Hace unos días se celebraba el Día del Parto Múltiple. Este verano he estado conviviendo con los amiguitos y amiguitas de mi hija, y entre ellos estaban los “trillis” como les llamamos cariñosamente. ¿Cómo es la vida de una familia con trillizos?
Clara, Amparo y Jorge nacieron unos días después de mi hija, tienen todos 4 años y me maravilla verlos cómo interactúan y cómo se comportan. Como madre en solitario de una hija, sólo puedo sentir admiración por esos padres y madres que se enfrentan a la maternidad múltiple. Ese nivel de organización, ese orden, esos horarios, esa disciplina y esos límites bien puestos… que presumo deben ser indispensables para no “morir en el intento”.
Voy a contar la historia de Ana y Julio, aunque podría contar la de muchas otras familias en esta misma situación. Esta historia pretende ser una oda a estas familias numerosas que se enfrentan de golpe a más de un bebé al mismo tiempo.
Ana y Julio se casaron con 26 años y en seguida les vino el deseo de convertirse en padre y madre. Comenzaron este camino de la maternidad sin imaginar que vendrían tres hijos de golpe.
Una vez el ginecólogo que le atendía, el Doctor Millet, le confirmó que los mellizos que esperaban iban a ser tres y les derivó al Hospital La Fe dónde le trasladaron a la unidad de ginecología de alto riesgo. Recuerdan que al salir de la consulta lo primero que hicieron los futuros papás primerizos fue llamar a sus padres. Ana recuerda especialmente las palabas de ánimo y optimismo de su padre Manolo. A partir de ahí fue todo una dulce espera, como la de un embarazo más.
Pero comenzó un trabajo de investigación y un trabajo de adaptar la logística necesaria para la llegada de tres bebés. Poco a poco se fueron mentalizando de lo que venía. La novedad, la incertidumbre y la ilusión se triplicaba por tres.
Recuerdan los últimos días del embarazo algo complicados para Ana. La barriga le asfixiaba y tenía que salir a pasear en la silla de ruedas que empujaba Julio. Físicamente el embarazo fue tremendo. Nacen los bebés por cesárea programada un mes de febrero de 2016 y mientras iban saliendo uno por uno, Ana sólo preguntaba si estaban bien. Mientras tanto en la sala de espera, la espera estaba siendo dulce para Julio que estaba seguro de que todo iba a salir bien. Ana recuerda que su madre Paqui era la que estaba pasándolo peor pues era su hija la que paría a tres bebés “a la vez”. Nacieron los tres bebés sanos.
Hasta los 4 meses los turnos para las comidas y los baños eran uno detrás de otro porque no daban para más, pero desde los 4 meses todo lo han intentado hacer a la vez.
Los tres bebés comían y les bañaba a todos a la vez siempre y cuando hubiera al menos dos personas. Según Ana, así se organizan mejor y pueden disfrutar más del tiempo. Al principio nunca podía estar una persona sola con los tres, al menos se necesitaban 4 manos.
Este sistema no está preparado para parir trillizos tal y como aseguran Julio y Ana pues la ayuda familiar ha sido vital para ellos. Una ayuda que no han tenido en el confinamiento porque lo han pasado aislados de los abuelos. Sin la red familiar que tienen de abuelos y tíos, tanto por parte de Ana como por parte de Julio con sus padres Amparo y Julio, su vida sería mucho más complicada. Los cuatro abuelos juegan un papel esencial, además de la ayuda externa que han tenido puntualmente, no sólo para el día a día sino también para encontrar momentos de disfrutar como pareja y con amigas y amigos, pues si algo tienen claro es que sus hijos son lo más importante, pero su vida va más allá de sus hijos.
Ambas familias se volcaron en ayudar a sus hijos. Cambio de casa, coche, carritos, biberones para todos… el primer año fue tremendamente intenso y todo estaba orquestado para adaptarse a la nueva situación.
Ambos son conscientes de lo afortunados que son de haber podido hacer estos cambios pues existen familias sin recursos para ello cuya crianza de trillizos se complica. Pues no existen prácticamente ayudas reales oficiales para este tipo de familias.
Entre las pocas que hay destacan que algunas licencias sin trabajar para criar se triplican, como, por ejemplo, los meses de lactancia y que, por ejemplo, los bonos de la EMT que han utilizado mucho son muy útiles, pero en general las ayudas económicas son pocas.
Pasaron los meses y poco a poco se fue poniendo todo en su sitio. Los bebés fueron creciendo y con mucho amor y trabajo fueron encontrando la armonía familiar que tienen actualmente. Hoy en día son una familia estupenda y valiente. A los trillizos se unió un cuarto hijo, Pablo, que llegó con mucho amor también. Ana necesitaba saber y disfrutar de un embarazo de un solo bebé. Y así fue.
Las diferencias son notables. Mientras que Pablo es más demandante por haber nacido solo y haber acaparado la atención de sus padres desde el minuto uno, los trillizos, parece que lo sepan desde que nacieron, pero no son niñas ni niños tan demandantes. Y es que dice su padre Julio que es imposible poderles prestar la misma atención y se acostumbran desde que nacen a esperar. Cultivan la paciencia sin querer.
Parece que tanto la paciencia como la espera se convierten en un elemento más en este tipo de familias numerosas.
La sensación que ambos tienen es que no tuvieron tiempo para disfrutar de los trillizos; ahora con Pablo de casi un año y los trillizos con 4 años, ya pueden disfrutar de más momentos y empiezan a ver la luz. Si las familias con sólo un bebé sentimos que le tiempo vuela cuando estamos criando, con trillizos esa sensación no solo se triplica, se debe quintuplicar.
El sistema social no dispone de una logística pensada para este perfil de familias. También es cierto que la fortuna de tener trillizos y los tres sanos sin complicaciones en el parto o en los primeros meses es una realidad que no todas las familias pueden disfrutar. Ana recuerda que siempre fue lo que le preocupó. Mientras que nunca pensó ni se preocupó por su salud, nunca dejó de pensar en la salud de sus tres hijos.
Existe alguna asociación que apoya a las familias que se enfrentan a este tipo de embarazos, parto y crianza. Una maternidad nada común y que requiere de una entrega y un esfuerzo añadido a la crianza de sólo un bebé, o incluso dos. Porque como bien dicen Ana y Julio, cuando son tres bebés: “no hay brazos para todos”.
La semana que viene … más!