CASTELLÓ. Cuando Paz Sanz regresó de un viaje por África a Holanda, la ciudad por la que entonces residía, no le salía hacer otra cosa que producir esculturas inspiradas en las mujeres que aquellos días conoció. De esto hace cerca de 25 años y todavía hoy son su mayor fuente de inspiración. Ellas, su fuerza y una manera de afrontar la vida a la que no solo las mujeres europeas, sino toda la población, habría de mirar de bien cerca.
"Me encontré con unas mujeres que son capaces de sacrificarse por el resto de la familia, trabajando bajo el sol con un niño a la espalda. Hacen los trabajos que los hombres no quieren hacer. Cultivan la sierra y siembran a plena luz del día, mientras ellos lo hacen bajo un árbol a la sombra. Y encima después llegan a casa hacen la comida y son capaces de ponerse una tela, pintarse los labios y salir a bailar. Llevan la vida, pese a todo, con mucha alegría. Esto me impactó porque yo por entonces me quejaba de todo. Que si hoy llueve, que si hay mucho tráfico. He vivido en Ámsterdam 30 años y por la presión de la sociedad, me quejaba por todo. Ahora lo continúo haciendo claro, aunque no tanto, porque me quedé con su fuerza y con todas las 'superwoman' que allí conocí", asegura Sanz.
La escultora, que ahora vive en Sant Joan de Moró, ha recorrido ciudades de toda Europa para transmitir estos valores. Y es que cree firmemente que "las mujeres africanas podemos ser cualquiera". Solo basta con ver sus obras y conocer su discurso para entenderlo. Un trabajo que ahora se podrá ver en este pequeño pueblo de Castellón. La sala de exposiciones del Ayuntamiento de Sant Joan de Moró acoge desde este domingo y hasta el 14 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, nueve de sus esculturas.