CASTELLÓ. El Ayuntamiento de Castelló ha requerido a la empresa propietaria del Garaje del Inglés, un edificio singular y con carga histórica, a que realice los tratamientos necesarios para adecentarlo. Lo ha hecho a raíz de las quejas recibidas por parte de los vecinos, que alertaban de la suciedad del inmueble e incluso de la salida de roedores de él, y una vez sus inspectores han ratificado el mal estado de la construcción.
Las actividades requeridas por parte del área de Control Urbanístico comprenden la limpieza del mismo y la reparación de la fachada ante la posibilidad de que de ella se desprendan cascotes. Según ha podido comprobar este diario, en las labores de limpieza incluso se ha tenido que talar un ficus que, con un tronco de dimensiones considerables, se encontraba en la terraza que da a la calle Luis Vives. El interior del edificio también albergará trabajos de limpieza, que está previsto que se prolonguen hasta el próximo día 20.
La orden de ejecución dictada por el consistorio de la capital de la Plana se dirige a la compañía Martín Poy, propietaria del edificio histórico desde el año 2004, cuando lo compró en subasta pública por 3,2 millones de euros. Desde aquel momento, la firma no ha comunicado su intención de llevar a cabo ninguna actuación en el inmueble, ubicado en pleno centro de la ciudad y con una carga simbólica en los casi mil metros cuadrados de que consta.
La Casa o Garaje del Inglés recibe su nombre en recuerdo de Russel Ecroyol, conocido por los castellonenses por el sobrenombre de el Inglés en los años 20 del siglo pasado. Ecroyol era un obispo anglicano que compró la casa al escritor Salvador Guinot Vilar al precio de 90.000 pesetas de la época. Este religioso anglicano murió dejando la casa en testamento a su esposa, María Pérez Rodríguez. Posteriormente, en 1955, María Pérez alquiló la planta baja del edificio para que fuera utilizada como garaje. Tras fallecer en 1962, la propiedad pasó a manos de su hermano, quien se encargó de gestionar la vivienda y el alquiler de su planta baja como garaje, de ahí que que en los círculos sociales castellonenses comenzase a conocerse este inmueble como el Garaje del Inglés.
En 1991, año en el que José Luis Gimeno alcanzó la alcaldía de Castelló, el Ayuntamiento investigó la situación del inmueble después de dos impagos del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). El hermano de María Pérez había fallecido y la empresa gestora del garaje seguía operando con el mismo. El consistorio decidió recalificar el solar y limitar su uso como administrativo.
A partir de ahí, la Justicia declaró la finca como un bien abintestato (sin herederos reconocidos) y el Ministerio de Economía pleiteó hasta poner a su nombre la propiedad. La empresa Martín Poy compró la casa en pública subasta en 2004, lo que puso punto y final al asunto de la propiedad, pero dejó una cantidad de dinero por repartir en un caso que todavía se prolongaría varios años. En 2012 la Delegación de Hacienda inició el reparto de los 3,1 millones a partes iguales entre el Estado, 7 oenegés de Castelló y 25 asociaciones sin ánimo de lucro de la provincia.