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Los gamers también son activistas: 9 videojuegos creados para salvar el planeta

14/12/2019 - 

CASTELLÓ. Nadie duda de que la digitalización es transversal a todo lo que nos rodea. Las ciudades se reinventan, los oficios también y con ello nuestra forma de consumir, y de ser. Lo cierto es que puede resultar más o menos sencillo, pero no hay ninguna sociedad que quiera dejar escapar la oportunidad de sumarse a este cambio. Una predisposición que, sin embargo, no responde por igual a todas las exigencias del planeta. Sin ir más lejos, más de 25.000 representantes de 200 países se han reunido desde principios de mes en Madrid para llegar a unos acuerdos con los que combatir el cambio climático. Pero, aquí sí hay dudas. O, mejor dicho, intereses sobre qué dejar dentro y qué fuera del "cajón" de nuestro ego para comprometerse con el futuro de la Tierra. 

Por eso, mientras los políticos se deciden, los gamers hace tiempo que tomaron partido. Desde Castelló, estudiantado de la Univesitat Jaume I (UJI) ha creado nueve videojuegos inspirados en diferentes líneas de investigación relacionadas con el cambio climático. Una labor que radica de la más terrible realidad, ya que se han apoyado en el trabajo que desde el mismo centro hacen diferentes grupos de estudio, para plasmarlo así en un mundo ficticio. 

"El 41% de la población juega a videojuegos, es decir, casi la mitad es gamer en mayor o menor medida. Sea como sea, tenemos que aprovechar el interés por estas plataformas para avanzar en valores sociales como es la cura del planeta", aseguraba ayer en la presentación de los trabajos el concejal de Educación de Castelló, Francesc Mezquita. A sus palabras se sumaban las de Emilio Saez, director del proyecto Living Lab Planeta Debug, quien mantiene que son, precisamente, los jóvenes quienes tienen más que decir sobre cambios. "Tenéis que dar razones y empujar para que se hagan las cosas mejor. Y los videojuegos son un mecanismo potente para acercar a todos a una realidad tan sensible", aseguraba ante los nuevos creadores. Así mismo, este ambicioso proyecto ha contado con el apoyo del subdirector general de Innovación Educativa de la Conselleria, Jaume Pastor; y el director de Fobesa, Juan Pablo Mateo. 

Fue en 2012 cuando la Universidad de Castelló se convirtió en pionera en toda España al ofertar por primera vez un Grado en Diseño y Desarrollo de Videojuegos. Entonces la institución pública ya detectó las posibilidades a las que podía llegar este sector, que extendía sus alas a la arquitectura, la educación o la medicina. Así, como sucede con toda idea recién concebida, con el tiempo se trabajó en ofrecer un programa educativo más fiel a la realidad del sector y, en consecuencia, su funcionamiento ha ido reorientándose para poder aunar la creatividad con diferentes áreas sociales y científicas. De este interés por demostrar que los videojuegos no son solo videojuegos, y como algunos creen "violencia", nació hace apenas unos meses la iniciativa  'Good Game' que acaba de mostrar sus primeros pasos, aunque solo es una pequeña parte de su andadura.

Videjuegos para concienciarnos del cambio

The Lightbringer (es un videojuego en plataformas 2D basado en un mundo ficticio postapocalíptico. En él los usuarios tienen que tratar de absorver la contaminación, que viene dada por varias luces de colores, para superar las diferentes misiones. Su gracia está en tratar de devolver esta luz a las personas que han sido afectadas y escapar de los científicos corruptos que han permitido la eclosión del co2. Como en todos los proyectos que se proponen, el juego carece además de violencia; en su caso ni se asesina ni se hiere a los enemigos, se les "purifica".

Misión parecida es la de The way back, donde los usuarios han de recuperar el planeta que ya ha sufrido las consecuencias de una humanidad que no ha hecho caso a las alertas de los científicos. Max, su protagonista, vive en una colonia humana ubicada en el espacio porque en la Tierra es inviable vivir. Tanto él como otros científicos y un robot, que llega a las zonas más peligrosas, tratarán de descontaminar todo lo que puedan el planta. Por otra parte, Versión 18 se sitúa en un mundo en el que la agua se ha terminado. En consecuencia, las personas son enviadas a Marte para habitarla y aprovechar sus recursos naturales. En este juego podemos encarnar a un robot y, como novedad, tenemos que tratar de resolver un puzzle que simula tuberías. Hay que tratar pues que el sistema fluya y pueda pasar el agua. Explicaba Vicent Baydal, historiador que orientó el juego, que la trama se ha inspirado en las sequías medievales del siglo XIII. 

En Mission o.Zone los jugadores se convertirán directamente en una activista que está infiltrada en una fábrica como trabajadora, por tal de reducir el nivel de co2 que este sitio emite. El objetivo es desmantelar poco a poco la fábrica y volver su energía más eficiente, sin que el director de la empresa la encuentre. Una premisa parecida se respira en MrCoating, donde los usuarios han de mejorar la energía de los edificios para que consuman menos. Todo el poblado está controlado por una barra de salud; si esta llega a 0 se acaba la partida, al igual que la vida del personaje. Para que esto no ocurra, hay que tapar los agujeros que hay en las diferentes casas, donde se escapa la energía. Y a su vez hay que esquivar los mutantes de dióxido de carbono que salen por las calles.

Last sunlight tiene como protagonista a un niño con melanoma para concienciar de los efectos del cáncer de piel. En un mundo postapocalíptico en el que la capa de ozono ha provocado tremendos problemas de radiación, el personaje principal tendrá que avanzar por diferentes zonas con una gran concentración de luz solar. Por su parte, Nanodoctor plantea su jugabilidad desde la nanoescala para mostrar cómo se vería el mundo desde esta perspectiva. Así, tenemos a un doctor que debe introducirse en el cuerpo de un paciente para poder curar su enfermedad. Metaforicamente su cuerpo se mostrará como un bosque en llamas. 

En Overdose la lucha medioambiental se extrapola a la producción sin frenos de drogas que se distribuyen de forma legal. Su protagonista tendrá que infiltrarse en una fábrica china que produce estas sustancias sin ser detectado, conseguir los compuestos y escapar. Finalmente, otro de los videojuegos de Castellón por el cambio climático es Blooming violet, un proyecto que se gira alrededor de la supervivencia de las plantas. De nuevo, el "enemigo" será una empresa que tiene un monopolio que atenta contra los recursos naturales. 

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