ALTEA. Se rodó en distintas localizaciones de la provincia de Alicante y hoy, sábado 30 de abril, vuelve para recoger el Premio al Legado en el festival Series Nostrum, en Altea. Crematorio ya dista once años desde su estreno, pero sigue teniendo vigencia en dos de sus temáticas: la corrupción y escándalos políticos y el universo interno de cada persona (ya se guarde dentro el cielo, el infierno o un mix de ambos). El audiovisual de los hermanos Sánchez-Cabezudo ha ido añadiendo galardones a su vitrina, considerándose incluso en 2011 como la mejor serie española (Premio Onda en esa categoría). Una de las protagonistas de la historia, Alicia Borreguero (Silvia Bertomeu en la serie), ha mantenido una conversación con Ediciones Plaza y ha echado la vista atrás para apreciar la evolución de Crematorio y la actualidad que guarda con el presente.
- Crematorio ha ganado el Premio al Legado en el festival Series Nostrum. Es curioso que una serie de una temporada -ocho capítulos- haya sido reconocida con este galardón. ¿Por qué dirías que merece este reconocimiento al legado, precisamente?
- Crematorio fue una serie valiente en su momento. Fue la primera apuesta de una plataforma por hacer una serie, lo que contribuyó a tener más espacio para esa valentía de la temática. En ese momento, las series estaban muy condicionadas por las audiencias. Además, confluyeron muchas cosas que hicieron que fuera una serie de muchísima calidad: el trabajo con los guiones, sobre los que los hermanos Sánchez-Cabezudo estuvieron trabajando un par de años; la novela de Chirbes, que es una obra maestra; la producción de Fernando Bovaira, y los que nos unimos después en el equipo técnico y artístico... Hubo un buen encaje. Sin duda, fue un proyecto que abrió espacio y que, además, lo hizo bien.
- Recuperando lo que decías, fue una serie valiente al hablar de la especulación. ¿Hubo alguna reprimenda, algún tirón de orejas por la temática?
- En absoluto. Más bien, todo lo contrario. Además, la serie no era solamente sobre especulación, aunque sí es el argumento; la serie habla de quiénes somos y de la podredumbre que llevamos todos dentro. Esta historia sí se centra en el pelotazo, en la época de la gran expansión urbanística de la costa del levante, pero verdaderamente todos los personajes que hay en la serie tenían algún lugar podrido dentro de ellos. Esto es lo que la vuelve universal. La serie caló mucho en el público porque no se quedó en la historia argumental, en la anécdota que narra, sino que tenía una profundidad.
- En la escena final aparecía Silvia, tu personaje, en el despacho que había sido de tu padre, Rubén Bertomeu (interpretado por Pepe Sancho), y se sienta en su silla, frente a su escritorio. Alicia, ¿tú hubieras continuado con el negocio de tu padre?
- Pues eso solo lo saben los Sánchez-Cabezudo (ríe). Se planteó argumentalmente la continuidad en el negocio, encarnada no solo en mí. Era una idea y yo no sé nada más, simplemente que se quedó donde se tenía que quedar y que quedará siempre como un personaje icónico de Pepe Sancho.
- Aunque al final se quedó en una miniserie, pongamos que hay una segunda temporada ahora, once años más tarde, que los reencuentros están de moda. ¿Aceptarías una secuela de Crematorio?
- ¿Yo? Por supuesto. Pero es imposible; Crematorio sin Pepe Sancho no tiene corazón.
- ¿Dirías que la historia y la serie siguen teniendo actualidad?
- La serie tiene que ver con las cenizas que todos llevamos dentro. Por supuesto que tiene vigencia, no tenemos más que poner el telediario. De hecho, a diez años vista, casi te diría que aquello parece una chiquillada al lado de lo que estamos viviendo hoy.
- Pese a la actualidad, es cierto que hay características que denotan que se emitió hace diez años. Por ejemplo, la audiencia y la cuota de pantalla. Eso está ya casi extinto, porque consumimos televisión a la carta, a través de plataformas. ¿Qué otros aspectos dirías que evidencian que la serie es de hace una década?
- Nada, te lo digo de corazón. Lo último que diría de Crematorio es que es una serie de hace diez años. Este es uno de los grandes atributos y de las grandes demostraciones de que la serie verdaderamente abrió un camino. Yo la veo y no hay nada que me haga pensar que trata sobre los años 90. Hay cosas de ahora que me recuerdan más a los 90 que Crematorio.
- Hay esa vigencia, esa actualidad de la que hablábamos...
- Y técnicamente también es una serie impecable. Por hacer una comparativa, los grandes textos de teatro nunca pasarán de moda, porque tienen vigencia universal. Por eso te decía que esto va mucho más allá de la anécdota del pelotazo en España en aquella época.
- Voy a barrer para casa. Por el tema de la especulación urbanística, gran parte de la serie está rodada en Alicante. Ahora parece que ya hay una tendencia más clara a salir de Madrid y de Barcelona para grabar, pero hace 10 años no. ¿Qué crees que le aportó Alicante a la serie?
- Todo. La luz y la costa de Alicante son un personaje más en la serie. Ocurrió todo lo que ocurrió precisamente ahí porque había hechos geográficos y políticos, pero que hacían de Alicante un lugar muy particular. Alicante es fundamental. Si se hubiera rodado en otro sitio, tendría que haber habido un enorme trabajo para que pareciera Alicante. Teniéndolo ahí, nos hicimos una gira maravillosa y descubrimos toda la costa.
Fue una serie británica de humor corrosivo y sin tabúes, se hablaba de sexo abiertamente y presentaba a unos personajes que no podían con la vida en plena crisis de los cuarenta. Lo gracioso es que diez años después sigue siendo perfectamente válida, porque las cosas no es que no hayan cambiado mucho, es que seguramente han empeorado