VALÈNCIA. La imparcialidad no existe. Oh, sorpresa. La aceptación de que no existe una verdad o realidad absoluta –o, al menos, no muchas- es la clave para reconfigurar muchas de las ideas que uno da por hechas. Es precisamente esa parcialidad consciente el punto de partida de Dos monedas (Ediciones La Cúpula), la nueva novela gráfica de Núria Tamarit (Vila-real, 1993). A través de los ojos de Mar, una adolescente europea, el lector viaja a Senegal, un país al que llega para trabajar como voluntaria y en el que vive un choque cultural que desmonta algunos de los mitos con los que cargaba en la maleta. Pronto su visión catastrofista de África se disuelve, sumando nuevas realidades a un puzzle que hasta el momento solo se había compuesto por un único tipo de mensaje, un discurso que poco a poco va reconstruyendo de la mano de sus nuevos compañeros de viaje.
“Quería tratar este tema de una manera más natural, que es como yo lo viví allí [en Senegal]. Me di cuenta de que lo que había aprendido en España de esos países era una visión muy negativa, centrado solo en las pateras. Cuando fui no sabía qué iba a encontrar. Quería eliminar esa imagen catastrofista de África”, explica Tamarit. Ese “yo” del que habla se refiere a ella misma, pues la historia parte de un viaje de la autora a Senegal, un choque cultural que ha querido vehicular a través de los ojos de una protagonista que, a pesar de que asume gran parte de su experiencia personal, no la representa. Al menos al 100%. Tamarit confía en esta adolescente los ojos del espectador, un personaje que se enfrenta a los llamados ‘problemas del primer mundo’, la falta de teléfono móvil o Netflix, de una manera casi naif, para acabar desvelando las diversas capas de esa otra parte del planeta.
“Cuando eres más joven no tienes tanta información y te impacta más. También es un momento de la vida en el que lo que crees lo crees mucho más, las verdades son más absolutas, lo que genera más contraste con la información que luego recibe”, explica la autora sobre la elección del personaje principal, una figura de conexión, especialmente, con el público joven que quiere conquistar con la obra. “Me gusta pensar que alguien de su misma edad pueda conocer esa otra cara de África”. La novela busca promover el debate viñeta a viñeta, un formato que, explica, ayuda a alcanzar un número mayor de lectores. Especialmente el cómic que se centra temáticas sociales, que ha roto fronteras y sumado nuevos lectores no habituales. “Pienso en Ana Penyas, ¿cuánta gente ha comprado sus cómics y lo han regalado a sus abuelos o padres?”, indica Tamarit al respecto de Estamos todas bien, la obra que le valió a la valenciana el Premio Nacional de Cómic.
De premios también va la cosa con Núria Tamarit, que forma parte de una nueva generación de creadoras que están manteniendo y elevando el panorama del cómic valenciano. Dos Monedas fue la obra que la valió el Premio València de Novela Gráfica, el primero concedido en esta categoría, un galardón que se suma a otros como el del mejor fanzine en el Salón del Cómic de Barcelona, que ganó junto a otros autores por Nimio. Si bien la visión positiva y desdramatizada marca el tono general de la obra, es la propia Tamarit la que se enfrenta a sus posibles contradicciones, a la idea de que su visión también está sesgada, en un complicado ejercicio en el que expone sus propias dudas ante el lector. Es, en el último tramo de la novela, cuando una de las mujeres senegalesas con las que Mar convive le apunta: “creo que nos estás idealizando”. Y es en este preciso instante que Tamarit abre un nuevo camino en el que el lector cuestiona lo recorrido.
“Al final, la protagonista ha viajado con una ONG sabiendo que va a volver, con lo que es una vivencia un poco irreal, porque es temporal. Dicen que es un viaje que te cambia la vida, pero no te la cambia. Aprendes, sí, pero al volver tienes lo mismo que antes. Por eso en algún punto, al recibir toda esta información positiva, pienso que se puede estar idealizando. Es un camino confuso”, confiesa la autora de Dos monedas, quien recalca que el libro no busca hacer un análisis del país y sus problemáticas, sino mostrar una experiencia positiva poco representada en los medios convencionales. “De hecho, no estoy segura de hasta que punto lo he hecho bien. Es difícil, por eso me interesaba que la protagonista fuera alguien más adolescente, alguien conocedor del problema pero sin la capacidad para analizarlo al 100%, como yo me siento”.
La ilustradora, que actualmente tiene entre manos dos nuevos cómics con colaboraciones internacionales, presenta hoy miércoles a las 19.30 horas en la librería Bartleby Dos Monedas, un acto en el que estará acompañada por Cristina Durán. En su corta pero intensa carrera, la valenciana ha participado en fanzines como Belice, Club del Còmic de València, Saxífono o Sacoponcho o expuesto en Bartleby (Valencia), Delirio (Móstoles) y en la Solent University of Southampton (Reino Unido), así como participado en colectivas como la destacada Ocultas e ilustradas. Crecimiento y éxito de las ilustradoras en València, con la que La Nau quiso reconstruir el relato histórico de las ilustradoras locales. Por cierto, con suerte, pueden toparse estos días con uno de los carteles que ha realizado para la primera edición del festival Labdeseries.