VALÈNCIA. Si hubo un visionario en el cine español, un hombre que vio claro que su cine tenía un público potencial en todo el mundo, y no solo circunscrito al espectador español. Ese fue el inigualable Juan Piquer Simón. Un director de cine valenciano que cuenta en su filmografía con películas de aventuras, ciencia ficción, terror y slasher.
Todavía recuerdo con nitidez la primera vez que vi Supersonic Man (1979), si saber, por supuesto, que aquel héroe azul que sobrevolaba Nueva York, estaba dirigido por un valenciano. Tan cerca y tan lejos. Piquer Simón comenzó en la publicidad, pero su verdadera pasión era el mundo del cine. Su primera película, Viaje al centro de la Tierra (1977), adaptación del libro de Julio Verne, fue un éxito recaudando más de un millón de euros y con casi dos millones de espectadores en España. Producida por él mismo con Almena Films, el valenciano siempre dijo que no recibió una sola subvención.
Piquer fue una rara avis en el cine patrio. Ahora se cumplen cuarenta años de (para mí) su obra cumbre y, quizás, la más conocida y más admirada por el fandom dentro y fuera de España. Mil Gritos tiene la Noche, titulada internacionalmente, Pieces (decisión de los productores americanos) fue un bombazo. Un slasher lleno de sangre, misterio, actuaciones sobre dimensionadas y humor negro. Todo lo que se le podía pedir a una de estas producciones, y además realizada aquí, con un guion inicial de apenas treinta páginas, que se quedaron cortas, y a la que tuvo que sumarle más páginas improvisando diálogos y escenas. Charlo con cinco personas que tienen mucho de qué decir sobre la figura de Piquer Simón y sobre Mil Gritos tiene la Noche.
El sentido internacional de sus películas, sobre todo para el mercado americano, siempre fue importante para el director. En Mil Gritos tiene la Noche actúan Christopher George y Lynda Day George, pero sobre todo Edmund Purdom (actor muy popular pero con la fama algo desinflada en Estados Unidos) y tuvo claro que contar con actores internacionales le daría más proyección al filme. Esa visión comercial lo diferenciaba del resto de propuestas.
“A mi modo de ver, Juan Piquer, siempre tuvo la intención de aportar a su cine un barniz de internacionalizad, más bien anglosajona, que a veces incluso haría dudar al público si la producción era española o no. Como ejemplo su gran trabajo, Viaje al Centro de la Tierra”, señala Luís Esquinas, director del documental, The Simon´s Jigsaw, que repasa la filmografía del valenciano. “Otro ejemplo claro de esto, es el nombre de los actores en los créditos de sus películas en los que aparecen americanizados”.
Como ya he comentado en Mil Gritos tiene la Noche vemos al actor inglés, Edmund Purdom, que se hizo muy famoso por su papel protagonista en, Sinuhé, el egipcio (Michael Curtiz, 1954). Una cara conocida que no estaba en la cresta de la ola, pero que era fácilmente identificable, y por ello dotaba al filme de mayor atractivo. “De todas formas utilizó a actores que por su aspecto o por su dominio del idioma le servían a tal fin”, apunta Esquinas. “Hay que tener en cuenta que además seleccionaba en ocasiones a actores de gran talla y muy reconocidos por el público, pero que estaban en horas bajas lo que hacía su caché más asequible”. Una estrategia de marketing extraordinaria para parecer una cinta más cara de lo que en realidad fue, unos trescientos mil dólares. “Está claro que Juan Juan como buen pistolero cinematográfico, y entiéndase esta denominación desde el más profundo cariño, supo aprovechar este estilo de cine americano de manera muy eficaz”, sentencia.
En 1982 se estrenó el filme, Jorge Adsuara, editor y coordinador del libro, Juan Piquer Simón. Mago de la serie B, además de director del festival Fantastic´s, recuerda cómo vivió la primera vez que vio la película. “Bueno, yo era un chaval cuando la estrenaron en el cine”, comenta. “La disfruté años después cuando apareció en el videoclub. En su momento me impactó. No podía imaginar que uno de mis directores favoritos, que dirigía películas de aventuras basadas en relatos clásicos, pudiera firmar una película de terror de esas características”, señala. Y es que hasta ese momento, Piquer Simón había rodado cine de aventura, la ya mencionada, Viaje al centro de la Tierra, Supersonic Man, Misterio de la isla de los monstruos (1981) y Los Diablos del mar (1982).
Juan Piquer le aportó un universo de cine de aventuras al género de Fantaterror que lo diferenciaba. Le pregunto a Miguel Ángel Plana, escritor y crítico de cine, colaborador en el programa El Cine, su música y tú, sobre el peso de Piquer Simón en el cine español de la época. “Creo que, precisamente, lo que Piquer aportó al cine fantaterrorífico patrio fue ese talante internacional que le faltaba. A nivel de producción, estilístico y de ambientación (sí, incluso decorados sin tener que viajar fuera para localizaciones)”, señala.
Plana realizó una profusa entrevista al realizador valenciano en la desaparecida revista, Flashback, donde también habló con él sobre ese cine de explotación que tan bien funcionaba en aquellos años. “Sin ser tan mimético como el cine previo, no pudo evitar recurrir a las exploit imitativas por razones puramente comerciales (Supersonic Man). Un ejemplo, que me comentaba en aquella lejana y recordada entrevista, era el de las casas. Si supuestamente la historia estaba localizada en un pueblecito inglés, no le bastaba con recrear el escenario en una casa de pueblo de la sierra de Teruel, por ejemplo. Era capaz de hacer un estudio pormenorizado de todos los detalles y traer lámparas, telas, placas de luz... Lo que hiciese falta para que el espectador creyese que realmente estaba en una casa de un pueblecito británico”.
Piquer no era una persona conocida, pero Julio Verne sí, así que adaptando una novela suya no precisaba que una gran campaña de publicidad para vender su película. Con el nombre de Verne se vendía sola. “Por otro lado tenemos a Verne, ese retorno a la infancia que supuso sus adaptaciones. Piquer añadió a ese “verismo” para el género castizo, un género de aventuras que ya no se cultivaba en nuestro país. Para mí, su versión de Viaje al centro de la tierra, independientemente de sus trucajes y sus licencias, es, junto a Mil gritos tiene la noche o Muerte viscosa, una de las grandes adaptaciones del galo y uno de los films de Piquer a los que más me gusta regresar”, explica Plana.
Es una tarea difícil definir la figura de Piquer Simón, pero sí hay algunos rasgos objetivos de su filmografía. “Son muchos y no me atrevería a numerarlos, pero podemos decir que tenía una cierta inclinación hacia el género épico o de aventuras, así como su amor por las historias clásicas de Jules Verne”, comenta el director de cine, Nacho Ruipérez. “ Y, a su vez, una marcada querencia por el cine trash, el terror, el gore, el sci-fi…”
No fue el único director que rodó géneros como el terror o la ciencia ficción, pero sí que fue el único que se atrevió con tantos géneros, y siempre con beneficios. “Que un cineasta español (¡valenciano!) haya tocado todos estos palos, y de forma tan diversa y que haya exportado su cine con tanto éxito a mercados internacionales se merece todos los reconocimientos imaginables. En definitiva, pienso que su obra se basa esencialmente en aquello que nos inquieta a todos los que intentamos hacer cine de género: la fascinación por lo desconocido”, apunta Ruipérez.
Quizás Piquer Simón no ha tenido el reconocimiento que se merece. “Piquer era un hombre que huía de los focos”, señala, Plana. “No le gustaban los homenajes, ni los premios. Además siempre sabía añadir al reparto una vieja leyenda del Hollywood clásico en horas bajas, o actores de otras nacionalidades. No se trataba de transformar el nombre del equipo en otros impronunciables y hasta chocantes, como fue práctica habitual en el pasado”.
La industria americana, siempre con un ojo en las producciones que funcionan en taquilla, no tardó en ver algo en el cineasta. “Ya sus primeros títulos llamaron la atención de los americanos, que lo reclaman para realizar una secuela de La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972) de Craven”, comenta Plana. “De ahí surge finalmente Mil gritos... Un filme de culto en todas partes. Era un hombre que venía del mundo de la publicidad, sabía vender muy bien sus productos. Y aprovechar los recursos a su alcance”.
Su cine, con ese claro factor de venta internacional, suscitaba un inusitado y maravilloso interés en Estados Unidos. Abrir el mercado, conseguir realizar un cine diferente al nacional, lograr un mayor presupuesto; todo ello pasaba por disponer de más distribución internacional. “Hubo un momento en el que Juan se puso el nombre artístico de J.P. Simon, imagino que porque pensaba que tenía más tirón en EE.UU. donde existía un mercado del VHS sin parangón”, comenta, Ruipérez. “Me hace gracia porque aún conservo algunas de las maletas que me regaló con las que cargaban los materiales de rodaje y en las que puede leerse pintado a mano “J.P. SIMON”. Guardo todas aquellas cosas como si fuera un tesoro”.
Nacho Ruipérez tuvo la enorme suerte de conocer a Piquer Simón, de ser su amigo. “Me dio trípodes caseros, atrezzo, una butaca de maquillaje, incluso una batería enorme con la que hacían los efectos de los relámpagos chocando sus pinzas. En serio, guardo todos esos recuerdos como un increíble tesoro”, apunta. Revolotea por mi mente, y aparece súbitamente en algunas conversaciones a pie de cine, los motivos por los que Piquer Simón no es más reconocido en su tierra. Un hombre que hizo tanto por el cine, que sirvió de referente para muchos y que hizo disfrutar con aventuras alocadas y delirantes a miles de personas. Que demostró que ese cine también se podía hacer aquí.
“A la respuesta de por qué en València no se reconoce de forma más efusiva su obra, pues no lo sé…”, dice Ruipérez. “Imagino que por lo mismo de siempre, porque el “cine de género” está considerado un género menor o de consumo minoritario, pero no es cierto. Habría que valorar su impacto a nivel de generación de cultura popular, ¿acaso no es eso importante? Puede que sus películas no recibieran galardones en los mejores festivales del mundo, pero deberíamos tener en cuenta el impacto cultural que generaron, pues eso también es importante”.
Mil Gritos tiene la Noche tiene su acción en Boston, no desvelo nada, te lo dice en el primer fotograma, pero en realidad se rodó íntegramente en Madrid, con alguna tomas de stock de Supersonic Man. Sin embargo, cuando la ves tienes la sensación de estar dentro del campus universitario. Nada te hace pensar que no estás en Boston. El filme está lleno de momentos truculentos, quizás uno de los más recordados es el asesinato de una chica en las duchas a manos de un tipo con motosierra. Una escena impactante creada por el mítico, Basilio Cortijo. “Sin duda a Juan no sólo le fascinaban los efectos prácticos, sino que disfrutaba en su planificación y rodaje”, apunta Esquinas. “En esta película el asesinato en la ducha es mítico y hace de esta película algo único, por el gran estilo con el que se resolvió, sin duda apoyado por el gran saber hacer de Basilio Cortijo que en mi documental The Simon´s Jigsaw nos habla de su trabajo en las películas de Juan Piquer y más concretamente en Mil gritos tiene la noche”.
El cine de Piquer Simón siempre se caracterizó, entre otras cosas, por sus efectos especiales, maquetas y maquillajes. Algo insólito en el cine español, que lo equiparaba, en su medida, al cine que se facturaba fuera. “Para Juan la espectacularidad que los efectos prácticos aportaban a su cine era esencial, como muestra cualquiera de sus películas: el mundo submarino y las criaturas de La Grieta (1990), el mundo fantástico en Viaje al centro de la Tierra, sus míticas babosas en Slugs, muerte viscosa (1988) o el vuelo de Supersonic Man, son claros ejemplos de lo que eran los Efectos Especiales en su cine y lo que le hacían diferentes en una España muy lejos de afrontar el género fantástico y de terror desde esta postura tan atrevida, y por cierto bien resuelta”, comenta el documentalista. No olvidemos que La Grieta y Slugs, muerte viscosa ganaron sendos Goyas a Mejores Efectos Especiales.
Un tipo de efectos especiales que tal vez no estén ahora en su mejor momento de vida, siendo sustituidos por el CGI. Piquer era un mago del bello engaño cinematográfico. “Hay que destacar que todos estos efectos eras artesanales, ya fueran físicos u ópticos, lo que le aportan un valor añadido, teniendo en cuenta que además han aguantado el paso del tiempo de anemia muy digna”. Le pido a Luís que me diga su efecto favorito, coincidimos al cine por cien. “Me es muy difícil quedarme con uno de ellos, pero ya que me lo pides voy a hacer trampas y me voy a quedar con dos: la explosión de la cabeza de Emilio Linder tras tragarse una babosa asesina y la secuencia en la que en La Grieta el monstruo de la cueva coge con su tentáculo a uno de los personajes y lo lleva hasta su boca”
Una ingente comunidad de fans del cine de terror español, el llamado, Fantaterror, sigue creciendo gracias a la red. De hecho, acaba de publicarse una nueva edición de Mil Gritos tiene la Noche en bluray. Actores como Paul Naschy o películas como Pánico en el Transiberiano continúan mas vivas que nunca. Y la película de Piquer Simnón está entre esos clásicos imperecederos. “A su manera, es el slasher perfecto: tiene ritmo, desnudos, va al grano y es sangriento”, comenta, Adsuara. “Hay slashers mejor valorados que no cumplen nada de eso. La película es un clásico del subgénero. Cuando pienso en un slasher generoso con el espectador, pienso en Mil gritos tiene la Noche”.
Entre esos fans que he comentado, tiene directores de prestigio internacional, autores que ahora son verdaderos iconos del género. “Eli Roth dijo de esta cinta que era todo lo que un fan del género espera encontrar cuando ve una película de terror. Mil gritos tiene la Noche es una película irrepetible, una joya que hace converger en un mismo punto la torpeza con la genialidad, el absurdo con la violencia bruta, el humor involuntario con el delirio”, remata, Adsuara.
En Estados Unidos suelen hacerse convenciones en las que se recuerda o se proyecta Mil Gritos tiene la Noche para sus fans. Se ha transformado por méritos propios en una cinta de culto. “Sí, Tarantino es un muy fan de la película, también Eli Rot, y ambos han participado en alguna que otra reunión, festival o debate al más puro estilo Rocky Horror Picture Show, donde los fans participan repitiendo durante la proyección los diálogos más psicotrónicos y surrealistas que se improvisaron en algún momento de la peli, y que para bien o para mal la hacen única”, explica el director Sergio Blasco.
“En la edición DVD y Blu-ray del sello Arrow video, en sus extras aparecen escenas donde estos directores, (pesos pesados de la súper industria cinematográfica mundial )se rinden y elogian como si fueran niños al director. Ah! Tengo el honor de también aparecer en dichos extras de esta edición DVD/Blu-ray , un bonito mini documental/ interviú. Se puede ver en YouTube”, añade. No somos conscientes desde aquí del calado que tuvo, y tiene, el director valencianos entre los adeptos al terror. “Recuerdo que Juan guardaba unas cajas con muchas cartas de fans, mayoritariamente de Estados Unidos. Fans de Pieces, y muy fans también de Supersonic Man, lo invitaban sin descanso. A él le encantaba que recordaran sus pelis pero nunca asistía a las invitaciones porque decía que esas películas ya tuvieron su promoción en su momento… Aún así yo lo convencía. Cuando el programa de televisión, Versión Española lo invitó al coloquio después del pase de su película Slugs, muerte viscosa, fui yo quién “lo empuje” a ir a Madrid, no le gustaba mucho hablar, a pesar de tener un gran don para ello y una cultura exquisita”, recuerda Blasco.
“A finales del 2010 cuando a los dos nos invitaron a México para un festival donde yo estrenaba película, donde Juan participo en el guion, y también se le homenajeaba, lo convencí; me costo horrores, me decía que no le apetecía estar trece horas en un avión. Con dos semanas de antelación me la jugo y nos “engaño” a todos, el muy zorro se fue de viaje sin avisar…al otro mundo”, recuerda el director.
Otro apartado importante en el filme es la banda sonora. El director compró de su bolsillo la música que le encargó a Librado Pastor para la versión española, de la internacional se encargaron los productores italoamericanos. Piquer Simón mimaba sus producciones, intentaba darles esa pática internacional, que aquello no pareciera España, algo que también procuraban casi todas las producciones o coprodicciones del Fantaterror.
Muchos años después de su estreno, existió una posibilidad, soñada por muchos, de una segunda parte. “Pues el proyecto de Mil gritos 2 surgió de mi incansable insistencia a lo largo de dos años – señala Blasco, hasta que me encargo el guion, eso sí; me puso solo tres normas a seguir. Lo primero ser un proyecto que el espectador pudiera entender sin tener que haber visto la primera. No contar con los protagonistas iniciales, pero poder recordarlos sin mucho peso para la historia. Y por último, tener en cuenta un ritmo creciente, textualmente dijo “que sea como una buena mascletada” el final tiene que ser una locura…. Y hasta aquí puedo leerte”. Sería increíble que aquel guion, a modo de homenaje a la figura del cineasta, tomara corporeidad. “Por otro Lado me encantaría poder retomarlo, hace años que perdimos la pista a un agente que nos representaba en Los Ángeles. Quiero animarme y ver si se puede “armar” otra vez el proyecto, aún que no sea algo tan pretencioso y se ruede en el país. Sería un gran homenaje para Juan”, concluye, Blasco.
Para muchos es la mejor película de Piquer Simón, aunque cada uno tiene su favorita. Tocó tantos géneros dentro de su filmografía, fue tan todoterreno, que de cada obra se pueden extraer cosas muy interesantes. “Técnicamente, no cabe duda que Slugs, por muchos motivos (los efectos especiales menos caseros, la pasta de los De Laurentiis..., y una base literaria sólida), es una película excepcional en su trayectoria, frente al descuido de sus últimas producciones”. Slug, muerte viscosa, es un filme redondo, por lo motivos expuesto por Miguel Ángel Plana y también por las interpretaciones. “Es lo más cerca que Piquer, que, no olvidemos, hacia serie B con inquietudes de serie A, estuvo de estar en las ligas mayores”. No obstante, Mil Gritos tiene la Noche tiene algo especial, único; tal vez por la atmósfera, quizás por la inquietante banda sonora o por el humor negro. “Sin embargo, será más recordado por Mil gritos tiene la noche, que llega en pleno boom slasher americano y se convierte de inmediato en un film de culto, admirado por futuros cineastas de género como Eli Roth, y de ser incluida en cualquier maratón de cintas relacionadas en festivales de esta materia. No olvidemos que la década de los ochenta fue la era dorada del nuevo cine de terror, sólo superada en la presente década por algunos títulos novedosos”, sentencia, Plana.
Además del documental de Luís Esquina, ya hemos comentado que existe un libro dedicado a la obra del director, Juan Piquer Simón. Mago de la Serie B. “Cuando conocí a Piquer, había visto ya toda su filmografía. No obstante crecí viendo sus películas. Era el año 2006 y no podía dejar pasar la oportunidad de dedicarle un merecido homenaje a su carrera y programar un completo ciclo a sus películas en el FANTCAST, la Muestra de Cine Fantástico y de Terror que dirigía en Castellón. Él, amablemente, declinó su asistencia por motivos de agenda. No en vano ya era director de la Mostra de València y coincidían las fechas. De todos modos ya conocía su resentimiento a los homenajes en los festivales, pero no perdía nada por intentarlo”, apunta, Adsuara.
El libro es un repaso a su filmografía, con algunas entrevistas que concedió para otros medios. “Contacté con un amigo suyo, Salvador Sáinz, y este escribió el texto correspondiente a su homenaje en el catálogo del FANTCAST. Le envié un ejemplar y quedó encantado. Agradeció tanto el detalle que en la edición siguiente de la Mostra propuso a Sáinz escribir el "Manual del cine Mediterráneo" (2007) y nos invitó a pasar unos días en Valencia durante el evento. Allí tuve el honor de conocerle personalmente, y también a las actrices Raquel Welch y Silvia Tortosa. Un honor que me brindó Piquer y por el cual le estaré eternamente agradecido”.
Jorge Adsuara finalmente publicó el libro, conviertiéndose en un material imprescindible para cualquier amante, no solo del cine de Piquer Simón, sino del cine en general. “A partir de entonces la relación fue cordial. Le planteé escribir un libro con una extensa entrevista, pero siempre acabó aplazando el momento de iniciar el trabajo. A principios de 2012, cuando sucedió su triste desaparición, me vi "obligado" a cumplir la promesa que le hice. No era para menos, le debo mi pasión por el Séptimo Arte, la literatura, el cómic, la ilustración... e incluso las bandas sonoras”.
Por último queda su legado, no solo las películas que nos dejó y de las que podemos disfrutar con la enorme cantidad de ediciones existentes, sino también la impronta que selló en cientos de cineastas que le siguieron, y que vieron como con pocos medios pero mucho ingenio se podía rodar cine y tener éxito. “Creo que la influencia que Juan ha podido dejar en toda una generación de cineastas que veíamos su cine en televisión o VHS ha sido vasta y variada”, analiza, Ruipérez, director de El Desentierro. “Pienso en directores como Paco Plaza o Jaume Balagueró y me atrevería a decir que conocen bien la obra de Piquer. En mi caso, la primera peli que recuerdo haber visto en TV fue Misterio en la isla de los monstruos, una auténtica joya del cine clásico de aventuras. Tiempo después conocí a Juan trabajando como operador de cámara para un curso que él impartía destinado a actores que querían dar el salto al cine. Fue muy divertido y extraño recibir órdenes del maestro manipulando una cámara casera y un trípode que apenas se sostenía”.
La amistad, al igual que con Sergio Blasco, también nació del amor al cine y de la admiración por un director singular, diferente y arriesgado. “A partir de ahí, nos hicimos amigos y Juan nos visitaba con frecuencia porque quería que le ayudáramos a hacer una serie o una película. En aquel momento yo era un chaval que empezaba la carrera y nos habíamos juntado varios compañeros que amábamos el cine de género con la intención de formar nuestra primera productora, por lo que recibir a Juan en el apartamento que teníamos alquilado era mucho más que un privilegio. El problema vino después, cuando supimos que tenía cáncer y que sus días estaban contados. Fue muy duro asumir esa noticia y la película nunca se hizo, aunque hubo un intento por parte de Sergio Blasco de llevar a cabo Mil gritos tiene la noche 2 y me consta que llegó a haber un guion encima de la mesa”.
En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto