Opinión

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AL OTRO LADO DE LA COLINA

Los premios low-cost Jaime I

Publicado: 29/11/2025 ·06:00
Actualizado: 29/11/2025 · 06:00
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Los premios Jaime I, celebrados hace escasos días, son unos premios low-cost, no lo digo yo, aunque cierta intuición pudiera tener, es como lo resume la inteligencia artificial cuando se le preguntan datos de los mismos en comparación con otros premios, como los Princesa de Asturias, celebrados hace algo más de un mes.

En España hay, aproximadamente, cuatro grandes premios relacionados con la Casa Real, los Princesa de Asturias, los Princesa de Gerona, los Príncipe de Viana (si si, no me he equivocado, el gobierno igualitario, feminista y socialista foral no ha querido llamarlos Princesa) y los Rey Jaime I, todos ellos son organizados por Fundaciones, a excepción de los navarros que lo hace el gobierno autonómico directamente. Y de igual manera los asturianos, gerundenses y valencianos son financiados de forma pública-privada, mientras que los de Viana son prácticamente sólo financiados con fondos públicos.

En la Comunitat Valenciana tenemos multitud de ejemplos de cómo se celebran reconocimientos sociales, culturales, económicos, en diferentes eventos con una organización inmejorable, dada la riqueza de nuestro patrimonio y laboriosidad de nuestras gentes; pero, y aquí viene el tío Paco con rebajas, siempre se puede mejorar lo excelente (y eso es la Calidad, como dice mi vecino Celso), porque uno de nuestros mayores defectos, puede que si puede que no, es que no sabemos ponernos en valor (maldita expresión), para que así, por ejemplo, se nos tenga en cuenta en el resto de España, y ser en muchas ocasiones por esa falta de apreciación, de consideración, cabeza de turco, como son los repartos a la hora de la financiación, de menas, o de inversión nacional. Valencia, en muchas ocasiones a lo largo de nuestra historia, no nos hemos hecho de valer, (hasta que, eso si, prendemos fuego a todo, como buenos falleros/hogueristas) no digamos ya tiempos lejanos, sino los más cercanos, como por ejemplo las inversiones para evitar otra calamidad con una nueva Dana, que según el ex vicepresidente Gan Pampols si vuelve a ocurrir aún sería peor sus consecuencias.

Pero no solo sufrimos de una falta de consideración (en parte) de los de fuera, sino de los de dentro, entre el tejido empresarial y la sociedad civil, no existe una cultura del mecenazgo, aunque hay honrosas excepciones, y eso que tenemos grandes empresas o cooperativas en la distribución, fabricación de automoción y baterías, de energía nuclear, Navieras/remolcadores, de infraestructuras críticas como puertos y aeropuertos, y un largo etcétera. Tradicionalmente han sido iniciativas particulares las que nos han puesto en el mapa, como por ejemplo Tomás Trénor y Palavicino polifacético personaje de principios del siglo XX, pues fue militar, empresario, aristócrata, y con un gran compromiso social (presidente del Ateneo de Valencia) con sus Ferias Nacional y Regional de 1909 y 1910. O ya en tiempos recientes la iniciativa muy personal de un grupo de valencianos de incluir a Valencia en la Ruta de la Seda-UNESCO, que hizo venir en Fallas a los dirigentes de esa organización para comprobar cómo en Valencia la ruta de la Seda estaba viva, y se volvieron ojipláticos al admirar en la ofrenda a la Mare de Deu esos maravillosos trajes de falleras directamente, a la vez que disfrutaban de las fiestas josefinas, y que cuando se les presentó su petición de declaración de patrimonio inmaterial de la Humanidad estaba el camino ya preparado, para esa gran fiesta, una de las mejores del mundo, de las más completas artística y culturalmente, de las más participativas, etcétera, y perdonen que me deje llevar por un cierto grado de pasión y chovinismo.

Pero volvamos al detalle de los premios; la verdad es que de puertas adentro los Jaime I no pueden estar mejor preparados, además de la presidencia de Su Majestad, el boato del evento, ubicado en una de las mejores obras del gótico civil como es la Lonja de la Seda, así como también en la Capitanía General de Valencia -antiguo convento de los dominicos- como sede de los jurados compuestos de, nada más ni nada menos…, un largo elenco de premios Nobel; el problema es de puertas a fuera. Porque todo premio tiene dos partes; primero el relativo al premiado en sí, su reconocimiento, incluido el premio en metálico, los Jaime I son por cierto los mejor pagados de todos; pero una segunda parte es la difusión de la idea fuerza que representan, el mensaje o relato, que se quiera difundir, ya sea la necesidad del esfuerzo y la excelencia, tanto cultural, social, o científica, e implícitamente (pero no por ello menos importante) la promoción del que otorga o donde se otorgan esos premios.

Porque si comparamos los premios antes citados, los Jaime I en comparación por ejemplo con los más señalados, los de Princesa de Asturias tienen una similar aportación pública según datos obtenidos, reitero, de la inteligencia artificial, que a su vez recaba la información de los portales de transparencia, la diferencia o el problema deriva, como antes adelantábamos de la falta de cultura del mecenazgo de nuestra sociedad y nuestro tejido empresarial o quizás de la incapacidad política para su movilización, y donde en Asturias hay una gran aportación de fondos privados, en Valencia no existen casi en comparación, y no sigo dando cifras por no aburrirles, porque en el retorno del gasto/inversión también nos superan los asturianos.

Pero donde las cifras asustan es en el impacto mediático de los eventos. En el cálculo estandarizado por la I.A. de la cobertura mediática de los Princesa de Asturias es entre 6-7 veces más que los Jaime I (algo evidente, que lo único que hace es poner cifras a una percepción muy clara), pero incluso los Princesa de Gerona son entre 1,5 y 2 veces más amplia su cobertura que los nuestros, superando los Jaime I sólo a los del Príncipe de Viana (algo también muy obvio por lo limitado de su organización, tamaño regional e interés político).

Y donde parece que los Princesa de Asturias superan por mucho más, que esa goleada de 6-7 a uno, a los Jaime I, es en la transcendencia internacional, y en la repercusión en las redes sociales y digitales, lo que nos pone más frente al espejo, respecto a que nuestros premios son mucho más localistas y analógicos, por no decir decimonónicos, por lo que requieren entrar ya en el siglo XXI.

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