CASTELLÓ. La industria azulejera comienza a notar la crisis energética que la sacude desde hace meses en un aspecto que hasta ahora no reflejaban las cifras oficiales: las ventas. Los datos de exportación de febrero recogen un primer impacto en la facturación, aunque no es del todo evidente.
No en vano, si se atiende únicamente al valor económico del producto vendido en el extranjero, este crece prácticamente en un 30% en los dos primeros meses del año, hasta superar los 673 millones de euros. Pero estas buenas cifras tienen más de una lectura. Así, el montante pecuniario ya deja entrever una primera afección, al mostrar una ralentización: en enero el incremento era del 41%, mientras en febrero fue del 20%.
Pero es en el volumen donde la afección es más evidente, hasta el punto de que, mientras en el primer mes del año el tonelaje de producto exportado creció un 17,6%, en febrero este descendió en un 1,7%. Se trata de una caída escasa (de apenas 12.000 toneladas), que no tendría ninguna importancia si no se reproduce en los meses siguientes, como ya sucedió en julio del año pasado.
Pero todo apunta a que esto no será así, porque las dificultades que se están encontrando los comerciales para colocar producto en el mercado son manifiestas. Y esto se debe a que los fabricantes cerámicos se están viendo obligados a repercutir en el precio del revestimiento el alza de los costes energéticos que vienen padeciendo. Con ello, no son pocos los distribuidores que prefieren esperar a ver si la tormenta energética amaina y así comprar a unos precios más competitivos.
Así las cosas, el temor entre los productores azulejeros es que esta desaceleración de las ventas en el mercado externo se prolongue en el tiempo y borre de un plumazo los beneficios del incremento de precio del producto acabado, un logro que el sector perseguía desde hace mucho tiempo.