'cuando mi cuerpo dejó de ser casa'

El estremecedor relato de Colonia Dignidad, en primera persona y clave femenina

La autora Emma Sepúlveda publica Cuando mi cuerpo dejó de ser casa, unas memorias "imaginadas" de lo que sería la vida de una mujer en la Colonia Dignidad. Torturas, vejaciones y desapariciones que se relatan desde la voz de Ilse, quien entra siendo joven y vive todo el progreso de la Colonia en sus carnes, y se atreve a relatarlo en un pequeño diario

25/10/2022 - 

VALÈNCIA. Chile, 1961. El predicador Paul Schäfer comienza a crear Colonia Dignidad, una comuna en la Región de Maule de la que pocos tendrían escapatoria, y donde serían torturadas y morirían miles de personas. A día de hoy la historia que pudo suceder en este terrible lugar se relata a través de Cuando mi cuerpo dejó de ser casa, un relato a modo diario en el que la autora Emma Sepúlveda, nacida en Argentina y afincada en València, relata las memorias de lo que podría haber vivido una mujer en estos campos. Sepúlveda se atreve con una narración dolorosa y que va directamente al corazón, que hace estremecer con testimonios directamente sacados de cartas, relatos contados en juicios y torturas detalladas en la condena de Schäfer. Con este libro pretende hacer esa justicia que llegó demasiado tarde para el predicador, un ajuste de cuentas desde la voz de la primera persona, con unas memorias que buscan la indignación ciudadana y la agitación política de la primera a la última página.

No es la primera vez que Sepúlveda se atreve con un relato en el que haga el papel de justiciera. La autora ha escrito hasta la fecha más de 30 libros que abordan tanto temas históricos como ficciones para defender los derechos latinos. Entre estos escritos destaca 70 días de noche, en el que cuenta el rescate de 33 mineros en Chile, también escribió la historia de las artilleras, las madres de los desaparecidos de la dictadura chilena, y denunció con esta obra el gobierno de Pinochet. Todo ello le ha llevado a ser galardonada con el premio Thorton por la Paz, el Nevada Writers Hall Of Fame y ha ganado en tres ocasiones el Latino Book Award. Además de todo esto fue parte del comité que creó el primer museo de los latinos en Washington D.C. Y tras conocer a Emma toca acercarse a Sarah, el personaje ficticio que relata las memorias de Ilse, su madre, quien estuvo atrapada en las Colonias Dignidad durante décadas.

Sepúlveda confiesa que tras todos sus escritos siente que cada vez redacta con más cautela, pero no le gusta la palabra “miedo” dentro de su vocabulario. En el caso de esta historia aún sigue quedando viva una parte de la red alemana que perseguía a los chilenos, y además a día de hoy las Colonias Dignidad siguen existiendo como espacio, aunque ya no cuente con personalidad jurídica y se llama Villa Baviera: “Yo he visitado el lugar decenas de veces, sigue estando todo. Las camas en las que violaban a las mujeres, los espacios en los que torturaban a los chilenos… Estar allí me ha ayudado a conformar un relato acercado a la realidad en el que poder explicar como podría haber sido la vida allí”, sus visitas se mezclaban tristemente con la de turistas curiosos que a veces hasta pasaban noche en el lugar, “a día de hoy se puede dormir en Villa Baviera, jamás se me ocurriría pero hay personas que vienen atraídas por la historia y lo que se ha contado del lugar en la televisión”.

Tras decenas de años de juicios el relato vuelve a la carga, ya que en 2022 se siguen condenando las acciones que sucedieron en Colonia Dignidad. En la ficción se le dedicó una película en 2015 llamada Dignidad, y ahora Amazon Prime se acaba de estrenar Los sobrevivientes. Colonia dignidad, en la que se relata a través de los hijos de las personas cautivas todo el daño hecho en aquel lugar. Sin embargo Sepúlveda considera que es mucho más importante contar el relato desde una primera persona que sea una mujer, aquellas que sufrieron una discriminación por doble partida y cuya historia estaba totalmente silenciada: “Siempre se enfocó el relato en el daño que se le había hecho a los niños, sufrían violaciones y les pinchaban para que no tuvieran ni siquiera erecciones, ya que a Schäfer no le gustaba esa excitación. Sin embargo, esos niños eran hijos de mujeres, quienes habían tenido que crecer ahí y dar luz en un lugar inhóspito. Además muchas de ellas crecieron de niñas a mujeres, y durante todos esos años se les negó una educación y se les torturaba con electroshock, introduciendo metales por sus vaginas y humillándolas públicamente”. Todo ello lo relata Sepúlveda a través de unas memorias que buscan parecerse a lo que sería si una mujer hubiera podido escribir allí: “Tan solo recibieron tres o cuatro años de educación durante las décadas que estuvieron encerradas. Además no eran capaces de acceder a un libro, ni mucho menos de contar con herramientas para expresarse”.

“Ser madre de un hijo en ese lugar tuvo que ser algo totalmente desolador”, explica Sepúlveda, “mientras escribía yo me hacía mil pedazos. Para mí ha sido clave durante el momento de la escritura pararme a llorar un rato y después continuar. Lo que me ha permitido continuar es ese sentido de justicia, y la esperanza de que con esta historia se plantee alguna vez clausurar el sitio”. Entre las páginas del libro los años pasan muy lentamente, y las acciones de los miembros de la secta se relatan con demasiada claridad, con una honestidad dolorosa. El relato nace del acercamiento de Sepúlveda a las víctimas reales, y recogiendo todos esos testimonios que salieron a flote en el juicio de Schäfer en 2006: “Algunas partes documentadas son públicas, y a pesar de que la gente tiene acceso de ellas nunca nadie las había utilizado para contar las historias de las mujeres. Me pareció más interesante ver como podía escribirlo desde este punto de vista, y a modo diario para poder hacer un relato que fuera mucho más hacia lo emocional”.

A lo largo de las memorias se va describiendo espacialmente el lugar, los primeros acercamientos de los miembros de la secta a Ilse, la protagonista y como ella ve a todos como parte de una “familia” que les habían explicado que existía ahí dentro. Su relato es el de una niña con poca educación, por lo que recurre mucho a la explicación de los hechos a través de onomatopeyas o relatando solo una pequeña parte de lo que ve, de ese todo al que la autora real si que ha tenido acceso: “Yo tenía muchísima documentación a la hora de hacer el libro. Me tuve que leer prácticamente todos los métodos de tortura que se aplicaron sobre esas personas. Ha sido el libro que más me ha costado escribir, por el dolor personal que me causaba, muchos compañeros de Chile desaparecieron allí, fue muy duro contar esa parte de la historia”, explica la autora, “el reto real es darle a toda la documentación esa forma ficticia, contar esto en un libro reflejando lo que había leído en todas las cartas, en las condenas y con lo que me había contado el abogado que persiguió a Paul Schäfer durante todo el tiempo”.

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