Comunitat Valenciana

Ansiedad, culpa, evitación, pánico a la lluvia...: el trauma psicológico que dejó la Dana

VALÈNCIA. Aún siente que "están allí, que están por volver", pero no vuelven. No es extraña la fase de negación tras una catástrofe como la Dana del pasado 29 de octubre. Bucear por el sumario de la causa judicial es encontrarse con decenas y decenas de perjudicados por la riada, parientes o amigos de personas que fallecieron a causa de las inundaciones, o simplemente testigos de una pesadilla que no desapareció con el agua. Lo que vieron aquellos ojos y escucharon aquellos óidos no se esfumó y vuelve como un efluvio evocador todavía meses después.

Cada historia es particular y diferente, y entre todas construyen un auténtico crisol de vivencias, pero buena parte de ellas comparten factores en común: dificultad para sobrevivir al día a día, problemas de ansiedad, depresión o insomnio, sentimiento de culpa, evitación emocional... Son algunos de los trastornos que sufren las víctimas vivas de la catástrofe, para las que, en muchos casos, la salida es pedir la baja, acudir a terapia o acabar tomando pastillas para encontrar un poco de paz, al menos temporalmente.

"Ha estado yendo al psicólogo, ahora no va porque está tomando medicación. No puede dormir por lo que le ha pasado a su padre. Quiere ser reconocida por el medico forense", así se expresa la declaración ante la jueza de una vecina de Benetússer, que perdió a su padre en la tragedia y cuatro meses después -compareció a principios de marzo- tiene "sentimiento de culpa porque intentó salir" para ayudarle "y no le dejaron". Ahora piensa que "si hubiera salido, habría podido salvar a su padre". La culpa y la sensación de poder haber hecho más, de no haber estado a la altura y haber desperdiciado la oportunidad de cambiar algo de lo que sucedió todavía persiste en muchos familiares.

Otra afectada cuenta algo similar: "Cuando sacaron a su padre, la declarante se siente culpable porque podría haber hecho algo y no pudo. Se sigue sintiendo culpable", insiste la declaración. Parece un relato bastante común; una vecina de Catarroja explica su caso en un condicional casi idéntico: "Tiene sentimiento de culpabilidad porque cuando ellos, su marido y su hermano, se fueron, si se hubiera bajado del coche, el coche se lo habría llevado el agua pero ella habría estado allí para esperarlos". En Sedaví, un afectado relata que su madre vivía a 40 metros y, tras una primera visita, no pudo realizar una segunda para salvarla. "No está en tratamiento ni en asistencia psicológica, aunque se emociona enseguida", expone ante la magistrada: "Le queda la cosa de haber estado tan cerca y no poder ayudar. Nadie sabía nada de lo que iba a pasar, si le hubieran avisado que iba a haber una riada y que había que subir a sitios altos, en el primer viaje se la habría llevado".

  • Imagen de archivo. Foto: JORGE GIL/EP

El malestar emocional que exponen una y otra vez los familiares da buena cuenta de lo complicada que será la reconstrucción de esas vidas. "Es un trauma muy raro de explicar si no lo vives, ver a tu madre cómo se va", lamenta una de ellas, que cuenta cómo hay "trozos que no recuerda, que son los que le angustian". Ha de ser su marido el que le ayude a armar la historia "para que pueda hilarlo todo". Tanto ella como él van al psicólogo. "Primero estás en modo superviviente, te centras en recoger las cosas, en sobrevivir, y luego viene el estrés postraumático", explica. "Estaba muy raro, a veces estaba en el jardín mirando", sin más. Las pesadillas, los calambres, el insomnio y la depresión le atenazaron y a partir de diciembre notó un gran bajón hasta el punto de haberse quedado sin trabajo.

Pánico a la lluva, a los lugares y polarización

Aquella jornada el agua lo inundó todo, el barro se hizo con cualquier rincón y llegó a metros de altura. Pero no solo destrozó todo lo que encontró en su camino sino que se quedó ahí durante días, semanas, en los que el acceso a las poblaciones estaba impedido por los montones de vehículos. La lluvia, el agua, han quedado inscritas en los mismos nervios de muchos vecinos. "La vida nunca va a ser como antes. El ruido de la lluvia le provoca ansiedad, al igual que a su mujer", expone la declaración de uno de ellos. Pero hay más: "Ayer y antesdeayer, al ver el agua, le recuerda lo que ha pasado y tuvo pánico. Si está lloviendo no sabe si va a poder salir de casa", dice otra de las declaraciones ante la magistrada.

Luchar contra una realidad difícil de digerir se convierteen una obligación para seguir. "Está yendo a psiquiatría de la Salud, le han dado lo más fuerte para dormir pero no duerme, no rinde, hace de tripas corazón", expone la declaración de otro afectado, que todos los días ha de volver a aquella noche: "Todos los días para ir al instituto donde trabaja, pasa por delante del garaje". Los lugares son también almacén de reminiscencias. Una vecina de Benetússer "ha empezado a trabajar hace una semana y poco", dice su declaración a mediados de marzo: "Tiene que seguir trabajando, y limpia en el cementerio, para ella es un trauma porque a su madre la perdieron en la pandemia y a su padre, en la Dana".

No hay que olvidar que, en medio del caos, la polarización florece con facilidad y se ceba también con algunas víctimas. Así, una de ellas, perteneciente a una asociación, expone que su hija "no está en tratamiento porque dice que no puede contar lo que siente a una persona que no conoce, pero lo está somatizando todo". Y a ello se suma que, dice, "por las redes sociales insultan a su hija, llamándola perroflauta, que por un bocadillo se ha vendido a Compromís". Por ello, lamenta ante la magistrada que les "están revictimizando".

  • Familiares de las víctimas de la Dana durante una concentración en las inmediaciones de la Ciudad de la Justicia. Foto: ROBER SOLSONA/EP

El trabajo, el silencio, la terapia o las pastillas: las vías de escape

Al final, los relatos que recoge el sumario exponen las múltiples salidas que buscan muchos afectados para sobrevivir. Ocupar el tiempo con el trabajo u otras actividades para evitar pensar demasiado es una de las herramientas. "En principio tuvo mucha angustia, decaimiento, ahora poco a poco se va haciendo a la idea de lo que ha pasado, intenta hacer cosas para no calentarse la cabeza, aunque hay momentos en que se derrumba", dice una de las declaraciones. Otra, de Catarroja, cuenta que ahora está trabajando porque "no quería estar en casa". "Fue al médico de cabecera a coger la baja, estuvo un mes, no se movía de casa por si su marido aparecía. Pero ya vio nulas posibilidades de que apareciera vivo. Ha vuelto a trabajar porque cree que le ayudaría", dice la comparecencia de una afectada de Valencia. Y como ellas, muchas otras: "Se reincorporó voluntariamente a su trabajo en La Fe; el sentimiento de bajar a la calle y ver a todo el mundo con cara de pena... necesitaba volver al trabajo y seguir".

Otros no pueden ni hablar ni oir sobre lo sucedido: evitarlo y arrinconarlo en la memoria es su estrategia de defensa. En Alfafar, un vecino que perdió a su madre en la riada pide ser reconocido por el médico forense "porque no puede hablar de esto". Otra afectada de Valencia, en la misma situación, tras fallecer su madre el día D, señala que está tomando diazepam "para dormir" y un relajante que le han prescrito: "Está de baja médica. Su marido está de baja médica porque es el que lo vivió todo. No pueden hablar de este tema delante de él porque no puede oirlo", dice.

Muchos declaran que han ido o siguen yendo al psicólogo o al psiquiatra. "Al principio la doctora le recetó ansiolíticos para dormir, ahora está probando a no tomarlos", relata una de las declaraciones. A otra afectada "le han recetado medicación para estar más tranquila". Y otra "tiene ansiedad, ha ido al psicólogo y la doctora le ha dado una medicación que le deja muy aplanado". Es una constante. "Le han aumentado la medicación por el fallecimiento de su hija" en Catarroja, explica la declaración de una mujer desde Barcelona.

  • Un comercio afectado por la Dana en Paiporta. Foto: ALEJANDRO MARTÍNEZ VÉLEZ/EP

El estrés postraumático

El trastorno de estrés postraumático es el principal enemigo a batir según los expertos. Surge tras haber presenciado sucesos como guerras, accidentes, desastres o actos de violencia sexual y la mayoría de personas sienten angustia tras estos episodios, pero se recuperan de forma natural con el paso del tiempo. No obstante, algunas de ellas mantienen afecciones de salud mental que pueden persistir meses o años. El portavoz del Área de Emergencias del COPCV en la situación de la Dana, Juan Rodríguez, explicó poco después de la catástrofe que tras esa "etapa de caos" viene una "caída brusca" donde aparece la depresión. Según él, alrededor del 70% de la ciudadanía se recupera mediante recursos propios y sistemas de apoyo espontáneos, tales como amigos, familia y rituales sociales mientras que el 30% restante "necesitarán más o menos ayuda".

De los primeros también hay ejemplos entre las declaraciones de damnificados. Una vecina de Sedaví, cuya madre falleció en su vivienda de la planta baja, explica a la jueza que para ella "ha sido muy importante, para poder superar todo esto, que su hijo, su nuera y su nieta estaban viviendo con ella en el momento de la Dana". De hecho, apunta que no está recibiendo tratamiento de ningún tipo "porque se ha sentido acompañada por su familia". También porque, "después de todo el desastre, han tenido tantas cosas que hacer...".

Pese a todo, el trabajo por hacer es ingente. Sin ir más lejos, recientemente un estudio realizado a más de 270 jóvenes (de 12 a 21 años) en ocho municipios de la 'zona cero' reveló que cuatro de cada diez adolescentes han sentido “bastante o muy afectada su salud mental” y, seis meses después de la tragedia, el 37% manifiestan dificultades para concentrarse en los estudios. Según sus resultados, casi la mitad de los participantes necesitaron apoyo psicológico en algún momento de los últimos seis meses; sobre todo, tuvieron que recurrir a amistades y familia como apoyo, pero el 20% de estos jóvenes se sigue sintiendo muy vulnerable como consecuencia de la experiencia vivida.

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