Parece que el presidente USA lo ha vuelto a hacer, una vez más y por toda la escuadra
En la historia de las relaciones internacionales se contará que en la segunda década del siglo XXI surgió un líder difícilmente encasillable, un auténtico outsider, que descolocaba a propios y extraños. Ese líder, como pueden imaginarse, se llama Donald Trump, un personaje que ocupará de una forma u otra, un espacio en la historia, y que en estos días nos ha regalado otra sorpresa.
El presidente Trump ha aparentado en muchas ocasiones (nunca ha dejado de ser un showman), ir de auténtico francotirador, ir por libre, que además ha puesto de acuerdo, generando extrañas alianzas, a los populismos de izquierdas, antaño llamados comunistas, y sus movimientos subversivos que quemaban las calles norteamericanas, junto con las grandes fortunas tecnológicas, es decir toda la piji-progresía, además del capital de Wall Street y de las finanzas internacionales.
El presidente Trump en su, parece ser, última puesta en escena, antes de marcharse de la Casa Blanca, ha tomado una decisión que afecta directamente a España, como ha sido el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, anteriormente provincia española.
Lo que todavía no se puesto de relevancia ni en valor del presidente Trump, es lo que ha representado en la escena internacional, consiguiendo alcanzar acuerdos de paz anteriormente considerados imposibles, y que gracias a su carácter empresarial, negociador, y sin prejuicios, no es un tipo del establishment político, ha alterado el status quo del Oriente Medio, en el que había una situación, de todos contra Israel.
Porque claro cualquier país musulmán debía ser, per se, enemigo del Estado de Israel, e incluso no reconocerlo oficialmente, etcétera, etcétera, etcétera, según lo acordado en la Declaración de Jartum del 1 de Septiembre de 1967. Pero hete aquí que llegó Trump, y logró lo que ningún otro presidente o líder internacional había conseguido, y es, que sin existir guerra previamente o necesidad de una tregua, como ocurrió con Egipto o Jordania, sucesivos países árabes y/o musulmanes están reconociendo a Israel, solo a base de negociar, usando las clásicas herramientas en las relaciones internacionales como son el interés y el poder de una forma inteligente, incluso audaz.
Primero fueron los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein los que lo reconocieron tras el Acuerdo de Abraham en septiembre, después fue Sudán en octubre y este diciembre ha sido Marruecos, nuestro vecino del sur. El reino alauita ha utilizado en el ámbito internacional siempre un gran pragmatismo, y así ha sido como éste, desde hacía tiempo, le había hecho acercarse a posiciones de normalidad internacional, teniendo más o menos contactos con los israelitas. Ahora el Sultán de Marruecos ha aprovechado la ocasión para en base a esa practicidad (perdonen el palabro) buscar un mayor beneficio, respecto a lo conseguido por los anteriores países musulmanes.
Si por ejemplo, a los Emiratos el reconocimiento de Israel fue parte de la contraprestación a la adquisición de aviones de combate de última generación (tecnología Stealth) norteamericanos F 35, ahora a Marruecos el reconocimiento ha sido posiblemente la contraprestación para poder adquirir a los norteamericanos el Drone MQ-9, el tan temido Predator, que se incorpora al ya potente arsenal marroquí de los carros de combate Abrams M1, los helicópteros de Ataque AH-64 Apache, o los cazas de combate F 16 Block 50 última versión; y así un hábil Mohamed VI ha sabido sacarle otra contra-contraprestación a su vez a los USA, como es el reconocimiento de la soberanía alauita sobre el Sahara.
Esta ventaja obtenida por el reino de Marruecos, sobre un problema enquistado para la Comunidad Internacional, ha tenido en principio como consecuencia, según los analistas que no el gobierno, la suspensión de la cumbre hispano marroquí. Esta reunión de alto nivel, debería de tratar el problema migratorio existente sobre las Canarias, cosa que se pospone hasta febrero. Después, otra de las consecuencias que podrá tener este reconocimiento, es la presión internacional sobre España como potencia antaño descolonizadora, y con un efecto domestico, por las posibles protestas (por ser una medida de Trump y pro-israelita) de los grupos pro saharauis, muy integrados en los partidos de izquierdas que apoyan al gobierno, que podrían generar una respuesta por parte de las autoridades marroquíes, es decir con un claro efecto bumerán. Todo esto, a parte de las posibles reacciones de los vecinos del sur, como Argelia, que se haya en plena carrera armamentística con Marruecos, y con unas relaciones entre ellos más bien tensas.
Es evidente que necesitamos el respaldo y la complicidad de la Unión Europea para asegurar las fronteras del sur del continente, ya manifestaba esa preocupación por África la Declaración fundacional de Robert Schuman del 9 de mayo de 1950; aunque después de como nos han tratado en los últimos días la UE, en los que Leon ha perdido la sede del Centro Europeo de Ciberseguridad en favor de Bucarest, y Barcelona la subsede de la Agencia Europea de Meteorología en favor de Bonn, pues la verdad que no me fío mucho, del posible apoyo de Bruselas frente a los riesgos procedentes del norte de África, con el precedente italiano.
Desde luego vamos a perder mucho entretenimiento en el escenario internacional con el fin del mandato de Trump, después de este último golpe de efecto, aunque mi amigo el Marqués de Foyos está convencido, que en este mes largo que le queda en la White House en algún nuevo charco se meterá. Esperemos que no vuelvan los tiempos del gran número de ejecuciones extrajudiciales con drones (según los informes de la ONU) a pesar de ocupar la Casa Blanca progresistas presidentes del partido Demócrata como Barak Hussein Obama II, y nunca olvidemos que Trump, ha sido el primer presidente USA que en muchas muchas décadas, no ha provocado ningún nuevo conflicto-guerra.
Y mientras los Saharauis son los grandes perdedores de este penúltimo acontecimiento internacional, justamente en la semana que se celebra el día internacional de los Derechos Humanos (DDHH), que en este desordenado mundo están claramente en regresión. Un claro ejemplo de este retroceso es la poca importancia que se la ha dado a esta día de los DDHH, 10 de diciembre, aunque aún menos se le ha dado al día 9 de diciembre, Día internacional contra la Corrupción, y es evidente el porqué, pues estos conceptos son muy lejanos, o mas bien opuestos al régimen dictatorial de Xi Jinping, China es uno de los países que más domina el escenario multilateral de las diferentes agencia internacionales.
Pues si en los años 70s, 80s o incluso principio de los 90s del siglo pasado, lo que más se oía en la ONU era la lucha por los derechos humanos del individuo, ahora se habla de desarrollo sostenible, de una economía ecológica y circular, conceptos más colectivos y menos políticos que los Derechos Humanos; a los que también tienen derecho esos inmigrantes que aunque irregulares, al ser abandonados a su suerte en cualquier rincón de la geografía peninsular, son víctimas propicias de las mafias o de morir en un incendio en una fabrica abandonada, en fin tiempos difíciles.