VALÈNCIA. El paso de las horas desde que se conociera la imputación de Mónica Oltra y, sobre todo, la rueda de prensa del pasado viernes en la que proclamó que no dimitiría ni aunque fuera a juicio, ha derivado en lo que ya algunas voces pronosticaron desde el primer momento: la unidad de Compromís se resquebraja.
Hace escasos cinco días, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) decidía investigar a la vicepresidenta de la Generalitat por no gestionar correctamente desde la Conselleria de Igualdad el caso de abusos sexuales de su exmarido a una menor tutelada. En el auto, expresaba que existían indicios de "un concierto entre Oltra y diversos funcionarios" a su cargo para, o bien beneficiar la situación procesal" del que fuera su pareja, "o sencillamente tratar de proteger la carrera política" de la aforada.
El auto ha supuesto un cataclismo en el Consell. Tanto por la imputación, que ya era esperada, como por los hechos tan graves de los que le acusan los magistrados y por la reacción pública de la vicepresidenta, quien ha cuestionado los diversos pronunciamientos judiciales y ha optado por atrincherarse.
La cuestión ha pasado a marcar totalmente la agenda del Gobierno autonómico y parece que las próximas 48 horas serán determinantes. Mientras en Presidencia de la Generalitat ningún escenario es descartable desde el mismo viernes –incluido el de la destitución–, el entorno de Ximo Puig mantiene la esperanza de que Compromís tome una decisión rápida.
Para la coalición, la estrategia de cómo gestionar la situación de su principal referente es tan complicada como se puede esperar en un contexto como el actual. Mayoritariamente, los primeros posicionamientos públicos fueron los de unidad sin fisuras en apoyo a Oltra. El argumentario de todos, el mismo: de un lado, que el auto de la imputación dice que es "cierto que no existe prueba directa que vincule esos singulares trámites con la aforada". De otro, que todo forma parte de una cacería de la extrema derecha porque en la causa figuran como acusaciones el dirigente de la formación ultraderechista España 2000, José Luis Roberto, la cofundadora de Vox Cristina Seguí y Vox como partido.
Ambos razonamientos son fácilmente refutables. El TSJCV ve claramente "indicios plurales" contra la vicepresidenta de la Generalitat y, al margen de las acusaciones, hasta seis pronunciamientos judiciales van en la misma línea (dos fiscales, un juez de instrucción y tres tribunales).
Las decisiones de Compromís, por tanto, han de ir más allá de esas manifestaciones. Y esto es lo que puede suceder en las próximas horas. Por el momento, tienen previsto celebrar una Ejecutiva hoy martes –la cual ya estaba programada desde hace tiempo–, de modo que habrá que comprobar si se trata el asunto en ella.
Mientras tanto, las grietas ya comienzan a ser más evidentes esta semana después del acto celebrado por la coalición el pasado sábado, que sirvió de exaltación de Oltra –con un lema, "si tocan a una nos tocan a todas", considerado inapropiado por muchos–. Las declaraciones públicas más definitorias en este sentido son las del alcalde de València, Joan Ribó, una persona de peso en la coalición por el cargo que ocupa. Pese a que al principio pareció un cuestionamiento de "sí pero no", ayer lunes señaló que Oltra ha sido y es "imprescindible", lo que "no evita que se puedan tomar decisiones" en el seno de Compromís "en muchos sentidos". Un llamamiento claro a la reflexión interna sobre su salida.
Ribó parece que se ha erigido, por tanto, en el primer líder que está planteando tomar decisiones. Y al cual le ha seguido la consellera de Agricultura y miembro de Iniciativa, Mireia Mollà. Una voz también relevante puesto que durante muchos años, su familia –es hija de Pasqual Mollà– ha dirigido, junto a Oltra, este partido –que forma parte de Compromís– desde su creación. "Es tiempo de reflexión", dijo también este lunes. Así, consideró que la Ejecutiva de la coalición es "un momento importante" para hacer "reflexiones colectivas" sobre el futuro de la vicepresidenta del Consell.
En el otro lado se encuentra el Bloc, formación mayoritaria dentro de Compromís. Los posicionamientos, lógicamente, tampoco son monolíticos. Y, de hecho, existe en ciertos sectores un descontento con las palabras tan taxativas de su coportavoz Àgueda Micó, quien aseguró el viernes que si Puig destituye a Oltra supondría una ruptura del Botànic. Al igual que llamó la atención la destacada ausencia del exconseller de Educación Vicent Marzà en el acto del sábado. La explicación oficial es que tenía una boda de una persona cercana en Castellón, aunque los silencios, en general, dicen bastante en ocasiones. Y Marzà no ha hablado.
Algunos temores en el seno de la coalición son compartidos incluso por el PSPV. Por ejemplo, cómo la situación de Oltra eclipsa cualquier labor del Consell en este momento. Algo que afecta a todos los titulares de departamentos por igual y que se alargará en el tiempo si todo sigue sin moverse. Motivo por el que Ximo Puig admitió ayer lunes que había que tomar una decisión "más pronto que tarde", a la vez que criticó abiertamente el acto de Compromís: "No estoy para fiestas".
El ambiente en el Palau es de cierta saturación y hartazgo. El jefe del Consell trata de mantener un discurso de gestión y de logros a un año de las elecciones autonómicas. Pero el momento actual no es propicio para que cale ese mensaje. De hecho, esta semana no resulta nada cómoda. En la agenda hay dos días clave. El primero este martes, cuando el Ágora de la Ciudad de las Artes comienza a acoger oficialmente el noveno CaixaForum de España, un nuevo centro de arte. El segundo, la decisión de Ford sobre el porvenir de la planta de Almussafes. La trascendencia mediática puede quedar empañada por todo lo relacionado con Oltra. Además, el viernes es puente, por lo que no habrá pleno del Consell.
El convencimiento que existe es que si la vicepresidenta no se marcha Puig la cesará. La cuestión es cómo y qué consecuencias tendrá. A lo que se suma otra de las preocupaciones tanto de los socialistas como de Compromís. Y es, en el caso de una ruptura del Botànic, qué ocurrirá con las alcaldías que comparten en diversos municipios –incluyendo la ciudad de València– o en las diputaciones.
Por lo pronto, en el Palau de la Generalitat se aferran a las fases que han trazado para la resolución del problema: la primera, ver si Oltra anunciaba su marcha el pasado viernes o, al menos, abría la puerta a esta posibilidad, algo que quedó claramente descartado. La segunda, ver si Compromís abre un debate en el que se contemple el relevo de la vicepresidenta, algo que en Presidencia esperan pueda suceder en la Ejecutiva de este martes. Si no hay movimiento en esa línea, se dará paso a la tercera fase en la que Puig tomará las riendas y donde la mayoría de su entorno apuesta por la destitución.