tribuna libre / OPINIÓN

El presidente Sánchez o el anillo de Giges

Foto: EFE/EPA/OLIVIER MATTHYS
19/07/2023 - 

En un célebre pasaje de la República de Platón, el filósofo Glaucón sostiene, frente a Sócrates, que todos los seres humanos o somos corruptibles o proclives a la corrupción. Nadie escapa a esta realidad. Incluso quienes respetan las leyes no lo hacen por honestidad o por asentar un sentido del bien común, sino por temor a ser castigados en plaza pública. Para dar solidez a su argumentación, recurre a la historia del anillo de Giges. El azar hace que Giges descubra una tumba subterránea en la que yacen los restos de un cadáver. Al instante, un objeto le deslumbra: su anillo. Tras contemplarlo con sumo deleite, lo toma y se lo coloca cuidadosamente. No tarda en descubrir un hecho insólito: si gira el anillo, se vuelve invisible. Gratamente sorprendido, da paso a su natural codicia. El robo y el engaño se convierten en su pauta habitual. Una razón tan espuria como cierta le asiste: sabiéndose invisible, no podrá ser descubierto. A partir del instante en que se siente invulnerable le posee una voracidad sin límites: la del poder.

Los textos clásicos nos sitúan ante la realidad más cercana: la de la esfera pública. Como sabemos, la política no se suele caracterizar por su ejemplaridad. Un buen ejemplo lo hallamos en quienes ostentan las riendas del poder. En el caso de nuestro presidente, el doctor Pedro Sánchez, su hemeroteca es devastadora. ¿Exageramos? No lo creemos. Aunque tuviéramos la insana intención de movernos en el terreno de la hipérbole o de la siempre injusta descalificación gratuita, este no es el caso, todo lo contrario, por mucho que nos extendamos, posiblemente nos quedaremos cortos en nuestras apreciaciones. Vayamos a los hechos.

Sesión de moción de censura. 14 de Septiembre de 2018. El doctor Sánchez sentenció: “Lo que hay en Europa son gobiernos, como en Alemania, en los que, por ejemplo, personas que han desempeñado responsabilidades ministeriales y a las que se les ha descubierto que han plagiado una tesis lo que han hecho ha sido dimitir”. Loable afirmación. Pero se olvidó de un detalle no menor: él había copiado fragmentos enteros sin entrecomillar ni citar al autor –por menos suspendemos a nuestros alumnos–. En su conocida obra, Cómo se hace una tesis, Umberto Eco lo llama plagio. No seré yo quien le contradiga. Ufano como pocos, no tardó en afirmar que presentaría numerosas querellas contra quienes le habían acusado de plagio, entre los que se encontraban reputados catedráticos de Universidad. A día de hoy, no hay constancia de que alguno haya recibido notificación judicial. Un hecho que lamentan, porque les hubiera gustado demostrar la verdad de sus afirmaciones, así como el código ético por el que se mueven, ese que no conoce el poder.

19/09/2019. El doctor Sánchez en la cadena amiga: “No dormiría por la noche, como el 95% de la población”. No sé si durmió tranquilo con su nuevo y flamante colchón, lo que sí sabe ese 95% de la población es que ha gobernado con un partido que él demonizaba por intolerante, y del que llegó a sostener: “Ningún ministerio de Estado podría estar en manos de Unidas Podemos”. Lo dijo él, El hombre que llegó a ser rey, pero a diferencia del relato de Kipling, no lo fue de un vasto territorio, sino de una prolongada mentira o de un notorio engaño. Elijan el calificativo que mejor les parezca. Pero no se acojan al famoso “cambio de opinión”. En política, como en la vida, quien reiteradamente cambia de opinión o es porque no la tiene o es porque su palabra vale menos que el envoltorio de un donuts en la puerta de un colegio.

17/12/2019. “Yo con Bildu no me voy a reunir”, “con Bildu no vamos a pactar”, “esa pregunta ofende” o “si quieres lo digo cinco veces”, “el PSOE tiene la misma posición: con Bildu no se acuerda nada”. Vistas hoy en día, son palabras que enternecen, porque nos devuelven a nuestra más tierna infancia, esa época dorada en la que leímos, embelesados, a Pinocho, ese entrañable personaje de madera que hoy es visto, como en la famosa viñeta, como un simple aprendiz de nuestro querido doctor Sánchez. Lo ve, se inclina y lo llama maestro. Enternecedor.

11/2018. Antena3: “Creo que clarísimamente ha habido un delito de rebelión”. Tras el pronunciamiento del Rey, el doctor Sánchez vio con suma claridad que se había dado un acto de rebelión contra el Estado de Derecho y contra la unidad de España. Poco le duró su clarividencia y su compromiso con el conjunto de los españoles. Había que pactar con los independentistas, con los enemigos de España. No solo pactar, había que indultar y hasta rebajar las penas por malversación. Pero lo más grave es que con su blanqueamiento de la Historia, los gravísimos hechos ocurridos en Cataluña están destinados a perderse como “lágrimas en la lluvia”. Solo unos pocos lo recordarán con profundo dolor: los reprobados por el poder oficial.

25/11/2022. En materia de Justicia el espectáculo es aún mayor. Sobre la conocida como 'ley del Sí es sí', impulsada por el Ministerio de Igualdad, el doctor Sánchez sostuvo: “Es un hito importantísimo”, “Es una ley pionera, a la vanguardia”. Sentencias que deberían quedar grabadas en las eternas piedras del Partenón. Pero el tiempo es un juez insobornable. Ante el clamor popular por los más de mil excarcelados, se vio obligado a rectificar. Eso sí, ese Presidente que “pasará a la Historia” no tuvo a bien asistir al Congreso para votar su reforma. Nuestro insigne doctor no está para pequeñas escaramuzas de salón. Los vuelos ecológicos en el famoso Falcón se lo impiden. ÉL solo está para dejar perlas como: “¿De quién depende la Fiscalía General?” ¡Pues eso! Su exministra Dolores Delgado siempre se lo agradeció. La prensa amiga, aún más.

Otro dato para el doloroso espejo que nos proporciona la hemeroteca. 14 octubre, 2014. Programa Salvados. Un joven y prometedor Pedro Sánchez afirmaba a un indulgente Jordi Évole que no estaba de acuerdo que “los partidos decidieran el Consejo General del Poder Judicial”. “Mi compromiso –añadía–: regenerar la vida democrática es hacer un CGPJ verdaderamente independiente del Gobierno”. A día de hoy, aún me conmuevo con esta declaración de principios, que no debería ser necesaria en política, pero, por desgracia, hoy se hace más necesaria que nunca. ¿Nos mintió el doctor Sánchez? No, él, como leemos en Yo, el supremo (Roa Bastos), nunca miente, simplemente cambia de opinión; tanto es así que no tuvo reparos en “poner” al ministro de Justicia Juan Carlos Campo en el Tribunal Constitucional. Una menudencia que nos hace comprender que Montesquieu había muerto, tal y como declaró Alfonso Guerra. Hoy no solo está muerto y sepultado, está cancelado de por vida.

Podríamos seguir hasta el infinito, pero, en el periodismo, el espacio está siempre tasado. Solo me queda anotar que cuando se acercan épocas de elecciones, me viene a la mente las primeras en las que voté: octubre de 1982. El PSOE de entonces, que por desgracia no es el de ahora –ni por asomo, ¿verdad, Felipe?, ¿verdad, Alfonso?–, tuvo un lema impactante: "POR EL CAMBIO". Era un tiempo de cambio y de esperanza. No sé si hoy lo es. El hartazgo político pasa sus inevitables facturas. Los partidos, todos, nos defraudan en algún momento de nuestras frágiles vidas. Pero lo que sí sé es que no es tiempo para claudicar ni para frivolidades. Es tiempo para meditar y decidir. Nos jugamos mucho. Mucho más de lo que pensamos. De ustedes depende. Y si tienen dudas, que las tendrán, vuelvan a revisar el debate del 10 de julio. Si lo hacen, no les quedará ninguna.

Juan Alfredo Obarrio Moreno es catedrático de Derecho Romano

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