CASTELLÓ. El clúster cerámico necesitaría invertir hasta 81.000 millones de euros en 27 años para adaptarse a la transición energética, una cantidad que supone alrededor de 15 veces su facturación anual. Así lo indica un estudio sobre los costes de la descarbonización presentado este jueves por la patronal Ascer, que ha advertido de la falta de ayudas públicas y ha alertado del impacto que supondrá en la competitividad del sector respecto de otros mercados internacionales a los que no se les exige esta conversión verde.
Este informe, elaborado por IAG Ingenieros, cifra el coste económico que supondrá hasta 2050 la implantación de las nuevas fuentes de energía limpia y su explotación, teniendo en cuenta tres fases de transformación y una producción anual de 425 millones de metros cuadrados. La primera fase sería un periodo de transición con el uso de una tecnología mixta -con biometano e hidrógeno-. La segunda usaría biometano y electricidad, y una tercera hidrógeno y electricidad.
Duplicar el precio... y salir del mercado
En base a ello, el estudio cuantifica hasta 2050 una inversión en la transformación energética de entre 56.619 millones y 81.613 millones de euros, contemplando diferentes variables de acuerdo con la combinación en el uso de las energías solar, nuclear, eólica o eléctrica, sin incluir el coste de la modificación de los equipos de procesos. En términos anuales, la inversión supondría duplicar el precio medio de exportación, "por lo que los productos quedarían fuera de mercado por su baja competitividad", según la patronal.
El documento, asimismo, expone que las infraestructuras de generación eléctrica renovable necesarias abarcarían una superficie de 134,5 km2 en el caso de parques fotovoltaicos (18.900 campos de fútbol cubiertos por placas solares) y de 1.116,3 km2 para la energía eólica (156.400 campos de fútbol cubiertos con aerogeneradores). La demanda de electricidad necesaria para sustituir la totalidad del gas natural consumido por el sector cerámico se multiplicaría por 10 hasta los 18,2 TWh al año, con el consecuente incremento de la factura energética.
La potencia de generación fotovoltaica necesaria para producir la demanda estimada de electricidad renovable es de hasta 16,55 GW. Para cubrir estas necesidades se debería multiplicar por 6 la potencia prevista a instalar en la Comunitat Valenciana en 2030. La generación eólica necesaria para producir la demanda estimada de electricidad sería de 10,8 GW, más del doble de la potencia prevista a desarrollar en la Comunitat Valenciana en 2030. La transformación al uso de hidrógeno como combustible supondría casi duplicar el consumo global actual de agua del sector de baldosas cerámicas.
Un coste que, de acuerdo al estudio, en las exigencias actuales por parte de la Unión Europea mermaría la competitividad respecto a otras zonas "que no siguen la senda de la descarbonización"."O se acoplan las distintas velocidades o esto no se sostiene", ha señalado la patronal. Desde Ascer, además, han advertido que en 2050 se podría dar el caso de que los competidores que no han hecho el esfuerzo copien las tecnologías diseñadas por el sector.
La producción caerá un tercio en este 2023
Cabe recordar que el azulejo ha reducido ya un 60 % las emisiones de CO2 desde 1980 tras una fuerte inversión. Ahora afronta un contexto complicado por la caída de la demanda, con una bajada de la producción de un 20 %. El año se cerrará, según ha indicado el secretario general de Ascer, Alberto Echavarría, con 400 millones de metros cuadrados producidos frente a los 600 millones de 2022. La caída podría así finalmente rondar un tercio de la producción del ejercicio pasado.
"Nuestra industria está firmemente comprometida con la descarbonización y la optimización en el consumo de recursos naturales, así como con la más estricta protección de la salud de los trabajadores", ha afirmado Echavarría, que ha añadido: "A pesar de los hitos alcanzados históricamente en reducción de emisiones por las empresas, nos encontramos en una encrucijada puesto que los objetivos marcados y los plazos establecidos no son realistas ni alcanzables como vienen a demostrar los estudios". A su juicio, "la industria española (y europea) necesita contar con el firme apoyo de las administraciones, tanto en el aspecto económico como en el aspecto regulatorio vista la gran dificultad técnica a la que nos enfrentamos y el enorme reto económico que supondrá la transición energética".