CASTELLÓ. El Ayuntamiento de Castelló se enfrenta a un desafío con las tascas ante la entrada en vigor de la fase 1 de la desescalada, previsiblemente el 11 de mayo. Entre las medidas que flexibilizan las condiciones de desarrollo de actividades como la hostelería y restauración, figura la reapertura de bares y restaurantes, con sus correspondientes terrazas, limitándose al 50% las mesas permitidas en el exterior.
Según la normativa autonómica y municipal, el mueble de tabla horizontal y el velador, repisa de pie que permite el consumo de alcohol en las calles Barracas e Isaac Peral, tienen la misma consideración a efectos administrativos y jurídicos. Dicho de otra manera, los cinco establecimientos de la zona gastronómica poseen idéntica cobertura legal para levantar las persianas si sus propietarios así lo consideran oportuno.
El quid de la cuestión reside en los criterios de distanciamiento social que marca la orden del Gobierno. En el capítulo IV, artículo 12, se señala que "deberá asegurarse que se mantiene la debida distancia física de al menos dos metros entre las mesas [...]".
A finales de octubre de 2019, el Acord de Fadrell autorizó la instalación de 38 veladores en las tascas. Tras acatar la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) el 26 de septiembre, que obligaba a modificar el epígrafe 26 de la ordenanza de Convivencia Ciudadana, la "mesita de pie" se convirtió en la mejor alternativa para garantizar el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. De ahí que se aprobaran nuevas concesiones, sumándose a las otorgadas en años anteriores bajo gobiernos del PP, hasta alcanzar la cifra actual de 49 elementos auxiliares.
Con el decreto del Gobierno en la mano, esa cantidad queda reducida a la mitad, 25 por redondear. Más allá de la distancia de seguridad de dos metros entre cada velador, existe otro matiz que obliga al equipo de gobierno a analizar en profundidad el nuevo escenario de las tascas antes del próximo lunes. El punto 3 del citado artículo 12 recoge la posibilidad de permitir "las reuniones en las terrazas de los establecimientos de hostelería y restauración de hasta un máximo de diez personas por mesa o agrupación de mesas".
Ese aspecto, considerando las estrecheces de Barracas e Isaac Peral, obliga todavía más a estudiar la situación. Al respecto, el gerente de la Tasca Ernesto-La Oficina, Ernesto Bou, reconoció semanas atrás que, posiblemente a corto plazo, habría que replantearse el modelo de negocio, pero siempre en sintonía con el Ayuntamiento de Castelló.
Según aseguró, "personalmente no quiero que nos convirtamos en un foco de peligro. La asociación está ahora mismo del lado de las instituciones y vamos a hacer lo que sea mejor para la sociedad". Cuando se refería a peligro, aludía a la singularidad de las tascas como punto de encuentro al congregar a cientos de castellonenses en condiciones normales cada fin de semana.
Otra cuestión que los concejales Rafa Simó y Fernando Navarro deben aclarar a los empresarios atañe a la monitorización, esencial para determinar la supresión de la ZAS en un futuro. Las mediciones de las estaciones se interrumpieron con la declaración del estado de alarma y su nueva puesta en servicio resulta una incógnita en estos momentos.