CD CASTELLÓN

El día que despertó el león

24/06/2019 - 

CASTELLÓ. El 24 de junio de 2018 marcó un punto de inflexión en la historia reciente del CD Castellón. Aquel domingo, sobre las 22:30 horas, se ponía fin a un tormento de siete temporadas en Tercera División gracias al ascenso logrado en Castalia ante el Portugalete.

Ese encuentro cerró una larga pesadilla para la sufrida afición albinegra, iniciada con un descenso administrativo a la cuarta categoría del fútbol español, una gestión catastrófica de los rectores del club y un riesgo permanente de disolución.

Y como buen perro flaco, el club padeció sus desencantos deportivos con la mayor crueldad posible: un ascenso frustrado por un penalti marrado en el lanzamiento decisivo, una eliminación inesperada después de ser primero de grupo y una derrota en la penúltima ronda tras arruinar una ventaja de dos goles en los minutos 85 y 95.

El cambio de rumbo se inició coincidiendo con la llegada al club de un grupo accionarial encabezado por Vicente Montesinos y respaldado por los futbolistas Ángel Dealbert y Pablo Hernández. Ese equipo tenía el doble reto de curar las quemaduras de tercer grado que infligieron sus predecesores a la tesorería del club y hacer un proyecto deportivo que conquistara el tan ansiado ascenso.

En lo futbolístico, el equipo se vio lastrado por un mal comienzo de temporada que le costó el puesto en el banquillo a Frank Castelló. El club decidió entonces ceder el mando a Sergi Escobar, técnico procedente del filial y debutante en Tercera División. El cambio fue radical. El equipo pasó de estar fuera de los puestos de play off a llegar a la final de la fase de ascenso tras imponerse con muchas dificultades al Tropezón y el Sant Andreu. Quedaba un último paso para dar el salto de categoría, ante el Portugalete. El partido de ida, en Vizcaya, se saldó con un sufrido empate a uno gracias a un gol de penalti en el minuto 95. En la vuelta, en Castalia, el Castellón necesitaba una victoria por cualquier resultado o un empate sin goles. 

“Los días previos fueron muy largos porque había mucha tensión y mucho seguimiento de los medios de comunicación. Esa semana deseaba que pasara rápido y que compitiéramos ya”, recuerda Escobar.

El capitán de aquel equipo era Jordi Marenyà, jugador que tiró del carro en las temporadas más convulsas de la historia del club y que no acababa de encontrar el premio a tantos años de implicación. Tras las frustraciones sufridas en los play off de las dos temporadas anteriores, llegaba una nueva oportunidad para él. “El día del partido estaba nervioso y se me hizo largo. Además, se jugó muy tarde (20:45 horas) y la espera se hizo tensa, pero una vez salí al campo todo cambió. El ambiente en la grada me dio fuerzas y tranquilidad”, rememora el vila-realense.

Aquella grada repleta de gente tenía que llevar en volandas a un equipo que, con Escobar en el banquillo, no había cosechado ninguna derrota en 15 partidos dirigidos en Castalia. El técnico introdujo varios cambios en el equipo inicial, pero hubo uno que llamó poderosamente la atención: la presencia del canterano David Colomer, jugador que había tenido poca participación en los meses previos. “Había titulares que llegaban muy justos física y mentalmente y tuve claro que había que cambiar a algunos. Al principio de la semana hablé con Colomer y le dije que estábamos ante el partido más grande de nuestras vidas y uno de los más importantes de la historia del Castellón y le pregunté si estaba preparado para jugarlo de titular. Él no dudó en ningún momento y ahí tuve clara la decisión”, explica Escobar.

Durante esa semana, el centrocampista ya iba captando las intenciones de su técnico. “Desde el lunes ya me iba comentando cosas y el jueves me dijo que estuviera preparado para lo que pudiera pasar. Cuando esperábamos en el vestuario y anunció el equipo, pensé que ese partido tenía que ser mío porque podía ser histórico. Y así fue. Sabía que ese día tenía que disfrutar como el que más”, describe Colomer.

El Castellón, que rozó la eliminación en las dos rondas anteriores frente al Tropezón y el Sant Andreu, afrontaba la madre de todas las batallas esperando que los traumas sufridos en las dos campañas anteriores quedaran en el olvido. Marc Castells, que defendió la elástica albinegra en la campaña 2015-16, cuando el Gavà privó a su equipo del ascenso en la tanda de penaltis, regresó al Castellón en enero de 2018 para quitarse aquella dolorosa espina, agravada por unos problemas físicos que le impidieron jugar a pleno rendimiento. En esta ocasión llegó en las mejores condiciones después de ir a más a medida que avanzaba la competición. Castells afrontó el último partido con el recuerdo de aquel frustrado ascenso, pero también con el convencimiento de que el desenlace sería muy distinto en este nuevo intento. “Siempre tienes nervios en un partido así, pero la sensación era diferente. Habíamos eliminado a un rival muy fuerte como el Sant Andreu y el equipo llegaba muy bien. Creo que el ascenso lo conseguimos en esa ronda anterior y contra el Portugalete teníamos que certificarlo”.

Partido controlado

El encuentro ante el equipo vasco no iba a ser un paseo, pese al buen resultado cosechado en la ida. Sin embargo, el equipo albinegro respetó una de las principales virtudes que le caracterizaron desde la llegada de Escobar al banquillo: reducir las aproximaciones de su rival. Y más tras jugar en superioridad numérica desde el minuto 41. “Fue el partido que más controlado tuvimos en todo el play off. Lo viví más tranquilo que otros encuentros, como la eliminatoria contra el Sant Andreu o fases del partido de ida contra el Portugalete. Solo en los últimos minutos había intranquilidad, cuando queríamos que el árbitro pitara el final para celebrar el ansiado ascenso”, recuerda Escobar.

Marenyà, que vivió los dos intentos fallidos de 2016 y 2017, no lo veía tan claro. “Estábamos controlando el partido, pero a veces perdíamos el balón y ellos encontraban opciones al contraataque. Quizás no fueran situaciones muy peligrosas, pero a nosotros sí nos dio esa impresión por todo lo que estaba en juego”, comenta.

La sensación de inquietud que generaba cualquier tímida aproximación del Portugalete estaba plenamente justificada. Porque un gol del conjunto vizcaíno mandaba todo al precipicio. Pero a media hora del final, el Castellón pasó de la intranquilidad al éxtasis. Su protagonista fue el hombre que entró en la escena de la titularidad de forma inesperada. David Colomer, que saltó al campo dispuesto a comerse el mundo, quedó inmortalizado con un soberbio testarazo. Si ya fue sorprendente que jugara de inicio, lo fue más que marcara de cabeza. “Héctor Mohedo (segundo entrenador) no me solía poner para rematar, pero pensé que tenía que entrar sí o sí y el destino decidió que yo estuviera ahí y marcara el gol”, comenta el centrocampista. 

Apuesta ganadora

El estallido de júbilo fue generalizado en todo el estadio, pero si había un hombre que lo saboreó de forma especial fue Sergi Escobar. Su apuesta por Colomer había resultado exitosa. “En los primeros 15 minutos ya se vio que era un revulsivo decisivo y que había acertado en la decisión, pero cuando marcó fue un momento de éxtasis maravilloso por lo que significaba. No se puede describir con palabras lo que sentí”, señala el técnico.

“Ese gol nos dio más control y seguridad”, recuerda Marenyà. “De hecho, jugamos muy bien en los minutos siguientes y tuvimos opciones para el 2-0”, prosigue.

Pero el segundo tanto no llegó y el Castellón tuvo que aplicar todos los sentidos para evitar que se repitiera lo de otras veces. Muy reciente estaba el batacazo ante la Peña Sport (temporada 2016-17), con dos goles encajados en los últimos minutos para tirar una eliminatoria que parecía controlada. Aquel golpe, sin embargo, ayudó a encarar mejor la situación ante el Portugalete. “Sí que es verdad que se te pasa por la cabeza, pero aquellos goles llegaron por errores nuestros y lo que había que hacer era estar concentrados al máximo. Estuvimos alerta y conseguimos tener la pelota lejos del área nuestra. Al final, aquellas malas experiencias nos ayudaron”, reconoce Marenyà.

Pasaban los minutos y el decorado no cambiaba. El Castellón controlaba la situación frente a un Portugalete que se agarraba a la esperanza de que una jugada aislada le permitiera igualar la eliminatoria. Nunca hubo sensación de peligro contra la portería de Zagalá en toda la segunda parte, pero al ser mínima la ventaja del Castellón, el Portugalete se mantenía con vida. Los jugadores del banquillo no podían controlar su nerviosismo a la espera de que el árbitro decretara la conclusión del partido y cuando se produjo el pitido final, un torrente de júbilo se apoderó de Castalia. El león había despertado después de siete años hundido en la Tercera División.

Los protagonistas de aquel partido no ocultan su emoción, un año después. “Lo recuerdo ahora y se me ponen los pelos de punta. Yo regresé al Castellón para eso y al final lo logramos tras muchos sinsabores. Piensas también en todos los jugadores que lo merecieron en años anteriores y no lo consiguieron”, subraya Marenyà, quien obtuvo el premio a la insistencia después de tirar del carro en los periodos más inciertos de la historia del Castellón. Las frustraciones que vivió durante muchas temporadas se tornaron en felicidad aquel caluroso domingo de junio.

Su compañero Castells, con quien compartió muchos de esos momentos difíciles, recordó lo que hizo una vez finalizado el partido. “Lo primero que hice fue acercarme a Marenyà para abrazarle porque él se merecía realmente este ascenso”. Y añade: “Cumplir un objetivo es lo más grande para un futbolista y yo firmé con el Castellón con ese propósito”.

El técnico de aquel ascenso, Sergi Escobar, lo vivió con especial sentimiento. El almazorense pasó en unos meses de entrenar en Regional Preferente a ascender a Segunda División B con su Castellón. “Fue una emoción enorme que llevaré siempre en mi corazón. Ha pasado un año y lo vivo como si fuera ayer mismo”, describe Escobar, quien también recuerda a otros baluartes de aquel éxito dentro y fuera del terreno de juego. “Hay que poner en valor lo que hizo Ángel Dealbert al ponerse de corto y jugarse su prestigio futbolístico siendo directivo. Fue una persona extraordinaria porque fue un jugador ejemplar para el resto por su humildad. También fue clave el presidente por su conexión con el cuerpo técnico y la plantilla en los momentos duros”.

El héroe insospechado de aquel partido, David Colomer, tendrá su nombre marcado para siempre en la historia del club al ser el autor del gol que cerró el convulso ciclo del Castellón en Tercera División. “Fue maravilloso sentir que habíamos subido a Segunda B, con toda la gente arropada a nosotros. Es un sentimiento que no se va a ir nunca”, recuerda, un año después.

Aquel ascenso se consiguió con una plantilla formada por Zagalá, Unanua, Dealbert, Arturo Navarro, Enrique, Ferreres, Luismi, Abraham, Forner, Castells, Marenyà, Javi Rubio, William, Juanjo Gracia, Colomer, Iván Sales, Cristian Herrera, Pedra, Nuha, Serra y Cubillas. También intervinieron, antes de salir en el mercado de invierno, Nico Pascual-Leone, David Guinot, Fonte y Javi Zarzo. Todos ellos consiguieron que aquel león despertara de una prolongada pesadilla y que por fin encontrara la luz.

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