PUNT DE FUGA  / OPINIÓN

El laborismo de Yolanda Díaz

3/12/2021 - 

Ayer se publicaban los datos de desempleo del mes de noviembre. De nuevo, se produce una bajada histórica del número de parados en un mes tradicionalmente adverso. Desde marzo el descenso ha sido continuado. Se ha recuperado ya todo el empleo destruido durante la crisis de la Covid 19 pero, además, por primera vez está aumentando el peso de los trabajadores indefinidos y disminuyendo el de los temporales. Esta tendencia rompe con el dogma neoliberal por el cual se le imponía un falso dilema a la sociedad: peores condiciones laborales o más desempleo. El Ministerio de Trabajo que dirige Yolanda Díaz ya ha demostrado que es posible compatibilizar ambos extremos. Los datos de desempleo han mejorado mientras se ha subido el Salario Mínimo, se han convertido cientos de miles de contratos temporales en indefinidos gracias a la Inspección de Trabajo y se han regulado situaciones de vulneración de derechos como ocurrió con la prohibición del despido por enfermedad o la aprobación de la Ley Rider.

Durante las últimas semanas en España se ha vivido una oleada de huelgas asociadas en su mayoría, aunque no exclusivamente, a la negociación de los convenios colectivos. Se ha discutido mucho acerca del resultado de esas luchas especialmente en el caso de la huelga del metal en la Bahía de Cádiz. Por supuesto es legítimo hacer un balance crítico de la actuación de los sindicatos que puede haber sido mejor o peor según el caso. Lo que me parece un error es dirimir la cuestión en términos absolutos de victoria o derrota. La panorámica completa a lo que apunta es a un incremento de la movilización de los trabajadores. Ese aumento de la conflictividad laboral podrá ofrecer mayores o menores resultados en cada caso concreto pero en conjunto refleja una revitalización de la fuerza de los trabajadores.

La mejora progresiva de los datos de empleo, el buen desempeño de Yolanda Díaz al frente del Ministerio de Empleo y el incremento de la movilización de los trabajadores son los tres vértices de un triángulo virtuoso. Cuanto mejor evolucione una de esas tres puntas, más se reforzarán las otras dos. Cuanto más se movilicen los trabajadores, mejores condiciones laborales se lograrán y más fuerza ganará Yolanda Díaz en el seno del gobierno. Cuanto mejores sean los datos sobre la cantidad y la calidad del empleo, mayor legitimidad ganarán tanto Yolanda Díaz como los sindicatos. Cuanta más autoridad tenga Yolanda Díaz en el seno del gobierno más podrá reequilibrar el marco de relaciones laborales del lado de los trabajadores fortaleciendo sus condiciones laborales y a sus organizaciones sindicales.

Miremos hacia atrás un momento. El ciclo político que fue desde el 2014 al 2019 estuvo marcado por la irrupción de Podemos. Se nos criticó mucho durante esos años por haber vaciado las calles para volcar todos los esfuerzos en el terreno institucional. El desplazamiento de miles de activistas de los movimientos sociales al trabajo institucional probablemente tuvo efectos en ese sentido. Eso llevó a muchos a hacer la reflexión de que la institucionalización de algún modo acaba suponiendo una merma de las bases sociales que habían impulsado el surgimiento de Podemos. Existiría por tanto una correlación negativa entre movilización social y acción institucional. Si algún mérito tiene Yolanda Díaz es precisamente que está logrando alterar ese fenómeno creando una nueva dinámica política por la cual la gestión de gobierno y las luchas sociales se retroalimentan.

Este es el fundamento último de lo que se ha venido a llamar el laborismo como palabro que vendría a condensar el proyecto político encarnado por Yolanda Díaz. Si algo nos ha enseñado nuestra historia reciente, es que el progresivo debilitamiento de la fuerza de los trabajadores acaba desembocando en el desmantelamiento del conjunto de las conquistas sociales. La única garantía de la preservación de nuestro maltrecho Estado de Bienestar es que los trabajadores estén bien organizados y pertrechados. ¿El laborismo supone alguna forma de regresión nostálgica de la izquierda hacia una edad dorada en que la industria y el obrero de mono azul eran el centro de nuestra sociedad? No. Más bien, es la constatación de que una fuerza política transformadora tiene la obligación de responder al que, según todos los estudios, es la principal preocupación de los ciudadanos: El trabajo. Ojo con esto, poner el mundo del trabajo en el centro, no significa glorificarlo sino más bien lo contrario. Se trata de abordar el conjunto de problemas que se dan o se derivan de él. Significa hablar de mejores condiciones laborales, pero también significa hablar de paro, de reducción de jornada y acceso al tiempo libre, de disociar el acceso a las prestaciones sociales del empleo, de las reivindicaciones feministas sobre igualdad retributiva, acoso sexual en el trabajo o conciliación.

De hecho, el gran reto de un laborismo que no se limite a la prescripción de políticas redistributivas de una economía que manejan otros, es colocar el cambio de modelo productivo como el elemento vertebrador de un nuevo proyecto de país y definir el rol que el Estado debe ocupar en él. La transición ecológica ofrece nuevas posibilidades para impulsar la reindustrialización en España mediante el acortamiento de las cadenas de suministros o la reducción de costes energéticos gracias a las renovables. Un ejemplo concreto se ha visto en la huelga de los trabajadores de Pilkington en Sagunto. En el plan de inversiones que le plantearon a la empresa se incluía la instalación de una planta fotovoltaica para abaratar los costes de la luz. Si el laborismo es capaz de hibridar las luchas de los trabajadores con otras luchas y reivindicaciones ganará también capacidad para ensancharse y hacerse cada vez más transversal.

Llevamos unos meses en que los sectores reaccionarios están tratando por todos los medios de cogerle la medida a Yolanda Díaz y el proyecto laborista que encarna. En el Congreso tanto el PP como VOX intentan encontrar sus puntos débiles en cada sesión de control. El problema de la derecha española es que juega fuera de casa, el trabajo es un terreno muy desfavorable para ellos porque todos sus presupuestos ideológicos se basan en atacar los derechos de los trabajadores. En política quien decide de qué se discute, tiene mucho terreno ganado. Yolanda Díaz ha conseguido determinar, al menos de momento, el terreno de juego. Por mucha retórica neofalangista y anticomunista que usen, si se siguen haciendo las cosas bien, el laborismo de Yolanda Díaz tiene mucho camino por delante. Eso sí, sus adversarios seguirán al acecho.

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