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El jueves fue un día especial para el diario Alicante Plaza. Presentó su gran producto editorial-comercial, el Anuario  Tierra de Empresas, que viene a ejercer de resumen económico del año 2024 en la provincia de Alicante y sus sectores económicos, un manual de consulta sobre todo para aquellos que les gusta indagar más allá de lo que dicen los titulares de cada día, o de cualquier medio. El Anuario Tierra de Empresas es fruto del trabajo que hace el equipo de Alicante Plaza, el redaccional y el comercial, y las empresas que cada año nos brindan su apoyo, y que refleja la pujanza de esta tierra.

Como siempre, los actos que organiza Alicante Plaza queremos que sea un producto de valor añadido, como creo que son la mayoría de nuestras informaciones: intentamos que prime el contenido de elaboración propia frente al corte y pega o los titulares de click bait. En el caso del acto del jueves, el valor añadido lo puso el politólogo Pablo Simón, con su disección de la situación política económica de España, de las principales potencias de Europa y de mundo, y cómo no, el diagnóstico electoral y el minuto y resultado de cada partido. Todo ello tamizado por los efectos que pueda tener el impacto de la Dana de Valencia en el tablero electoral. Un diagnóstico excepcional, como pudieron escuchar y ver las 400 personas que nos acompañaron, o leer en la excepcional crónica de Pablo Serrano.

Aunque no coincide en la fecha exacta -fue en octubre de 2016, el acto del Anuario viene a recordar que cada año cumplimos uno más, en este caso, ocho, de andadura. Los comienzos no suelen ser fáciles, por mucho que uno lleve trayectoria en la mochila, y máxime si no lo hace con un gran mediático detrás. Lo nuestro fue la primera apuesta del grupo Plaza fuera de su lugar de nacimiento, y cabíamos (todos) en un coche. Hoy, afortunadamente, somos alguno más y, sinceramente, no pierdo la esperanza de crecer en manos.

Siempre tuvimos claro que el periódico debía ser diferente a lo que había; hacer lo que no hacía el resto -aunque en un tiempo nos quedamos solo con el de siempre; después vinieron más-; y que no solo había que hacer periodismo; es decir, informar, sino también hacer pedagogía de lo que contamos. Porque no es de buen gusto, lo aseguro, contar las miserias o el fracaso de una empresa; los concursos de acredores, los proyectos fallidos...Pero el criterio siempre debe ser el mismo: veracidad. El contexto inicial no fue fácil porque había poca costumbre de publicar las cuentas de las empresas o las inversiones de las sicavs. Nos costó más de un disgusto. Eso en lo económico.

El asunto político-institucional es más conocido. No les voy a contar cómo es este negocio. Perio el periodismo ha cambiado (algunos medios no). Y ahora, además de las inversiones públicas en publicidad, luchamos contra los algoritmos, que multiplican o frenan tu audiencia en función de una fórmula. Y por si fuera poco, a ello se suma, la polarización política, que cerca al periodismo independiente. Hay muchos agentes que ya no quieren que hables bien de ellos, sino que hables mal de su contrincante. Y si no lo haces, al purgatorio. Lo dijo el propio Pablo Simón: "Lo que más cohesiona es criticar al de enfrente"  

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