Entrevista

CULTURA

Abraham Cupeiro: "El pasado es fascinante y permite tener una visión más poliédrica de nuestro periplo vital"

El exitoso lutier gallego da un concierto el sábado junto a la Orquesta Sinfónica de Castellón

  • El lutier gallego Abraham Cupeiro.
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CASTELLÓ. Hace seis años, un desconocido Abraham Cupeiro dio un concierto en el Auditori de Castellón. Cuando nadie le abría ninguna puerta, la Orquesta Sinfónica que por aquel entonces dirigía Henrie Adams le acogió y le dio la oportunidad que se le resistía. El sábado (19.30 horas), este multiinstrumentista y constructor de instrumentos único en España con gran prestigio internacional vuelve a Castellón, y lo hace desde el agradecimiento. Pese a que ahora se lo rifan en teatros de todo el mundo y pisa los escenarios más prestigiosos, Cupeiro admite que regresar al Auditori en compañía de los músicos castellonenses es un regalo; no olvida a quien confió en él. 

El lutier viene a dar un particular concierto, trufado de narraciones, que dará como resultado un espectáculo fascinante en el que el público podrá descubrir un poco más del ser humano por medio de las músicas creadas a lo largo de los siglos. Cupeiro toca cerca de 100 instrumentos, pertenecientes a su colección de más de 200, de los que ha construido alrededor de 50. De hecho, creando una trompeta barroca en sus años universitarios fue como empezó a tener esa mirada en el pasado.

— ¿Qué buscas en los viajes al pasado que nos ofrece tu música, Abraham?

— El pasado es algo tan fascinante para el ser humano que ha sido revisitado en todas las épocas. Por ejemplo, el gran auge de las mitologías se dio en el Renacimiento, cuando de repente Europa volvió la mirada a Grecia, a Roma y a las historias del pasado. En mi caso, lo que busco es emocionar al público, pero también ofrecer una visión más poliédrica de lo que ha sido nuestro periplo vital. No solo lo cotidiano nos abraza sino que también nos empujan las historias del imaginario colectivo del pasado que hace que estemos hoy aquí. Tenerlas en cuenta es fundamental para vivir el presente y proyectarse hacia el futuro. 

— Pues lo de revisitar el pasado lo hacemos bien poco, ¿verdad?

— Vivimos cada día más en una vorágine de inmediatez que, muchas veces, atropella el pensamiento. Mirar hacia atrás implica detenerse a reflexionar, y eso es algo que poco a poco estamos perdiendo. Creo que esa capacidad de reflexión es esencial para distinguirnos como seres humanos.

— ¿Cómo consigues que el espectador transforme la música que escucha de ti en una experiencia sensorial y poética? 

— Creo que un concierto es, ante todo, un momento de introspección y de mirarse hacia dentro. Me rodeo de aliados muy especiales: los instrumentos olvidados. Son instrumentos procedentes de las mitologías griegas, persas, romanas, celtas o hindúes, sonidos a los que no estamos acostumbrados. Al escucharlos, se activan en nosotros unos botones o unos resortes que generalmente están dormidos. Son sensibilidades que los sonidos cotidianos habitualmente no despiertan. Ese es el primer punto de partida. Luego mezclo todo eso con una orquesta sinfónica, que muchas veces no ha llegado al gran público, aunque su poder expresivo es increíble. Esa combinación crea una experiencia diferente, casi como un viaje interior.

No soy un recreador de música del pasado ni pretendo ser fidedigno con ninguna época

— ¿Cómo es el proceso de fusionar esos sonidos de la antigüedad con la música clásica o contemporánea?

— Como las composiciones son mías puedo adaptarlas como quiero. No soy un recreador de música del pasado ni pretendo ser fidedigno con ninguna época. Sencillamente utilizo esas esencias sonoras y, con mi formación clásica, las mezclo con la orquesta. Es un proceso largo y a veces frustrante, pero vas puliendo y limando detalles concierto tras concierto. Hago unas 130 actuaciones al año, y en cada una voy ajustando cosas hasta que todo se asienta y alcanza un punto solido y robusto. No busco la originalidad por la originalidad sino algo que consiga entrar en el espectador.

— ¿Ese ritmo tan intenso de conciertos que tienes agendado te deja espacio para seguir investigando?

— No tanto como antes, la verdad. Pero cuando estás muy estresado y apretado te organizas mejor el tiempo. Al menos a mí eso me va muy bien. Pero reconozco que después de tanto concierto físicamente el cuerpo acaba notándolo, y desde hace un tiempo intento descansar más. Llega un momento en que necesito parar un poco, porque ya no doy más.

— Estarás en el Auditori junto a la Orquesta Sinfónica de Castellón. ¿Cómo se prepara a distancia un concierto, Abraham?

— Déjame que te diga antes que nada que la Orquesta Sinfónica de Castellón es muy especial para mí. Ahora, como te comentaba, doy muchísimos conciertos pero cuando empecé no era así. En mis inicios era muy difícil plantearle mi proyecto a la gente y poder tocar ante un público. Apenas nadie me daba oportunidades y en Castellón fueron los primeros que confiaron en mi trabajo. Henrie Adams, que en gloria esté, se encontraba al frente de la orquesta que me tendió su mano y confió en mí cuando nadie lo hizo. Con ellos estrené el proyecto ‘Los sonidos olvidados’, y ahora vamos hacer Mythos.

Recuerdo que al mailing masivo que hice a muchas orquestas ofreciéndoles dar un concierto con ellos solo respondió Henrie Adams. Dimos ese primer concierto a finales de octubre de 2019, y después regresé en 2020. Así que sí, hace ya seis años de aquella primera vez. Volver ahora a Castellón, al Auditori, para tocar junto a esta orquesta es para mí muy especial. Y volviendo a tu pregunta, cuando se trabaja desde la distancia las partituras son como los raíles por los que transita el tren, que es la orquesta. Si esos raíles están bien colocados, que es algo por lo que nos preocupamos especialmente para que estén bien editadas y que todo funcione, es muy fácil, gracias también a la profesionalidad y la maestría de los músicos.

Volver ahora a Castellón, al Auditori, para tocar junto a esta orquesta es para mí muy especial

— ¿Empezaste como trompetista, verdad?

— Sí, empecé tocando la trompeta en una banda de música, como cualquier niño, y también en un grupo tradicional. Para mí, desde pequeño, lo tradicional y lo académico fueron dos caminos naturales que siempre caminaron juntos. Y hasta el día de hoy.

— ¿Cuándo decidiste centrarte en los instrumentos antiguos?

— Fue durante mis estudios superiores en Madrid. En el último año construí una trompeta barroca con mis propias manos, y ahí comprendí que podía fabricar estas llaves sonoras que abren puertas al pasado. A partir de ese momento empecé a elaborar más instrumentos. Luego, cuando aprobé la oposición en el conservatorio, lo dejé un poco aparcado, pero esas cosas no se pueden guardar u ocultar, y finalmente abandoné la docencia para dedicarme a dar conciertos por todo el mundo.

— ¿El concierto que darás en Castellón es para todos los públicos o está pensado para los eruditos de la clásica?

— Para todos los públicos, desde luego. La música es transversal. Hay un maridaje entre las historias mitológicas que voy contando entre tema y tema que ayudan a que la música penetre mejor en el oyente. Me gusta pensar que el concierto es como sentarse alrededor del fuego, contando historias y escuchando el lenguaje más universal que tenemos, que es la música. Ningún otro arte puede llevarnos a esas dimensiones.

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