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Entrevista al secretario autonómico de Empleo y director de Labora

Enric Nomdedéu: "A veces hay riesgo de que el personaje se coma al político, pero me da igual"

Foto: KIKE TABERNER
13/08/2022 - 

VALÈNCIA (EFE). El secretario autonómico de Empleo y director de Labora, Enric Nomdedéu (Reus, Tarragona, 1961), explica en una entrevista con EFE que es uno de los mayores coleccionistas de "El Principito”, que se conoció a sí mismo en París y que tiene el síndrome del impostor muy desarrollado.

¿Cuándo y cómo surgió la afición de coleccionar ejemplares de "El Principito"?

Fue la primera obra que leí en castellano, francés y alemán, cuando estudiaba esta última. Empecé a comprar la obra en diferentes idiomas cuando iba de viaje y la gente comenzó a su vez a regalarme otros cuando estaban fuera. Tengo más de 160 ejemplares. Además, conocí al principal coleccionista del mundo, que es de Suiza, y los tiene en más de 220 idiomas, y quien también hizo de editor en lenguas originales africanas. Lo descubrí, le pedí si tenía copias de esas ediciones, comencé a comprar y ya la liamos.

Ahora, rara es la semana que no me llega una foto de algún conocido preguntándome si tiene una edición concreta. Los amigos de las redes sociales son gentiles y amables y me han conseguido algunas ediciones difíciles.

Siempre ha estado muy presente en las redes sociales, ¿cómo es esa relación y cómo afecta a su imagen pública?

Llegué a la política a través del Ayuntamiento de Castelló, con un partido pequeño en aquel momento, y creé mi propio espacio a través de las redes sociales y no he aflojado. Cuando llegué a València me di cuenta de que las cosas que decía tenían mucha más repercusión. Aquello era la Champions y yo venía de jugar en Segunda. Y, pese a que alguna vez me guardo los dedos en el bolsillo, en general no pienso cambiar. En parte, es mi trabajo explicar las cosas que hago, con independencia de que después pueda decir tonterías porque he visto algo en la tele que me ha hecho gracia, porque me parece que está bien que la gente sepa que yo también veo "First Dates" a veces.

Alguna vez me he llevado algún "calbot" pero también muchas satisfacciones, como el día que me escribió por privado Quim Monzó preguntándome algo sobre el carajillo de Castelló. La mejor parte, sin duda, es el retorno porque hay quien te dice "eres muy burro" o que algo le ha parecido divertido, y para alguien que hace política es muy importante saber qué pasa al otro lado, porque de lo contrario a veces te quedas en un ámbito muy reducido.

A veces hay riesgo de que el personaje se coma al político, pero me da absolutamente igual porque yo no dejaré de ser personaje. La política es una cosa muy seria, pero no tiene por qué ser aburrida.

También ha destacado por desplazarse en patinete y llevar camisas llamativas.

Lo usaba mucho en mi etapa en el Ayuntamiento de Castelló y lo llevo a València cuando voy en tren. Al principio mi pareja se rió mucho y me dijo que no lo iba a gastar,

luego tuvo que reconocer que se equivocaba. Ahora están por todos lados. Y las camisas están hechas a medida por el sastre de Castelló Paco Roca, donde elegía retales con los que conseguía evitar ese perfil gris de político y que llevaba porque tengo 60 años y a partir de cierta edad, la discreción es un exceso de confianza, ya no te ven.

¿Se considera adicto al trabajo?

Tengo un interés constante por formarme porque tengo el síndrome del impostor muy desarrollado, siempre tengo la sensación de que estoy dos eslabones por encima de lo que debería estar. Siempre necesito justificarme conmigo mismo y no paro de formarme, porque además soy muy buen alumno y procuro hacer un curso al año de cosas que me ayuden para el día a día y mantener la cabeza viva.

¿Cómo fue su vida en París?

Pasé tres años allí, donde llegué con 40.000 pesetas en el bolsillo, sin billete de vuelta y con una dirección apuntada en un papel de la gente que me tenía que acoger unos días en su casa. Allí pasé unos días, y gané mis primeros francos haciendo marionetas en el metro, dormí en la calle más de una noche, pasé frío y hambre y aprendí francés todo lo rápido que pude para encontrar trabajo. A partir de ahí trabajé en un hotel en la recepción de noche y de día en un restaurante, de cocinero, de camarero y de repartidor, con la bicicleta. Es una ciudad extraordinaria, que supongo que con dinero debe ser la hostia, y que tiene la gran cosa de que subes al metro y cinco paradas más allá es otro universo y no se acaba nunca, con una oferta cultural extraordinaria.

Es un sitio al que quiero mucho y que ayudó mucho a conocerme a mí mismo. Cuando volví a España tuve que empezar de cero de nuevo, conduje camiones, los descargué, conduje un "torito" muchos años y al final la vida me llevó hacia los papeles otra vez. Por eso ahora me tomo mi trabajo muy en serio pero muy poco a mí mismo,
es decir, subirme a un coche oficial no me hará más tonto de lo que ya era. Y cuando acabe esta etapa trabajaré de lo que haga falta.

Si pudiera viajar a cualquier lugar ahora mismo con su familia, ¿dónde iría?, y ¿si fuera solo?

Con mi mujer y mi hija iría a Chile, el país natal de mi mujer; volvería a Israel, un sitio que me impresionó mucho, pero también me iría a Islandia, Noruega o Finlandia a sufrir frío.

¿Cuál sería su plan perfecto si no tuviera ninguna obligación?

Me gustaría que no cerraran tan pronto la piscina del apartamento de Benicàssim donde me gusta sumergir medio cuerpo y leer, pero en realidad elegiría el "Dolce far niente", porque reivindico el derecho a no hacer nada.

¿Tiene algún vicio confesable?

El café, paso el día bebiéndolo y es mi bebida social. Todos los demás ya me los he quitado.

¿Le gusta cocinar o prefiere disfrutar de la gastronomía?

Me gusta más comer que cocinar, porque cocino relativamente mal. Y soy carnívoro. Tengo una teoría sobre el pescado, y es que si nuestro Señor, en su sabiduría, hubiera querido que comiéramos peces tendrían alas o muslos, y no tienen, es comida de foca.

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