CASTELLÓ. La industria cerámica europea ha expresado su "preocupación" por la reciente propuesta de la Comisión Europea para establecer un nuevo objetivo de reducción de emisiones de CO2 en el año 2040. En concreto, la Comisión ha propuesto modificar la Legislación Europea sobre el Clima para fijar que en ese año las emisiones netas de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 90% en comparación con los niveles de 1990. Se trata de un nuevo objetivo a caballo entre el reto de reducir las emisiones en un 55% en 2030 y llegar la neutralidad climática en 2050. La propuesta ha puesto en alerta, de nuevo, al sector cerámico de la Unión Europea que, a través de Cerame-Unie -la federación que aglutina a los nueve sectores cerámicos de Europa y en la que se integra la patronal española Ascer- ha emitido un comunicado en el que expresa su rechazo a esta medida sin los incentivos adecuados y en el que alertan de más pérdida de competitividad y la consiguiente marcha de las industrias a países medioambientalmente más laxos.
"La industria cerámica expresa su preocupación por la propuesta de la Comisión Europea, que establece el objetivo de reducción de emisiones de CO2 para 2040 en un 90%, lo cual parece poco realista para la industria manufacturera de la UE en ausencia de soluciones alternativas inmediatas de descarbonización", han manifestado desde la federación del sector. Para Cerame-Unie, "la prioridad debería ser abordar las necesidades a corto plazo y alinear mejor la trayectoria para alcanzar los objetivos climáticos de las industrias, incluida la mayoría de los pequeños emisores".
Así, la asociación ha instado a los legisladores a "evaluar cuidadosamente la sostenibilidad social y económica general de los objetivos climáticos propuestos", en particular sus consecuencias para la industria manufacturera de la UE. Según indica, en su configuración actual, el marco del régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE) de la UE "no ofrece los incentivos adecuados para la descarbonización de la industria, sino que contribuye a un aumento sustancial de los costes del carbono, lo que conlleva una pérdida de competitividad internacional y, en consecuencia, la deslocalización a países con estándares ambientales más bajos". "Debido a las escasas posibilidades de descarbonización y a la falta de fuentes de energía alternativas disponibles y asequibles, los costes adicionales para los actores industriales pronto se volverán insostenibles", aseguran.
En este sentido, apuntan que, cuando se revise este régimen de comercio de emisiones tras 2030, la UE "debe proporcionar una vía más pragmática y flexible hacia el cero neto, en particular para las industrias compuestas por pequeños emisores que representan la mayoría de las instalaciones del RCDE, pero una pequeña proporción de las emisiones de CO2". "Estas se ven afectadas de forma desproporcionada por la carga administrativa y la imprevisibilidad del actual sistema", indican.
Un 30% menos empresas que en 2011
Desde Cerame-Unie recuerdan que la producción de cerámica en la UE ha disminuido un 30% con respecto a 2021, muy por debajo de los valores alcanzados tras la crisis de la covid-19 en 2020 y del nivel posterior a la crisis de 2009. "Como consecuencia, la industria cerámica está experimentando una grave pérdida de competitividad tanto en el mercado interior como en las exportaciones, con una balanza comercial que ha caído un 50% desde 2021", explican. Asimismo, aluden a la crisis energética, que "también ha afectado sustancialmente a la capacidad del sector para generar empleo local de calidad en Europa, lo que ha provocado una disminución del 10% en el empleo directo y del 30% en el número de empresas en comparación con 2011 en un sector vital para numerosas cadenas de valor estratégicas".
"La industria cerámica, pionera en este sector y con mayores reducciones logradas antes de 1990, ha reducido aún más sus emisiones en más de un 45% en comparación con el pico de emisiones alcanzado en la década de 2000", aseguran. Como se destaca en la Hoja de Ruta Cerámica hasta 2050, se están desarrollando proyectos y tecnologías para reducir estas emisiones.
"La cerámica de la UE se ha comprometido a una reducción gradual y lineal de las emisiones hacia la neutralidad de carbono mediante una amplia gama de medidas, que incluyen la transición a energías renovables, la innovación y el aumento de la eficiencia energética, entre otras", destacan. Sin embargo, desde la asociación sostienen que el despliegue de estas tecnologías y la consecución de los objetivos de descarbonización del sector dependen en gran medida de condiciones externas en las que la industria tiene un impacto limitado, como un marco regulatorio adecuado, el acceso a apoyo financiero, las fuentes de energía alternativas y la infraestructura necesaria.
Además, una parte significativa de los productos cerámicos de la UE se exporta a países no pertenecientes a la UE con menores ambiciones de descarbonización, compitiendo en un mercado global con productos que no soportan el coste de la descarbonización.
Por ello, Cerame-Unie enfatiza la necesidad de otorgar condiciones favorables a la industria, incluyendo medidas inmediatas a corto plazo como: simplificar el RCDE para pequeños emisores; incentivar la electrificación extendiendo la compensación de los costes indirectos del carbono a todas las industrias con uso intensivo de energía; y garantizar que los costes del carbono no sigan aumentando hasta que los precios de la energía vuelvan a los niveles previos a la pandemia. "Esto debería ser un requisito previo, incluso antes de establecer un objetivo más ambicioso para 2040 en los sectores del régimen de comercio de derechos de emisión, sin garantizar que se cumplan todas las condiciones favorables", explican.