CASTELLÓ. El creciente interés por la construcción de nuevos establecimientos hoteleros en Benicàssim, con cuatro nuevos proyectos en dos años tras décadas sin apenas movimiento, podría estar marcando el inicio de una nueva etapa para toda la provincia. Después de una década de estancamiento en la oferta hotelera castellonense —con solo un 1,5 % de crecimiento en plazas en los últimos diez años—, estos movimientos inversores sugieren que el sector empieza a percibirse como una oportunidad real para abrir nuevos proyectos y hacer crecer una planta hotelera que no remonta.

Según los últimos datos de la Encuesta de Ocupación Hotelera del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes a agosto de 2025, la provincia de Castellón contabiliza 25.746 plazas distribuidas en 225 establecimientos, lo que supone un ligero retroceso respecto a 2023, cuando se registraban 26.115 plazas y 229 hoteles. En términos relativos, esto representa descensos del 1,4% en capacidad y del 1,7% en establecimientos abiertos, un ajuste que apunta más a consolidación que a crecimiento.

La evolución de la última década evidencia una oferta muy plana. En agosto de 2015, la provincia contaba con 25.364 plazas, apenas 382 menos que las actuales, lo que se traduce en un crecimiento acumulado de solo un 1,5% en diez años. A lo largo del periodo, la horquilla de plazas se ha mantenido estable entre 24.000 y 26.000, con la excepción de 2020, cuando la pandemia provocó un desplome hasta las 21.165. Tras esa caída coyuntural, la recuperación fue rápida, alcanzando en 2024 un máximo histórico de 26.302 plazas, un registro que ilustra la capacidad de reacción del sector en circunstancias excepcionales.

No obstante, el dato de 2025 confirma una ligera corrección a la baja y refuerza la idea de que la provincia ha tocado techo en cuanto a capacidad hotelera. Durante diez años, la oferta se ha movido en una franja estrecha, sin grandes expansiones, lo que limita las posibilidades de captar nuevos turistas y competir con destinos vecinos con mayor dinamismo.

El diagnóstico coincide con las conclusiones del Plan Futur Província, elaborado por la Diputación de Castellón, que subraya que la oferta hotelera es insuficiente y constituye una de las principales debilidades del sector turístico provincial. El informe advierte de que este déficit afecta tanto al litoral como al interior, frena la atracción de turistas internacionales y dificulta la posibilidad de acoger grandes eventos. También señala la escasa renovación de la planta alojativa, que corre el riesgo de quedarse obsoleta, y la carencia de establecimientos de gama media y alta, fundamentales para captar visitantes de mayor poder adquisitivo.

Al mismo tiempo, el documento identifica esta carencia como una oportunidad estratégica para transformar el sector. La provincia dispone de margen para ampliar y modernizar su parque hotelero, diversificar su oferta y apostar por nuevos productos turísticos vinculados a la cultura, el deporte, la gastronomía y la naturaleza, según señala el informe presentado por la institución provincial. 

Proyectos estratégicos

El plan señala que Castellón es la provincia que genera menos empleo en el sector de alojamiento en comparación con Valencia y Alicante, un indicador directo de su limitada oferta hotelera. Para revertir esta situación, identifica algunos proyectos estratégicos ya en marcha: en Burriana, el PAI Sant Gregori Golf contempla la construcción de un hotel en primera línea de playa; en Benicàssim, el PAI Pontazgo apuesta por hoteles de 4 estrellas y apartahoteles dirigidos a un público de nivel adquisitivo medio-alto; y en Castellón de la Plana, se proyecta a medio plazo ampliar la oferta en el Grao, junto a la playa. En paralelo, el informe señala la necesidad de habilitar hoteles en municipios del interior que cubran tanto la demanda turística como servicios básicos para visitantes profesionales vinculados a empresas locales.

El plan destaca también el interés de varias cadenas hoteleras en invertir en la provincia, una oportunidad que exige respaldo institucional para garantizar la viabilidad de los proyectos y maximizar su impacto económico. Además, pone de relieve el potencial de los campings y camper parks, un segmento en auge en la Comunitat Valenciana, especialmente entre turistas extranjeros que buscan flexibilidad, estancias largas y precios asequibles. Este tipo de infraestructuras no solo diversificaría la oferta, sino que también impulsaría la economía local en zonas de interior y litoral.

Con todo, el documento interpreta esta carencia como una oportunidad estratégica: Castellón dispone de margen para ampliar y modernizar su parque hotelero, diversificar su oferta y apostar por nuevos productos turísticos vinculados a la cultura, el deporte, la gastronomía y la naturaleza.

Entre las medidas propuestas a corto plazo destacan la inversión en nuevas infraestructuras y la modernización de las existentes con criterios de sostenibilidad y digitalización; la colaboración público-privada para impulsar proyectos tractores en litoral e interior; el fomento del turismo rural mediante incentivos, conectividad y profesionalización de la gestión; la diversificación de productos turísticos para reducir la dependencia de la temporada estival; y la formación del capital humano para garantizar estándares de calidad y competitividad.

El estancamiento actual, lejos de ser solo un límite, abre la puerta a un crecimiento planificado y estratégico. Ejemplos como el de Benicàssim anticipan que el interés inversor puede estar regresando, y que Castellón cuenta con la oportunidad de expandir su oferta y consolidar un modelo turístico competitivo, sostenible y alineado con las nuevas demandas del mercado.