CASTELLÓ. Música pausada, que se mueve despacio entre notas fantasmas y armonías que cambian las melodías que transmiten sensaciones desérticas. Un viaje por las estepas y valles que se iluminan con chispazos sonoros de punteos de guitarra. Canciones con letras y sin ellas, para capturar nuestra atención, para ejemplificar que la música puede transmitir mejor el mensaje que cientos de palabras. La Joya te arrastrará hacia cierta sensación de melancolía, de desnudez sonora, de avanzar hacia ninguna parte y a todas a la vez. Su primer disco, Lower Hermosa tiene muchos atributos, y uno de ellos es que no logrará tu indiferencia o tu mirada esquiva, sino todo lo contrario. La Joya es una realidad musical gracias al talento e inquietud de dos hombres bregados en esto de las bandas: Manel Moreno (guitarra) y Ricky Lavado (batería y voz). Castellón Plaza habla con el Manel sobre este álbum imprescindible para lo que esperan cerrar los ojos y viajar a otros mundos. Actuarán en la pub Terra junto a Montefuji el 15 de febrero.
La cadencia del álbum, para los que no estén familiarizados con éste subgénero del rock alternativo, slowcore, podrá sonar algo lento; pero es todo lo contrario: aquí hay una poderosa intensidad en los instrumentos, de fiereza en las melodías con alguna traza de melancolía. Tocar lento es mucho más difícil, hay que estar muy conectado con el grupo para lograr ese tempo. La sincronía lo es todo. “La gente que toca lo sabe, yo no era consciente porque yo siempre toqué muy rápido, y tocar lento es mucho más difícil que tocar rápido porque al final todo se lleva a la milésima, y todo va súper fraccionado y tienes que clavar absolutamente cada nota que haces y hay muchas notas fantasmas”, señala. Si te interesa profundizar en slowcore, quizás bandas como Low y Duster puedan ser perfectas para tal empresa. Quizás se abran un nuevo mundo para ti.
Ambos provenían de grupos como Standstill (Ricky) y Muerte y destrucción (Manel) y hace muy poco que se reencontraron en esta vida de bandas y locales de ensayo, y ahí, justo ahí, apareció la semilla de La Joya. “Mira, nosotros empezamos a tocar juntos en el 2020”, comenta. “Esto es que, bueno, Ricky y yo somos muy amigos, íntimos amigos, y nos hicimos mucho más amigos desde que Ricky se mudó a Madrid hace, diría que 10 años o algo parecido, vivía en Barcelona, y empezó a tocar en una de las bandas en la que coincidimos los dos, los dos tocamos a la vez en The Secret Society, no es una banda al uso, es la banda de Pepo, que es una persona que tiene canciones muy buenas y hace sus discos. Durante los últimos 10 años, la banda de Secret éramos nosotros, incluyendo a Ricky y a mí”, recuerda.
Tenían banda, local de ensayo, instrumentos y una visión común de lo que buscaban para formar un grupo. Esa visión es muy importante, y puede, de hecho, ser más fácil de implementar cuando el proyecto son únicamente dos personas. “Eso facilitó que Ricky y yo teníamos un local de ensayo donde yo tenía el equipo y él tenía el equipo, por un lado. Y por otro lado, Ricky y yo somos vecinos. Nos hicimos muy amigos, íbamos juntos, veníamos. Y cuando estalló la pandemia y hubo que encerrarse y todas esas cosas, tanto Ricky como yo somos personas muy parecidas. Nos gusta tocar, es decir, ir a local de ensayo, estar tocando, no en plan machacón de repetir cosas, sino en plan de hacer improvisaciones, de disfrutar un poco de lo que suena en un local de ensayo, del sonido sin prisas te tomas un café te tomas una cerveza. A mí eso me da la vida”.
El efecto de la pandemia
La pandemia cortó esa dinámica en todas las bandas, y en la sociedad en general. Ya no podías quedar con nadie que no fuera conviviente para ninguna actividad. “De repente de llevar tiempo sin tocar por la pandemia, no había conciertos, no había ensayos, yo le dije a Ricky un día: tío, tenemos el local aquí, vamos los dos, tranquilos, no hay que molestar a nadie más, porque tal, lo que tú decías antes, al final un grupo de dos para ponernos de acuerdo para ensayar con las edades que tenemos ahora es más fácil”, apunta. La Joya, antes de ser La Joya, comenzaron en el local de ensayo con algunas versión de Jets to Brazil, Promise Ring y Mogwai, pero aquello no acababa de satisfacer a Manel, que es un hombre más de crear sus propias tonadas. “Y cuando empezamos a tocar, en realidad, a mí no me gustan mucho las versiones, porque me parece aburrido, yo no soy muy bueno tocando versiones, porque yo me lo llevo todo a mi terreno siempre”, dice.

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Algunos días de ensayo, unos gustos parecidos, canciones que salían gracias a la improvisación y una sensación flotante de poder hacer algo más que versiones. Ese fue el cóctel que agitaron La Joya para comenzar a tomárselo más en serio. “Enseguida empezamos a tocar improvisaciones, y bueno, pues quedábamos para ir a tocar sin ningún objetivo, sin ninguna idea de hacer un grupo ni nada, y de repente cuando llevábamos unos cuantos ensayos, dijimos: joder, tenemos aquí cinco o seis cosas que siempre las tocamos iguales, que se pueden estructurar de alguna manera y tal”. Ambos tiene muchos años de carrera en diferentes bandas, se han recorrido el país entero de sala en sala y claro, tienen grupos amigos, así que en cuanto supieron en lo que estaban metidos les propusieron un concierto. “Entonces ya dijimos: bueno, a ver, son esta, esta, esta y esta, yo creo que aquí hay cinco canciones, y como nosotros somos un poco así, un amigo nos dijo: oye, ¿queréis abrirnos el concierto? y sin nombre de banda ni nada abrimos el concierto, y ya vimos que aquello funcionaba, que a la peña le gustaba. Y dijimos: bueno, tío, pues venga, vamos a ponerle un nombre a esto y vamos a organizarlo”, rememora, Moreno.
Su primer EP, Mojave es el preludio de lo que luego veríamos en su primer largo, el inicio de una escalera que ya dejaba asomar el sonido que iban a practicar. La Joya no es un grupo de meterse varios días entre pecho y espalda de estudio de grabación, sino más bien registrarlo todo en una sesión, en una única jornada. “La gente hoy en día hay veces que están tres días, pero lo separan en un mes y van horas sueltas y hacen luego en su casa cosa”, comenta. “Todo eso no va con nosotros. Lo que sí va con nosotros, porque al final, de alguna manera, por experiencia ya de tocar y tal, mola cuando tú ya vas haciendo unas canciones, dejarlas un poco testimoniadas, ir dejándolas grabadas. Y claro, en aquella época, no teníamos las cosas claras, si meter voz o no, y teníamos un amigo, se llama Jorge Ramos, que es productor musical, y él nos insistió: tíos, está guay, yo os lo grabo, no sé qué, nos animamos gracias a Jorge”, recuerda. Podríamos darle las gracias a Ramos por ese disco y por el elepé, quién sabe si no hubiera participado no habrían salido del local de ensayo.
El escenario como habitat natural
“Nos metimos en Estudio Brasil, que es un estudio también de nuestro amigo Javi, que es un estudio analógico en Madrid, analógico y digital, pero como que él tiene el rollo este que nos gusta, y Javi es de amigo de toda la vida, de confianza también, nos metimos en el estudio e hicimos lo que llevábamos en un día que estuvimos, en plan, todo lo que teníamos que eran las cinco canciones que acabaron en el EP, y luego incluso grabamos un par de ellas más, que una de ellas no la hemos vuelto a tocar y la otra la reciclamos”, señala. El EP suena muy moderno en cuanto a la producción y también directo. Con todo, el hábitat natural del dúo La Joya no era estar grabando, sino encima de un escenario sudando rock. “Cuando teníamos siete canciones empezamos a girar. O sea, nosotros somos una banda que estamos acostumbrados a girar. Y de repente, pues oye, un amigo tuyo de Granada, Toto, que tiene un grupo: oye, venios a tocar a Granada. Al final empezamos a girar sin tener nada que vender, ni el disco hecho, ni nada. Y de ahí, pues fuimos haciendo las canciones de lo que sería el disco largo que grabamos el año pasado”, apunta.

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Ya entrando en el primer disco de La Joya, Lower Hermosa, podemos escuchar que el 50% del disco son canciones sin letra, algo que podría sonar extraño para un público más amplio y acostumbrado a que siempre contenga una letra, a alguien cantando. Entrando en la musicología del álbum, tal vez un artista puede que sienta que para una canción no puede componer una letra tan buena como la música, y quizás sea mejor para esa canción concreta, dejarla sin una letra al nivel y quedarse solo con música. No siempre es necesaria la letra en una canción. “Es un debate, el tema de música y letra, es un debate muy viejo, -señala - de hecho yo siempre recuerdo, soy muy fan de los Smith, y yo siempre recuerdo que ya cuando se empezaron a llevar mal, Johnny Marr y Morrissey, por ahí decían las malas lenguas que Morrissey le metía alguna letra en plan, por ejemplo, Some Girls are Bigger Than Others, que es una letra que es una gilipollez, y que el otro le vino con una música de puta madre, y que el otro cabrón le puso una letra gilipollesca como en plan: ahora, te jodes, que sé que esta canción te flipa. Al final lo que dices, que muchas veces hay una música, desde el punto de vista musical, que dices: hostia, esto es de puta madre y siempre piensas: hostia, le tengo que meter la mejor letra que haya, una melodía de puta madre y tal. Eso es inconsciente, eso lo hace todo el mundo y es inevitable, porque cuando al final das con una pieza musical quieres que sea completa”
Aterrizando esto en La Joya, el debate se cierra porque al final cada canción pide una letra o no. “En nuestro caso, lo de meter letra o no meter letra; bueno, Ricky es el que hace las letras y Ricky es el que hace las melodías que canta”, comenta. “Entonces creo que el criterio es natural. Hay veces que la música, tal como está tocada, no cabe la letra por lo que sea, porque no dejamos tanto espacio o porque hay un contrapunto ya que va a cantar el batería, igual hay contrapuntos de batería y cosas en los que una letra funciona menos, o que la queremos hacer corta la canción y una letra no pega. Creo que van un poco por ahí los tiros”, dice. No es el único motivo, recordemos que ambos son músicos, ninguno había sido vocalistas, así que piensan exclusivamente como instrumentistas. “También por herencia de lo que somos, es decir, Ricky y yo no somos cantantes, Ricky nunca ha cantado ninguna banda, empezó a cantar aquí, él en su cabeza cuando vamos al local y tocamos, él no está pensando, le tengo que meter una letra. Y yo tampoco, porque ninguno de los dos nunca en otras bandas hemos cantado. Entonces es como que cada uno hace su parte, y dice: bueno, yo lo que vengo haciendo toda la vida es esto aquí, aquí y aquí, y es lo mismo, esto aquí, aquí y aquí. Y de repente decimos: hostia, machos, ahora hay que meter una letra a esto, ¿cómo hacemos? Entonces solo metemos letras cuando a Ricky se lo pide el cuerpo”, resume.
Pausar el ajetreo de la vida diaria
Pasajes hipnóticos, desiertos sonoros, pausar un poco el ajetreo de la vida diaria para tomar aire y paladear mejor las melodías, los arreglos y la, en alguna ocasión, contundencia de las canciones de Lower Hermosa. Ese podría ser el resumen del disco El combo se planteó en un primer momento autopublicar el álbum. “Sí, hemos hecho algo raro. Al final, todo lo que hacemos por la banda lo hacemos nosotros. Somos súper autogestionados, pero no por más allá del tema filosófico de DIY; nos gusta controlar las cosas de primera mano”, aclara. “Lo que hacemos es que tenemos el techo muy bajo y nos da igual, entonces ya que tenemos el techo bajo, y ya que tenemos un público limitado, que es lo que es, está a nuestra manera 100% como queremos, yo quiero saber dónde se va a vender mi disco, yo quiero tenerlo todo controlado”.

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Tenían clara la autoedición, pero apareció otro amigo que vio el potencial de un disco largo. El elepé en formato digital está editado por Cielo Estrellado de Ramón Rodríguez, pero el vinilo lo han autoeditado La Joya. “Entonces a la hora de editar el disco lo íbamos a autoeditar nosotros, pero por el camino, ya con el disco mezclado y todo, Ramón, que es muy amigo nuestro, Ricky toca con él en su banda también, estaba montando un sello nuevo que era Cielos Estrellados y él nos ofreció: oye, aparte yo sé que vosotros sois como sois, que os gusta llevar las cosas de manera y tal, pero aquí somos todos amigos, yo si queréis la parte digital, o sea la parte de distribución digital la puede hacer Cielos Estrellados”.
En verano se meterán al estudio para grabar su segundo disco con el dinero que habrán facturado de la gira. Una dinámica económica inteligente de no gastar lo que no se tiene. Le señalo a Manel la importancia de estar activos, creativos y en sintonía; cuanto más se toca en directo, sea en el local o en una sala, más se está en contacto con la creatividad y más salen las cosas de forma natural. “Un grupo es un grupo, y al final un grupo tiene que tocar, tiene que ensayar, he estado en muchos tipos de grupos y si un grupo no va todas las semanas a ensayar, no por la técnica de que toques bien o mal una canción; sino por lo que tú dices, por la parte de estar en sintonía”, señala. Una de las claves del éxito en la música, o en cualquier cosa en la vida, es la constancia y el empeño. “Nosotros ensayamos todos los sábados por la mañana, yo empiezo la semana sabiendo que el sábado por la mañana voy a ir a ensayar. Yo para ese día no me programo nada, Ricky tampoco, y el sábado a las 10 de la mañana estoy en la puerta de su casa, bajamos, y eso podría ser así siempre”
Las canciones de este álbum se muestran desnudas, casi en su mínima expresión, se eliminan los aspectos sobrantes, las florituras y adornos a favor de lo esencial y nuclear de la canción. Quitarle esas capas innecesarias a canciones como Nocturna o Sinsonte las engrandece. “Es que yo lo entiendo al revés, porque en realidad yo soy, y Ricky creo que también, en nuestra vida personal también, más minimalistas y sencillas”, dice. “Por hacer un símil más terrenal, yo prefiero comer algo pequeño y bueno que comer mucho malo, entonces al final es mi filosofía a la hora de hacer una canción, yo voy a mínimos siempre, voy a mínimos que me gusten, no me gusta hacer florituras, no me gusta hacer arreglos”
Sin esas florituras las canciones suenan oníricas, llenas de matices, porque aunque no hayan más adornos, sí que se percibe un trabajo enorme de producción. “He estado muchísimos años tocado en trío, y tocando en trío, claro, tú aprendes a ir al grano, porque tú tienes que sintetizar lo importante de la canción que harían las dos guitarras, o que harían lo que fuera en un instrumento. Al final, yo tengo esa manera de entender la música, yo parto de abajo arriba. Entonces, aquí en La Joya partimos de abajo y, de hecho, muchas veces lo que me toca es meter algún rellenito a nuestra manera, pero que partiendo de lo que podemos hacer con las dos manos y los dos en el local de ensayo sin trucos, con eso también se limita mucho la cosa”, explica.