CASTELLÓ. El veranillo de San Miguel no ha pasado de largo, calor y poniente en un otoño extraño, y triste. El Parque Ribalta muestra la enorme gama de colores de octubre, amarillos, rojos, ocres… una gran zona verde que a pesar de su belleza se mantiene sucia en muchos tramos. Mi perro camina cada vez más despacio, cada vez se detiene más, reteniendo el tiempo sin completar el paseo total del parque. Regresando a casa se podía escuchar el eco de la manifestación del pasado viernes en Castelló. Salimos masivamente a la calle, unas diez mil personas, para seguir gritando contra el horror del Genocidio en Gaza, la ocupación del territorio, los asesinatos de periodistas y personal sanitario, activistas humanitarios y decenas de miles de mujeres, hombres, niños y niñas inocentes, así como denunciar la muerte por desnutrición de cerca de doscientos niños. Exigimos libertad para los integrantes de la Flotilla a Gaza, pedimos al gobierno la ruptura de relaciones con Israel y desconfiamos de los planes previstos por Trump para alcanzar la paz.
El Plan para la Paz de Trump ha comenzado a moverse en Egipto, Qatar y Turquía con representantes estadounidenses, israelíes y de varios países árabes. Una estrategia que puede ser una luz de esperanza pero no acaba de convencer. Hamás se ha comprometido a liberar a los 48 rehenes retenidos desde el siete de octubre de 2023. Ayer se encontraban las dos partes en Egipto. Un alto el fuego no se ha producido, tal como ha pedido Trump a Netanyahu, y este plan no contempla una estrategia de paz duradera, además de no contar con los palestinos ni aceptar la creación de los dos estados. Detener la ofensiva militar y dejar de asesinar a inocentes no ha sucedido, Israel mantiene la presión y la tensión en la Franja de Gaza. Eso sí, Trump habla en su plan de una rápida reconstrucción de Gaza, pero no determina que sea para el pueblo palestino. Porque la tutela del territorio forma parte del despacho oval estadounidense. No olvidemos el anuncio de Trump que crear un mega complejo turístico en la Franja de Gaza. Y, en este caso, no parecía una muestra más del delirio presidencial.

Las manifestaciones masivas se han producido en numerosos países europeos, y aquí son centenares de miles las personas que han salido a la calle en la mayoría de ciudades y pueblos del país. En las comarcas castellonenses han sido numerosas las concentraciones en apoyo a Palestina, y junto a la manifestación de Castelló el viernes, València registró el sábado la participación de miles de personas que recorrieron el centro de la ciudad gritando contra el genocidio. La movilización ciudadana no va a detenerse, cada vez son más las personas que están tomando las calles de Europa para denunciar los atropellos de Israel a los Derechos Humanos.
Y, mientras todo rueda y sucede, en este pequeño país mediterráneo, hay un gobierno que desafina y que arderá en la hoguera de las vanidades. El jueves se celebra el 9 de octubre, fiesta de la autonomía. Para la mayoría de las valencianas y valencianos es una jornada que suma al 12 de octubre y que construye puentes. Este año, para el gobierno autonómico es una jornada de la que mofarse, teniendo en cuenta el lema y cartel conmemorativo: Vixca. Vixca. Vixca. Una intencionada falta de respeto al idioma con sonoras faltas ortográficas. Una decisión para confrontar y dividir, para seguir atentando contra la lengua y el pueblo. Vamos a escribir como se habla, sin más normativa ni reglas gramaticales. Siguiendo las consignas de Vox, su ultraderecha, el PP no cesa en ser lo mismo, en copiar el original fascista y así nos va. El jueves se celebrará la procesión cívica de València, Mazón, quien participará, pide respeto institucional, algo que a él le falta, pero no olvidemos que cada año la gresca en este acto procede siempre de grupos de la ultraderecha.

Mi vecina Carmen también se sumó a la manifestación de Castelló, recordando que había más gente que la legendaria y masiva marcha del No a la Guerra, contra la guerra en Irak, en los años oscuros de Aznar como presidente. Mi vecina se emocionó en la manifestación viendo como gente de todas las edades, familias enteras, salieron a la calle el pasado viernes. Carmen, como yo, no nos fiamos del plan de paz de Trump. Para nada.
Ayer comimos paella dominical con todos los ingredientes de la receta valenciana. De entrada, puntillas rebozadas y fritas, y de postre, el excelente tiramisú de La Dinada. Comimos, ya lo saben, como dos reinas. Y brindamos con dos copitas de absenta Segarra, de Xert. Brindamos por una paz definitiva en Palestina, por los dos estados y por la recuperación de la tierra expropiada, del territorio colonizado.
Buena semana. Buena suerte.
No se olviden de Gaza, ni de Cisjordania.