CASTELLÓ. Es pronto para dictar sentencia sobre el 'nuevo' FIB. Ayer el Festival Internacional de Benicàssim arrancaba una nueva etapa al lado de la promotora The Music Republic -propietaria también del Arenal Sound de Borriana- con un giro en su cartel que no ha gustado demasiado a quienes un día fueron su público más fiel. Sin embargo, bien por las ganas de fiesta, bien por ofrecer los abonos más baratos de sus últimos años, el FIB volvió este jueves con más presencia de público que en los primeros días de ediciones anteriores. ¿Y si ha encontrado este FIB su hueco entre otra generación?
Aunque partía el festival con la ventaja de arrastrar público que había adquirido sus entradas mucho antes de la pandemia, la fotografía de su última edición fue radicalmente distinta a la vivida ayer. Las colas para entrar y lo complicado que fue aparcar -también debido a un atasco mal controlado- distaban completamente de la edición de 2019, cuando el FIB perdió casi 50.000 espectadores pese a celebrar su 25 aniversario. Decía por aquel verano su antiguo director, Melvin Benn, que hacía falta "apretar el botón de refrescar" para conseguir que el festival fuera más rentable y aspirar a otro cuarto de siglo más.
Lo que nunca dijo el inglés es que no sería él quien daría ese vuelco a su identidad. Serían, como se vio después, los dueños del Arenal los atrevidos en dar el paso. Para hacerlo no han dudado desde The Music Republic en replicar la formula que ya les funciona en otras citas propias, como el Festival de Les Arts, Interstellar y Granada Sound. Una fórmula que pasa por crear un cartel 'mainstream' y cuanto más rentable y nacional mejor.
Como anécdota, ayer compartían espacio en la zona VIP, David Sánchez, codirector de The Music Republic, y Vince Power, el empresario que mucho antes que Melvin Benn cogió las riendas del Festival de Benicàssim para darle un toque más inglés. Dos proyectos los suyos totalmente distintos.
En la actualidad, esperan los empresarios valencianos que durante los cuatro días que dura el FIB, este reciba 180.000 asistentes. Una aumento de público que, aunque todavía está por verse, sí que parece haber cumplido con otra de sus ambiciones: recuperar al público español.
Solo durante el concierto inaugural de Declan Mckenna, quien hoy actúa en Londres, se pudieron ver más fibers ingleses. No fue así, como era de esperar, en las actuaciones posteriores de Lori Meyers e Izal, donde la presencia local ganó con creces. La cosa se equilibró, en cambio, cuando a las dos de la madrugada sonó Tom Grennan y, tras él, Lost Frequencies. Ambos directos con llenos.
Con todo, abrir un festival con cinco conciertos y un único escenario -además del Beach Club, donde pinchaban únicamente DJs- puede que se quede demasiado corto. Quienes no fueran muy amantes de la música pinchada, ayer tuvieron que esperar una hora entre actuación y actuación. Un vacío de propuestas que el viernes, sábado y domingo se resuelve con conciertos encadenados o incluso solapados, no dejando así ninguna hora desierta.
En efecto, el FIB acogerá hoy un total de 14 actuaciones, entre las que destacan Guitarritadelafuente, Ginebras o Two Doors Cinema Club; también el sábado tendrá 14 directos con Tyga, Zahara o Miss Caffeina; mientras que el domingo se cerrará la edición con 12 conciertos, entre ellos los de Nathy Peluso, Kasabian y Sea Girls.
Pero ¿por qué aprovechan algunos festivales tan poco el día del arranque? Que sea jueves no vale; es verano. Quizá, la respuesta esté, más bien, en que la música es al final una parte más de estos eventos, pero no la única. Si hay algo evidente hoy en día es que los festivales quieren vender una experiencia. Por eso, quienes durante estos días visiten el recinto de Benicàssim, además de bailar, podrán maquillarse en el stand de Druni, jugar con máquinas recreativas o hacerse fotografías en un plataforma con un aro de luz para selfies. Unas actividades que pese a no esperar encontrar en un festival, no han contado precisamente con pocas personas.
En resumidas cuentas, en base a la primera jornada, el FIB ha empezado con buen pie su nueva etapa de la mano de un público al que no parece importarle demasiado el nuevo giro que ha tomado el festival. Pese a que hacen falta más ediciones para validar, o no, el éxito (comercial) de este nuevo rumbo, lo que es seguro es que el Festival Internacional de Benicàssim cuenta todavía con el tirón que otorga su propio nombre. Y es que otras propuestas como la del SanSan, celebrada el pasado mes de abril, no logran arrastrar el mismo volumen de público, pese a compartir un buen puñado de artistas en el cartel.