor amargo que nos dejó el veto ruso a los productos europeos.  Europa se enfadó por la anexión rusa de Crimea, una península situada en Ucrania. Bueno, pues, como país asociado que es, la Unión Europea salió en defensa de los ucranianos y con embargos comerciales a Rusia. Por los que nos toca, los rusos hicieron lo propio con las frutas dulces, incluidas las naranjas. De esto va a hacer cinco años y hace un mes el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó una sentencia por una demanda de una empresa agrícola leridana, Fruits de Ponent, pidiendo  cuentas a Bruselas por las pérdidas que ello le produjo.

El tribunal, con sede en Luxemburgo y sin naranjas afectas al veto, ha dictaminado -Sentencia en el asunto T-290/16 Fruits de Ponent/Comisión (ES- que la Comisión Europea no es responsable de la excesiva producción y la bajada de los precios. Y que, para paliar el veto ruso, ya aprobó una cofinanciación de la retirada del excedente de las nectarinas y los melocotones que se quedaron sin ese mercado. Los leridanos protestaron porque esas ayudas no llegan nunca al pequeño agricultor, además de la escasa publicidad e información sobre ellas.

Es la globalización, amigo. Pues sí, la globalización de la precarización a que nos han traído los últimos 20 años de políticas liberales de gobiernos conservadores en Europa. Insisto porque en mayo, de nuevo, tenemos elecciones ¡también! al Parlamento Europeo y de nosotros depende el color de nuestras políticas en Bruselas, que serán las leyes a aplicar en Valencia. Y para defender ¡lo nostre!, porque España no lo ha hecho bien.

De hecho, con la naranja sudafricana, sólo los eurodiputados valencianos votaron en contra. Pensaba que esto era un Estado de las Autonomías basado en la solidaridad… Luego, hay quien aplica y replica con aplicar el artículo 155 de la Constitución, para cargarse las autonomías, y cierra delegaciones y oficinas comerciales autonómicas, con 155 -catalanas- y sin 155 -valencianas, lo hizo el PP en la Generalitat-.

Los italianos sí que lo tienen claro y acaban de conseguir una cláusula de salvaguarda para el arroz importado de Asia que suspenderá las exenciones arancelarias. Junto con España, son los principales productores. Pero claro, el lobby italiano es de los más potentes en Bruselas… Vamos a ver si el lobby valenciano anunciado por la Generalitat se pone en marcha y nuestras naranjas ya no nos dejan un sabor agridulce.

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