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Salud financiera

Estar quemado o burn-out: la epidemia silenciosa

"El problema que no se ve"

Publicado: 26/11/2025 ·06:00
Actualizado: 26/11/2025 · 06:00
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Cada vez escuchamos más la palabra burn-out, pero para millones de trabajadores en España no es un concepto moderno, sino una sensación cotidiana. La Organización Mundial de la Salud lo reconoce como un fenómeno derivado de un estrés laboral que se cronifica y acaba pasando factura en todos los sentidos.

Las cifras ayudan a entender la magnitud del problema. Según el informe Global Workforce of the Future 2023 de Adecco, siete de cada diez trabajadores han experimentado síntomas de agotamiento en el último año. La plataforma Unobravo añade que el 41 % se siente estresado y el 55 % ha llegado al límite, aunque solo un 12 % ha pedido ayuda profesional.

Y no hablamos de un sector concreto. La hostelería sufre horarios imprevisibles. En educación, la sobrecarga emocional es enorme. En oficinas, las reuniones eternas y la multitarea rompen la concentración. Y entre autónomos, más del 70 % reconoce que vive pendiente del móvil incluso cuando está descansando. No importa la profesión: cuando el trabajo invade todos los rincones de tu vida, la mente y el cuerpo terminan por rebelarse.

 

El burn-out no llega con una explosión: aparece despacio, sin hacer ruido"

 

El coste para el país también es brutal: más de 59.000 millones de euros anuales en bajas, rotación de personal y caída de productividad. No es una moda ni un capricho generacional. Es un problema estructural que llevamos años ignorando.

Cuando el trabajo deja de ser saludable

El burn-out no llega con una explosión. Aparece despacio, sin hacer ruido. Un día duermes peor. Otro día te falta energía. Y cuando te quieres dar cuenta, todo cansa más de lo normal.

Entre los factores más comunes hay algunos que casi cualquiera reconocerá:

- La presión constante y los plazos imposibles.

- La falta de control sobre el propio tiempo.

- La sensación de inseguridad laboral.

- La sobrecarga digital: correos, mensajes, reuniones, notificaciones.

- La falta de reconocimiento o de sentido.

Y aunque solemos pensar que el desgaste es emocional, la realidad es que también es físico. El cuerpo habla cuando la mente ya no puede más: sueño fragmentado, fatiga que no desaparece, dolores musculares, migrañas, problemas digestivos… Incluso esa sensación extraña de estar presente, pero no del todo.

 

Como sociedad, necesitamos dejar de glorificar el sacrificio extremo y actualizar nuestro concepto de productividad"

Todo esto se agrava con una idea muy arraigada en nuestra cultura: la de aguantar. Aguantar más horas, aguantar más carga, aguantar por miedo a que te sustituyan. Muchas personas han crecido escuchando que quien no puede con todo es débil. Pero eso no es compromiso. Eso es autoexplotación disfrazada de responsabilidad.

Y aquí quiero compartir algo personal, porque yo también estuve ahí. Mi primer trabajo fue con 18 años como portero en un club deportivo, aunque ya desde los 13 ayudaba a mi padre en verano. Luego fui gerente en una empresa mediana y, más tarde, entré en la banca. Ahí entendí lo que significa sentirte atrapado. Da igual lo que hicieras: no había crecimiento por méritos, sino por simpatías, cafés con los jefes o el cigarro del descanso. Me quemé. Tanto, que un día tomé una decisión que muchos verían una locura: renuncié a mi finiquito solo por ser libre.

Esa experiencia me enseñó algo que mucha gente descubre demasiado tarde: la pregunta no es “¿por qué quiero irme?” sino “qué precio estoy pagando por quedarme”.

Soluciones reales y caminos de libertad

Romper con el burn-out no es fácil, pero sí posible. Y empieza por reconocer que nadie puede dar su mejor versión si trabaja siempre al límite.

A nivel personal, poner límites horarios, apagar notificaciones fuera de hora, pedir ayuda a tiempo y aprender a decir hasta aquí es fundamental.

A nivel empresarial, es urgente reorganizar cargas, humanizar el liderazgo y garantizar una desconexión digital real y no solo escrita en un manual.

Y como sociedad, necesitamos dejar de glorificar el sacrificio extremo y actualizar nuestro concepto de productividad.

Pero la reflexión final es quizás la más importante: llevamos años confundiendo compromiso con desgaste. Y no son lo mismo. Si cada lunes te levantas agotado, si sientes que el trabajo te quita más de lo que te da, quizá ha llegado el momento de reformular la pregunta: no es “cómo aguanto otro día?”, sino “qué vida quiero dentro de cinco años y qué trabajo me acerca a ella”.

Y sí, existe otra manera de trabajar. Una forma más humana, más flexible y más alineada con tu propio ritmo. Hoy acompaño a personas que deciden dar ese paso: emprender con estrategia, encontrar alternativas reales y recuperar la libertad profesional que habían perdido.

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