He leído esta semana, con mucha sorpresa, que un cura de Valladolid ha sido detenido por enviar un vídeo sexual a una menor. Al principio no me lo podía creer. Lo raro de la noticia, lo que me ha llamado la atención de verdad, es el hecho de que haya sido detenido y se haya iniciado un proceso judicial. Hace diez años ese sacerdote hizo lo mismo con otra menor y ya ven, ahí sigue con sus jueguecitos pervertidos. Y estos dos vídeos son los que sabemos. Me pregunto cuántas niñas han guardado silencio, avergonzadas por el vídeo o por lo que venga después del vídeo.
Los sacerdotes pertenecen a Dios y no deben ser juzgados por la ley de los hombres. Esa ha sido la idea durante años. Por eso cambiaron de iglesia a un cura acusado de pedofilia en Burriana y lo mandaron a la parroquia de mi barrio. Por eso en el Puerto de Sagunto, en los años 70, un sacerdote violó y mató con más de cincuenta puñaladas a un monaguillo y fue pillado cuando intentaba deshacerse del niño tirándolo a un pozo. No fue juzgado. Tranquilos, se hará justicia, será excomulgado, dijeron a la familia. Y es que pobre cura, un pequeño desliz lo tiene cualquiera, no va a ir a la cárcel por eso. Cincuenta pequeños y afilados deslices que podrá pagar con Padrenuestros. Pero lo peor de todo es que ni siquiera era verdad lo de la excomunión. Fue trasladado a Mallorca, donde llegó a incluirse su nombre en un libro junto a otros sacerdotes ejemplares. Depredadores ejemplares debería haberse llamado el libro. Publicado tal vez con dinero público. O con ese dinero negro que maneja la Iglesia, creo que hay que decir presunto dinero negro, como hay que decir que el rey es un presunto defraudador y presunto mujeriego o el cielo es presuntamente azul. En fin, el presunto dinero negro de las presuntas recolectas y presuntas donaciones y presuntos negocios que la presunta Iglesia presuntamente no declara.
"MIENTRAS ESTAS COSAS OCURRAN, NO TENDREMOS EN ESTE PAÍS UNA DEMOCRACIA CONSOLIDADA"
El caso es que esta misma semana también he leído que muchos payeses catalanes han denunciado al obispado por poner a nombre de la Iglesia casas, cementerios, terrenos y templos que fueron construidos por sus familias y a ellas pertenecieron hasta que a los obispos las expoliaron, o presuntamente expoliaron, yo qué sé. Y ahora les piden a los payeses que demuestren que son sus dueños si quieren recuperar sus cosas… Otros centenares de inmuebles que sumar a las decenas de miles que la Iglesia tiene a su nombre y por los que no paga impuestos como el resto de ciudadanos. Porque los inmuebles de Dios pertenecen a las leyes de Dios, no a las leyes humanas, y Dios al parecer piensa que no deben pagar el IBI nada pero sí recibir subvenciones y dinero público para restaurar, por ejemplo, templos que son patrimonio cultural o histórico. La verdad es que es un Dios listo, eso no lo voy a negar.
A mí me parece bien que cada uno crea en lo que quiera: en Dios, en el Aloe Vera o en los relojes caros. Lo que no me parece bien es que en un país democrático y aconfesional como el nuestro la Iglesia sea el símbolo, igualito que la monarquía, del elitismo, los privilegios y la desigualdad ante la ley. El rey, por suerte o desgracia, está mostrando su verdadera cara: que de hombre ejemplar, nada. O tan ejemplar como el cura aquel violador. Ha demostrado que solo piensa en sí mismo y pasa de su hijo como siempre pasó de su mujer. Que España es una amante a la que utilizó y a la que ahora, que ya no le sirve para nada, aparta de su lado con una patada. Con la Iglesia, sin embargo, seguimos estancados. No sé qué va a tener que hacer para que empecemos a plantearnos quitarles algunos privilegios, la verdad. Por desgracia no saldrán a la luz las cuentas en Suiza porque no existen: el banco del Vaticano es igual de opaco. Presuntamente opaco. Opacamente presunto.
Al menos, ahora ya se les juzga. Otra cosa, ya veremos, es que se les condene…
En breve empieza el curso escolar. Los maestros y profesores que aprobaron sus oposiciones o entraron por sus méritos a la escuela pública empezarán a dar clase. Los maestros y profesores de religión que NO aprobaron sus oposiciones y entraron elegidos por el obispado, también empezarán sus clases. Y todos cobrarán del mismo dinero público. Detalles del día al día.
Mientras estas cosas ocurran, no tendremos en este país una democracia consolidada. Si cuatro años estudiando oposiciones valen lo mismo que ser sobrino de un cura con influencias -que sí, presuntamente influencias- la democracia es una mentira.
(Ay, como exista Dios y sea de verdad bueno, la de Infiernos que se van a comer muchos de sus sacerdotes y obispos…)
Esto se acaba. La Iglesia católica se apaga como un cirio en una parroquia de barrio. La fe parecer ser cosa de nuestros abuelos. Ir a misa es de sujetos extravagantes. La mayoría de los jóvenes pasan de la religión. Bastante tienen con el opio de sus pantallitas