CASTELLÓ. El terremoto político que vive Madrid, con la inesperada convocatoria de elecciones por la ruptura entre el PP y Ciudadanos, alerta ante posibles réplicas en la provincia de Castellón. En concreto, en Benicàssim y la capital de la Plana, dos municipios donde el partido liberal gobierna en coalición con la derecha, en el primer caso, y exhibe desde la oposición una gradual complicidad con la principal fuerza del ejecutivo local, el PSPV-PSOE, en el segundo. Aunque los escenarios de ambos Ayuntamientos son muy diferentes, lo cierto es que se dan las condiciones para que exista cierta expectación sobre los próximos movimientos de la formación naranja, dispuesta a poner patas arriba los pactos de gobernanza en otras instituciones allende de las fronteras de la Comunitat Valenciana.
Cs mantiene alianzas en Almassora, Oropesa del Mar, Castellnovo y Benicàssim. En las tres primeras localidades, y según apuntan fuentes de la dirección provincial, el blindaje de los acuerdos y las líneas programáticas descartan cualquier cambio de aquí a final de la legislatura. Entre otras cosas, porque implican asumir la alcaldía (actualmente en poder del Partido Socialista) durante los últimos años del mandato. A partir de junio en lo que se refiere a Oropesa (Araceli de Moya) y en 2022 por lo que respecta a Castellvono (Ramón Vicente Herrero). Con Almassora, la situación resulta un tanto singular, ya que el PSPV ostenta una notable mayoría y la sintonía con Ciudadanos responde a una cuestión de mera alineación de ideas.
Sin embargo, con Benicàssim el dibujo de la corporación plantea un futuro incierto para el equipo de gobierno si la principal fuerza de la oposición, la formación socialista, propone una moción de censura. Una decisión que depende exclusivamente del colectivo que lidera Miguel Alcalde y que suena como un runrún en las últimas horas. El PP, con seis concejales, gobierna gracias al apoyo de Ciudadanos, que cuenta con tres. En la bancada opuesta se sitúan el PSPV, con cuatro ediles; Compromís, con dos; y Podem y el grupo de no adscritos, con uno cada uno. La jugada que internamente sugieren algunos barones de la ejecutiva comarcal pasa por confeccionar un tripartito con valencianistas y naranjas. La suma de 9 regidores dejaría a los populares en la oposición.
La vicealcaldesa y coordinadora del partido liberal en la provincia, Cristina Fernández, asegura que "no se prevén cambios en ningún municipio ni es extrapolable (en alusión a Madrid). Allá donde estamos gobernando, la estabilidad institucional está garantizada". No obstante, matiza que "mientras se cumpla con lo pactado". En este sentido, a nadie se le escapa que las relaciones entre el PP y Ciudadanos en Benicàssim sufrieron un desgaste importante en el pasado a raíz del episodio de transfuguismo con Domingo Lorenzo, el tercer munícipe naranja, que desestabilizó al bipartito con su marcha al grupo de no adscritos en junio de 2020. Aquella decisión, con una preponderancia de la oposición, abrió la puerta a una moción de censura, posibilidad que descartó el propio Alcalde por la falta de respaldos.
Ahora, las circunstancias son otras distintas. "Para gobernar hacen falta 9 concejales. No me quiero precipitar, porque hay que saber primero si lo ocurrido en Madrid y otros puntos de España es algo puntual o responde a directrices de la dirección", asegura el portavoz del PSPV. "Creemos que Benicàssim merece estudiarlo [la moción de censura]. Estamos dispuestos a luchar y ser generosos", añade.
En el caso del Ayuntamiento de Castelló, el gobierno municipal está constituido por socialistas, Compromís y Podem-EUPV. El denominado Acord de Fadrell, siempre en el alambre por sus discrepancias internas, depende en gran parte del PSPV como socio mayoritario (10 concejales). Desde finales de 2020 sus guiños a Cs se han repetido, sobre todo en temas que a los valencianistas y la confluencia irritan, como la aprobación de los presupuestos. En el grupo socialista se evita cualquier valoración sobre un cambio de cromos, aunque la formación naranja se deja querer pese a que "no hablamos de casos hipotéticos, ni de futuribles", señala su representante, Alejandro Marín-Buck.
"Para que Ciudadanos pacte con el PSPV, la alcaldesa tiene que romper con sus socios. Ella [Amparo Marco], al inicio de la legislatura ya eligió a los compañeros de viaje. Ahora, a la vista de todos, queda demostrado que no son los mejores, que le desestabilizan el trayecto. Marco es la única que puede apearlos y buscar de nuevo la estabilidad hasta el final del mandato. Mientras tanto, nosotros seguiremos haciendo oposición constructiva", agrega.
Cabe recordar que en mayo de 2020, durante un acalorado debate con el regidor de Compromís, Ignasi Garcia, el concejal del partido liberal sacó la calculadora para advertir que "10 + 4 (Ciudadanos) suman 14. No nos ponga 7 (PP) + 4. Como sabe, gobernamos con la izquierda y con la derecha en muchos municipios. Somos un partido de centro". Esas cuentas estuvieron muy presentes en la campaña de las municipales al conceder las encuestas una mayoría absoluta a socialistas y naranjas formando coalición, toda vez que la corporación del Ayuntamiento de Castelló se compone de 27 ediles.