VALÈNCIA. Año 2020: un grupo de artistas jóvenes se reúnen para comenzar a rodar Ignorant, un proyecto de serie documental capitaneado por Mar Castel. La directora, con València como telón de fondo, decide investigar sobre la precariedad en el sector cultural de la mano de algunos protagonistas del mundo del teatro, la danza, la performance, la moda y el arte, entre otras disciplinas. Lo hace a través de 11 capítulos en los que se relatan los proyectos de bandas como Lisasinson y Semana Santa o trabajos como el de la ilustradora Sofia Zaragoza, el dramaturgo Roberto Hoyo y la diseñadora Mayte Oliver, en ese momento a cargo de la marca de moda Trashy Queen. El proyecto empieza a trabajarse “con pocos recursos y muchas ganas” y persigue el objetivo de contar la historia de estos protagonistas que viven una juventud precaria y que difícilmente pueden centrar su atención en un solo proyecto, porque "siempre tienen que trabajar en otras cosas".
Esto mismo le sucede a la directora, quien aunque comienza el proyecto en el año 2020 lo estrena cuatro años más tarde: el próximo sábado 22 de junio dentro del marco del festival Cinema Jove. Prueba de esta misma precariedad es el tiempo que tarda en sacar el proyecto hacia delante, que ve la luz gracias al último empujón y trabajo de la directora de fotografía y coordinadora de etalonaje Claudia Garcia de Mateos, la jefa de producción y coordinadora de postproducción Sil Mares y la jefa de montaje -foto fija y montadora- Ángela Sanz, todas ellas amparadas por la productora por Tarannà Films. Con todo este equipo valenciano de mujeres se consigue, tras cuatro años, que la serie vea la luz y se convierta en un relato propio de lo que supone la precariedad en los sectores culturales.
La espera también evidencia que algunas de las preocupaciones de los protagonistas solo hacen que empeorar con el tiempo:“Hablan de cómo tienen que trabajar su marca personal, sus redes y gestionar el tiempo para sus proyectos. Con el paso de los años los problemas que se cuentan en este documental no solo no han cambiado, sino que en según que casos empeoran”, destaca la directora. “Denunciamos muchas cosas que siguen igual, no hay suficiente apoyo para que los artistas jóvenes desarrollen sus proyectos. Parece que se tiene que juntar un factor de suerte siempre porque no basta con esfuerzo y talento para vivir del arte”.
Aunque algunos de los relatos que se cuentan en la serie quedan desactualizados, Castel lo advierte al final de los capítulos: “La propia precariedad ha hecho que las trayectorias que vemos de las personas delante y detrás de las cámaras hayan prosperado, cambiado o se hayan estancado”, apunta la directora, quien sin quererlo ha construido una cápsula del tiempo de la València de la pandemia en la que estos creadores, con cuatro años menos, hablan de sus proyectos imaginando un futuro muy inestable y precario. Una de las protagonistas, Mayte Oliver, se dedica en el momento de la grabación del documental a su marca de moda Trashy Queen y actualmente, en 2024, ha tenido que abandonar el proyecto, por lo mismo que imagina en su capítulo de Ignorant, los jóvenes como ella proyectan poca seguridad en un "futuro estable".
Cuando grabó su episodio trabajaba como autónoma y ahora tiene “un trabajo asalariado” y puede permitirse vivir en un piso alquilado, aunque hace memoria y ve como podía imaginarse su futuro en aquel momento en el que trabajaba unas diez horas al día para mantenerse: “Tenía que diseñar, hacer de community manager, coser y todo lo demás. Trabajaba muchísimo para no ver ningún fruto y tras dos años así mi creatividad se quemó por completo”, recuerda la diseñadora, quien en el momento de Ignorant estaba en pleno rebranding de su marca para darle, y darse, “una nueva oportunidad”.
El suyo es uno de esos relatos que se ha quedado estancado en el tiempo, y que reconoce que le podría impactar una vez lo vea en la gran pantalla el fin de semana que viene, tras “tanto tiempo y tantos cambios” en los que se evidencia la inestabilidad del sector cultural valenciano: “Creo que el documental puede evidenciar que tenemos casi todos los mismos problemas. No sé hasta qué punto se puede conseguir una gran estabilidad siendo joven en València con un proyecto creativo, siempre tienes que facturar mucho y ser autónomo es demasiado sacrificado para algunas cosas”, señala Oliver.
Ahora, casi con treinta años, se decide a “tener un trabajo típico,” y de alguna manera “sentar cabeza” con un sueldo fijo cada mes. Aunque cuando grabó el documental no se imaginaba este futuro, admite que en ese momento Castel da en el clavo con la idea de retratar sus situaciones precarias y visibilizarlas: “Siempre se dice que los jóvenes no tenemos iniciativa, no somos proactivos o no tenemos mucho empeño. Creo que eso sí que pasa, pero no estamos en un entorno en el que sea fácil llevar los proyectos creativos adelante”.
En una especie de competición, mental y física, entre las ganas y el esfuerzo gana la precariedad de alguna manera, en un aspecto en el que para Castel los jóvenes “no obtienen lo que esperaban y se quedan estancados” en la frustración. Esto mismo le pasa a la directora cuando comienza a trabajar en el documental con una idea muy “potente y con mucha ambición” pero con pocos recursos. No podía haberlo sacado hacia delante si no fuera por la ayuda de García, Mares y Sanz: “Sin manos amigas hubiera sido imposible porque es fácil venirse abajo en estos procesos. Al final conseguimos hacer un documental que no sigue las normas básicas que debería de tener este género y hacemos algo original y que retrata a nuestra generación”, puntualiza la directora, quien tras tanto tiempo de espera se muestra feliz de estrenar esta cápsula del tiempo en pantalla grande.
A finales de los 90, una comedia británica servía de resumen del legado que había sido esa década. Adultos "infantiliados", artistas fracasados, carreras de humanidades que valen para acabar en restaurantes y, sobre todo, un problema extremo de vivienda. Spaced trataba sobre un grupo de jóvenes que compartían habitaciones en la vivienda de una divorciada alcohólica, introducía en cada capítulo un homenaje al cine de ciencia ficción, terror, fantasía y acción, y era un verdadero desparrame