CASTELLÓ. Menos de una semana. Es el plazo que, a priori, se ha dado la Comisión Europea para acabar de definir su postura sobre la posibilidad de aplicar el tratamiento en frío a la naranja sudafricana. Después de que este viernes la propuesta no se haya llegado a debatir en el seno del Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (Scopaff), al contrario de lo que estaba previsto, la Comisión ha incluido una nueva reunión de la división de Sanidad Vegetal del Scopaff... que hasta ayer no estaba prevista.
Es el miércoles día 25 cuando se debe celebrar esta nueva cita, para la que todavía no hay agenda oficial, a tenor de lo que consta en la web del Scopaff. Por ello, la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, pide que la Comisión Europea incluya en el orden del día de la reunión la propuesta.
A este punto se ha llegado después de que el 1 de febrero el propio Scopaff aprobase la propuesta, esta haya superado sin apenas cambios su tramitación ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la propia comisaria europea de Sanidad y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, se comprometiese por escrito a implementarla "antes del comienzo de la nueva temporada comercial" sudafricana, tal y como hizo en una carta remitida al grupo de contacto de cítricos de la UE, formado por el sector de Francia, España, Portugal e Italia.
Así, aunque es cierto que el debate y la "posible implementación" de la medida -así se recogía en la agenda del Scopaff de estos pasados jueves y viernes- solo se retrasaría una semana; y de que Bruselas no ha adoptado un tratamiento en frío más laxo, tal y como había transmitido a los Estados miembro y solicitan los exportadores sudafricanos; el retraso no es una buena noticia para el sector citrícola castellonense, valenciano, español... y europeo.
No en vano, el hecho de que la Comisión Europea haya reculado sobre su pretensión inicial (plasmada además en una carta firmada por una comisaria y en nombre de otros dos: el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea y Comisario de Comercio, Valdis Dombrovskis, y el de Agricultura, Janusz Wojciechowski) no es un buen presagio.
Un mal síntoma que se produce después de que el lobby de importadores de naranja noreuropeos (de Países Bajos y Alemania, fundamentalmente) hayan presionado a la Comisión durante estos meses de trámites; algo que también ha hecho la patronal sudafricana Citrus Growers' Association... y el propio Gobierno de aquel país.
Fuentes europeas apuntan que el Ejecutivo sudafricano ha remitido recientemente una carta a la Comisión Europea en que amenaza con posibles consecuencias de la aplicación del tratamiento en frío. Y todo mientras este país sí implementa esta medida fitosanitaria para sus exportaciones a Estados Unidos o Japón, por ejemplo. Incluso con un nivel de exigencia mayor del que había resuelto implantar el Scopaff el pasado 1 de febrero.
Respecto a todo esto, y después de que el director general de Sanidad de la Producción Agraria, Valentín Almansa, participara este viernes en la reunión del Scopaff, el Ministerio prefiere guardar silencio. Así, el gabinete liderado por Luis Planas esconde su postura oficial y opta por la diplomacia.
No en vano, el ministro valenciano tendrá el próximo martes, día 24, la posibilidad de trasladar al comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, el malestar generado en el sector español tras el cambio de postura del Ejecutivo europeo. La cita será en la reunión del Consejo de Agricultura y Pesca que se celebrará en Bruselas.
De momento, la única postura oficial pública es la del Consell. Mollà ha calificado de "muy grave" que la Comisión Europea "pueda poner en peligro la citricultura valenciana y otros cultivos y especies vegetales europeas por no solicitar el tratamiento en frío a las importaciones de naranja procedentes, fundamentalmente, de Sudáfrica y Zimbaue".
Y es que en juego está la llegada de la falsa polilla a Europa, tal y como ha alertado la propia Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) y se viene produciendo repetidamente, así como su expansión por el Viejo Continente. Con estos condicionantes, no ha de extrañar el malestar generado en el sector español.