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Rebulo

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En España hay gente buena, muy buena y buenísima al igual que hay gente mala, muy mala y malísima. El español acepta -como lengua- el algo, el más y el mucho más, como sucede en italiano sin matices de lo bello a lo muy bello y lo bellísimo. En Valencia, con motivo de la Dana, se ha hablado y habla mucho, y se ha escrito todavía más, muchísimo. Se han dicho verdades y mentiras, y también imprecisiones y han salido otros tantos a decir -blandiendo el cetro del agnóstico- si lo escrito, dicho o sugerido era bulo o no lo era. En la imagen se leía siempre el titular y un cuño, sello con la estampa en rojo intenso y en mayúsculas: BULO. Hemos aprendido rápido -somos obedientes-, y si viene una noticia con subtitulo en granate-sangre y cuatro letras -B, U, L y O- es que la noticia es falsa, y si viene sin las letras y parece inverosímil uno va y se informa, o pone en duda lo que lee, porque es muy del gusto del humano ser considerado un súbdito obediente, insisto, un tipo guay.

En Valencia -y con la Dana- se ha leído tanto el sustantivo bulo que uno -que es tan obediente como cínico- ha decidido contrastar no sólo la noticia con el sello sino aquello que aparece sin estampa. Y en los bulos -lo que algunos decidieron que eran bulos- he encontrado una amalgama de noticias imprecisas, titulares de opinión, un yo pienso o un yo creo, más verdades incompletas y algo -poco, la verdad- de lo que stricto sensu es bulo. Bulo es la noticia que se crea -elemento volitivo proactivo- para interferir en la verdad, que difunde datos falsos, y pretende generar un nuevo axioma hostil a lo real. Por lo tanto, las noticias imprecisas, titulares de opinión, un yo pienso o un yo creo y otras más verdades incompletas no son más que eso, que noticias imprecisas, titulares de opinión, un yo pienso o yo creo y unas cuantas más verdades incompletas, y que en ellas y en su origen no hay atisbo -ni siquiera en porcentaje irrelevante- de lo que ahora muchos llaman bulo. Ha habido no-bulos de bomberos rechazados y de ayudas que se deben devolver, al igual que ha habido bulos procedentes de organismos no privados que en el fondo es doble bulo por el celo y el rigor que todo súbdito obediente presupone hacia lo público. Y si el cuño bulo es bulo en sí mismo yo diría que es muy bulo o que es rebulo -como dicen en el cono Sur-. Y si el bulo es procedente de la esfera pública, yo diría que es bulísimo también o súperbulo -que de alguna forma uno debería especificar la procedencia más solemne de la noticia-.

En España hay gente lista, muy lista y listísima al igual que hay gente tonta, muy tonta y tontísima, como sucede en Italia, en Japón o en cualquier otro país del mundo. La diferencia no estriba en la intensidad o en el empleo del superlativo sino en la actitud del que demuestra incompetencia. Y es que tontos, muy tontos o tontísimos hay en todos lados, pero en España es algo manifiesto por ser obvio y evidente, por premiar al que hace gala de sus taras y dotar de compromiso al contenido de su speech. Y es que nunca coincidió en un mismo sitio tanto bulo que no es bulo, tanto bulo oficioso-y-oficial, ni tanto tonto orgulloso de su idiocia.

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