CASTELLÓ. “Mis hijas y yo acudimos a terapia psicológica durante un año porque las niñas tenían comportamientos extraños, se despertaban gritando y no querían dormir solas. En el colegio mi hija mayor no quería entrar a clase y se escapaba de la clase llorando, ella estaba cursando 1º de primaria, tenía 6 años”. El relato es de una de las afectadas por los terremotos causados por la construcción del almacén de gas Castor y está recogido, junto a decenas de historias similares, en el informe presentado ante el juez y que demuestra que el 81% de los afectados reunidos en Aplaca presenta todavía hoy una afectación emocional grave o extrema a consecuencia del terror vivido durante aquellos días. Es el bufete contratado por Aplaca, Bcvlex, el que así lo asegura.
El despacho jurídico, recuerda que entre el 5 de septiembre y el 4 de octubre de 2013, "las costas de Castellón y Tarragona sufrieron un total de 552 terremotos, con intensidad de hasta 4,2 grados en la escala de Richter". Según el informe, elaborado por los psicólogos Rocío Ramos-Paul (conocida por el programa de televisión SuperNanny) y Luis Torres Cardona, los afectados sintieron durante los hechos “indefensión, miedo y horror. Siendo a partes iguales miedo e indefensión las emociones que más sufrieron (66,7%)”.
En las conclusiones finales, Esther Abellán, abogada del despacho Bcvlex en representación de los afectados, ha insistido en la causalidad sísmica y en la infracción cometida por Escal UGS y resto de imputados de la normativa aplicable, en particular el artículo 17 de la Ley de Responsabilidad Medioambiental que exige “tomar todas las medidas para mitigar los posibles daños y riesgos medioambientales”. La fiscalía también ha apoyado la idea de la angustia y temor sufrido por la población.
Entre los testimonios recogidos en el informe y que varios testigos han podido relatar ante el juez durante la celebración del juicio que este lunes ha quedado visto para sentencia, los afectados recuerdan sobre todo la “sensación de inseguridad e impotencia”, sobre todo ante los temblores producidos por la noche, “donde te despertabas sin saber qué pasaba y totalmente desorientado”. El miedo es el denominador común de todos los testimonios: “Sobre todo miedo y notar que el peligro era real para todos”. Una situación que, incluso, ha llevado a alguno a tomar decisiones drásticas: “He tenido que vender el piso para olvidarme de la situación”.
“Me despierto con facilidad ante cualquier sonido o ruido, ya que cuando sucedieron los dos seísmos más fuertes era padre de mi primera hija con escasos dos meses y medio de vida, el sentido de alerta y protección hacia mi familia se ha vuelto muy intenso y a veces condiciona mi estado de ánimo y conducta racional”, relata otro de los afectados condicionado en su vida por la situación vivida. “Vivo frente al mar y en un sexto piso, tengo miedo a un terremoto o un tsunami, cuando antes nunca había tenido esas sensaciones. Sobre todo, miedo por mi familia”, admite otro de los afectados que convive cotidianamente con el miedo provocado por aquellas vivencias, destaca el bufete.
Como han podido constatar los especialistas, para el 93,6% de los afectados, la experiencia de los seísmos supuso una amenaza para la integridad física de sus seres queridos y para la suya propia. Los relatos recogidos en este sentido así lo demuestran: “Sobre todo la sensación de indefensión por mi persona, pero también hacia mi familia, en especial mis hijos que en aquel momento contaban tan solo con 5 y 11 años respectivamente”, relata un padre rememorando el pánico de aquellos días.
Los datos recogidos por Ramos-Paul Psicólogos y remitidos por Bcvlex demostrarían que “existe sintomatología posterior al hecho traumático que prevalece en la población evaluada”. En concreto, el 90,3% de los evaluados presenta malestar ante los recuerdos, el 81% padece recuerdos desagradables y repetitivos, y el 74,2% admite que se sobresalta y asusta con facilidad. “Muchas veces cuando duermo, aparentemente sin tener pesadillas (o no ser consciente de tenerlas o recordarlas) me despierto de un sobresalto al tener una sensación de sacudida por todo el cuerpo o como de caer al vacío”, reconoce uno de los afectados.
Los psicólogos admiten que “teniendo en cuenta todo lo referenciado acerca de la vivencia de terremotos en la población general y los datos obtenidos en la encuesta, se puede inferir que los afectados por el caso Castor, se vieron expuestos a la situación de desastres naturales más temida por la población general y que las consecuencias emocionales del suceso se vieron agravadas por el número de repeticiones y por una causalidad humana más que probable”. Por tanto, admite el estudio “la población evaluada sufrió daño moral/afectación emocional por experimentación del hecho traumático y que a día de hoy se constata que existen indicadores clínicos del mismo que permanecen”.