CASTELLÓN. Hoy Castellón despide a Eliseo Ramos. Emblema del club y ejemplo de amor a unos colores de principio a fin. Se marchó este lunes. Más o menos a la hora del entrene. Estaba muy malito hace días. Pero esperó a ver qué hacía su equipo. Se marchó, pero dudo que en Castalia, los días de partido se apague ese cántico tan familiar. ¡Eliseo Oe!
Qué bonita esa foto, asomado desde el banquillo y moviendo el peto a modo de bandera para agradecer el cántico de la grada. Ni fue un crack goleador, ni presidente de un ascenso ni jugador que, con su venta, le diera millones de traspaso al club. Era el utillero, un utillero muy especial. Ha sido el abuelo de todos los jugadores que han pasado por el club, durante todos estos años. Los testimonios y mensajes de cariño de todos ellos en redes sociales, hablan por sí solos.
La familia albinegra siente devoción por Eliseo, y el amor y el cariño no se compran, se ganan en el día a día. Su amor incondicional al club es admirable. Hace poco cumplió cincuenta años en su querido CD Castellón. Después de celebrar un ascenso muy deseado y muy necesario. Meses atrás pudo abrazar a otro mito del albinegrismo como Racic y, junto a él, al resto de grandes jugadores que se reunieron en torno a la figura del portero-leyenda. En nuestra memoria hay sitio para todos ellos. Incluido Eliseo.
Medio siglo es más que media vida. Primero controlando el acceso a las puertas de Castalia, luego trabajando en el siempre añorado Bovalar, y al final, tras ser ayudante, como utillero del primer equipo. En estos cincuenta años, disfrutó como nadie de los buenos momentos como la final de Copa del Generalísimo, los ascensos a Primera División, y sufrió como nadie los descensos. El último, el administrativo, por impago a los jugadores, a Tercera División.
De esos años de penurias, hay mil anécdotas que describen su dedicación y amor por el club. Un ejemplo es el año 2012, donde se produjo un hecho histórico que evitó que el Castellón dejara de jugar un partido de Liga por no tener segunda equipación. Aquella temporada la segunda equipación era azul con un ribete verde. Eliseo se dio cuenta de que el Catarroja y el Crevillente, próximos rivales en aquel entonces, visten a rayas blancas y azules. El árbitro no iba a permitir al Castellón jugar ni con la primera ni la segunda camiseta.
Eran momentos en los que si algo faltaba era dinero, así que, adelantándose a la jugada, acudió a una empresa de serigrafía de Castellón y consiguió quince equipaciones de color rojo con el escudo en el centro del pecho. Y el Castellón jugó esos partidos. (Fuente Ahiscas). Sólo él y los suyos saben los sapos que tragó en años venideros hasta llegar a la temporada del ascenso. La enfermedad no le ha dejado disfrutar del magnífico inicio de esta campaña, después de haberse apartado de la actividad diaria en la anterior.
Dicen que aquel que te quiere de verdad estará a tu lado pase lo que pase. Eliseo no se bajó del barco ni siquiera en los malos momentos. Podría haberlo hecho, tenía su vida resuelta. Pero se mantuvo al pie del cañón. Desde aquí mi aplauso al club, por el reconocimiento en vida a su entrega y dedicación. La insignia de oro y brillantes y, más recientemente, la entrega del carnet número 13.000.
Le recuerdo discutiendo en los preparativos del viaje a Tanos (Cantabria) para abrir play off frente al Tropezón. También el día del estreno de la película, debilitado pero contento de revivir con sus jugadores aquellos días. Charlando en Facsa, donde llevaba a jugar a su nieto. O en el Café Albinegre, contándonos a Paulino, a Heredia y a un servidor que había vuelto a nacer, tras superar el duro tratamiento médico.
Las peñas le querían reunir de nuevo con algunos de sus futbolistas y técnicos más queridos, pero no ha podido ser.
Descansa en Paz Eliseo. Cuando en cada partido, Castalia coree tu nombre, te recordaremos con esa imagen. Agitando el peto a modo de bandera y asomando desde el banquillo. Eliseo Oe!