La mayoría de los aficionados al Valencia CF (y al fútbol español) recuerdan ese gran momento: febrero de 2004. Valencia y Real Madrid disputan un partido clave para el título liguero (que finalmente ganaría el Valencia). Cuando sólo falta un minuto para terminar el partido el Valencia vence por 0 a 1. Pero hete aquí que Raúl cae fulminado dentro del área ante el defensa central del Valencia, Marchena, y el colegiado, siguiendo las más antiguas tradiciones de la casa, pita raudo un penalty a favor del Madrid. El partido finaliza 1 a 1, con un gran escándalo.
Cualquiera que viera esas imágenes pensaría que Raúl se había dejado caer. Pero no: como sentenció el entonces presidente de la Federación Española de Judo, Alejandro Blanco, la acción de Marchena (fuera la que fuese dicha "acción") había sido un Ushiro Nage en toda regla: una terrorífica llave de judo ejecutada para derribar al delantero blanco en el área y, ya puestos, regalarle un penalty al Real Madrid.
El concepto de Ushiro Nage permanece desde entonces en el recuerdo de todos nosotros. Sobre todo, del mencionado Alejandro Blanco, que tras su hermosa acción en defensa de Raúl y del Real Madrid prosperó en su carrera y actualmente es, y desde hace muchos años, el presidente del Comité Olímpico Español.
Como presidente del COE, Alejandro Blanco ha vuelto a terciar recientemente sobre cuestiones relativas al fútbol español. Me refiero, claro está, a la eventualidad de vacunar o no a los integrantes de la Selección Española de Fútbol, "La Roja". El presidente del COE lo tiene claro: por supuesto, hay que hacerlo. Es una cuestión prioritaria y total, son veinte o treinta vacunas que, si se caen, se matan.
Esta cuestión, la vacunación de los componentes de la Selección Española de Fútbol, constituye el último despropósito del Ministerio de Sanidad, que ya atesora una larga, larguísima lista de errores, fallos clamorosos y decisiones desconcertantes desde que comenzó la pandemia y dicho ministerio, que en España en realidad no tiene apenas competencias (transferidas a las comunidades autónomas), empezó su gloriosa trayectoria.
A las puertas de la Eurocopa, y ante las repetidas peticiones de la RFEF, el Ministerio de Sanidad decidió que había que vacunar a los jugadores y cuerpo técnico. Habían tenido meses para plantear esta cuestión, pero es ahora, con todos los focos puestos sobre "La Roja", cuando Sanidad decide que hay que hacerlo, al estilo populista y obsesionado con los "impactos" mediáticos y el "relato" al que nos tiene acostumbrados este Gobierno. Un estilo, además, cada vez más deshilachado y defectuoso y al que se le ven claramente las costuras y objetivos electoralistas.
Si al Ministerio de Sanidad le ha dado ahora por vacunar a los jugadores no es, desde luego, por razones sanitarias, sino por puro oportunismo populachero. Porque creen que les beneficia y que eso es lo que quiere la gente. Da igual que con ello pongan en duda meses y meses de exitosa campaña de vacunación, basada en el principio, claro y transparente, de que se vacuna primero a quien más lo necesita, y que aquí nadie se vacuna antes de que le toque. Da igual que, además, se persiga (con medidas legales pero, sobre todo, con la censura pública) a quienes no lo cumplan, especialmente en los primeros compases de la vacunación (aquellos alcaldes caraduras que se vacunaron haciéndose los despistados). Todo esto da igual, porque ahora el Ministerio de Sanidad quiere envolverse en la bandera de "La Roja", a ver si se les pegan unos cuantos votos de forofismo barato.
Por fortuna, no parece que la cosa les esté saliendo muy bien. La reacción del público no está siendo, como seguro que pensaban los estrategas de comunicación gubernamentales, "claro, vacunad a nuestros ídolos del balón, la Eurocopa es fundamental: ¡quitadle la vacuna a mi tía Edelmira y ponédsela al lateral derecho suplente, se llame como se llame!". Más bien ha pasado lo contrario, por aquello de que la gente lleva un año y medio aguantando esta pandemia, está todo el mundo muy cansado y, en fin, por algún motivo a la mayoría del público no le entusiasman las demostraciones de arbitrariedad y favoritismo. Que pueden entenderse, en parte, si quien las solicita (la Federación Española de Fútbol) defiende a los suyos. Pero que lo haga el Ministerio de Sanidad es sencillamente impresentable.
En Sanidad saben perfectamente que la vacunación con tan poca antelación es muy poco efectiva y puede resultar contraproducente, puesto que la inmunidad no se adquiere instantáneamente al recibir la vacuna, sino que la cosa lleva su tiempo, y para cuando los jugadores sean totalmente inmunes la Eurocopa ya habrá terminado (incluso aunque no les eliminen en cuartos de final o antes). Pero lo que sí puede pasar es que los efectos secundarios de la vacuna debiliten a los jugadores y su desempeño en la Eurocopa se resienta. Todo lo cual no les ha impedido montar su numerito demagógico de "apoyo a la Selección", claro.
El remate ha sido el nuevo pulso que ha echado en el último momento la Federación Española de Fútbol para exigir, además, la clase de vacuna que había que poner a los futbolistas. Como las vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) requieren dos dosis y eso resultaba incómodo para unos futbolistas que van a comenzar de inmediato la Eurocopa, la RFEF ha exigido la vacuna monodosis de Janssen para los integrantes de "La Roja", a pesar de que no está aún autorizada para menores de 40 años. Dicho y hecho: se ha vacunado con Janssen a los que no habían pasado el covid y con una dosis de Pfizer a los que sí. A la carta, al gusto del consumidor, que la vacunación es una estrategia de país y aquí todo el mundo se vacuna cuando le toca, salvo si eres futbolista y vas a jugar la Eurocopa, que entonces el Gobierno "más social de la historia" quiere hacer un poco de populismo y te vacunan como y cuando tú quieras.