VALÈNCIA. Hace 25 años nació La Cabra Mecánica, un grupo que cambiaría el panorama musical español con letras rebeldes e himnos a la felicidad y a los bares. Hablando en plata el miembro principal de la banda, Miguel Ángel Trillo, conocido como "Lichis", recuerda los grandes temas del grupo en una gira de despedida que concluirá en València el próximo viernes 24 de noviembre, en la Sala Moon. Con motivo de celebrar este aniversario Lichis conecta con Culturplaza tras una visita al dentista (más le habría valido a un príncipe) para desgranar los pequeños detalles que marcaron el boom de la banda hace un cuarto de siglo. Una conversación desde la nostalgia, llena de anécdotas y nada “canalla”.
-¿Cómo va la gira de despedida?
-De momento está siendo algo muy emotivo, se vive mucho de escenario hacia fuera. La reacción del público es muy emocional, se ve una mezcla de nostálgicos con gente joven que no esperábamos, aunque he de decir que a mí ya cualquiera me parece muy joven [ríe], creo que hay una generación que nunca pudo vernos en directo y que ahora puede disfrutarlo. El Lichis de hace 20 años estaría muy feliz viendo esto, la gira se hace desde la nostalgia más pura.
-Yo formo parte de esa generación, de pequeña en el coche me tapaban las orejas con la frase de “esta noche follaremos como fieras”
-Siempre he dicho que no me hacía responsable de los daños colaterales que nuestras letras pudieran causar.
-¿Cómo era La Cabra Mecánica hace 25 años?
-En aquel momento andábamos en un momento de cambio de paradigma en la industria en el que te comían la oreja con aquello que nos interesa a los artistas, que son las carreras a largo plazo. Evidentemente sabíamos que no funcionaba así, y no lo digo con rencor porque la industria es así y no tiene más historia.
-¿Cuál fue ese cambio de paradigma?
-Llegó más con el movimiento independiente en el que las discográficas se dan cuenta de que seguramente sean más rentables las carreras a largo plazo, porque cuesta mucho situar a una banda en el panorama y porque hay que cuidarlas.
-La industria ahora piensa en la inmediatez, en viralizar un tema en un TikTok de 15 segundos, con mensajes "potentes"
-De alguna manera creo que el mensaje del urban de ahora tiene algo que ver con lo que hacíamos en aquella época, emplean un lenguaje muy de calle y provocador, algo que en nuestro momento estaba muy mal visto. Antes en el universo mainstream este era un mensaje muy barrial, choni o hasta “balconero” y ahora resulta que está de moda.
-¿Qué mantiene la esencia de una banda?
-Para nosotros nuestras canciones son nuestra vida, es nuestra pasión y lo que nos eleva por encima de un destino. Nuestras canciones nos han hecho ver la vida de otra manera y con ellas asumimos un riesgo vital y un compromiso muy fuerte.
Nunca he estado de acuerdo con el término “canalla”, su definición es bastante jodida
-¿Se podría componer Vestidos de domingo hoy con esa fuerza “canalla”?
-No creo, al menos no con como fue en ese momento o con el impacto que generó. De todos modos te diré que nunca he estado de acuerdo con el término “canalla”, su definición es bastante jodida. Entiendo cuando se aplicaba a Sabina o a otros artistas, pero La Cabra Mecánica (La Cabra) no era canalla por definición, o al menos no lo considero.
-¿Qué es pues La Cabra Mecánica?
-Diría que nuestro mensaje era un poco el de reflejar la vida de la gente que no encajaba en la sociedad. Nuestra visión no era solo noctámbula, para nosotros la calle no era solo la gente que nos encontrábamos saliendo del bar a las seis de la mañana… era también tu madre saliendo a comprar o tu abuela dando de comer a una familia que no consigue trabajo. Digamos que nuestro imaginario estaba en poner en labor “nuestro bestiario”, que era mucho más transversal que la figura del “canalla” que tanto se menciona.
-¿Cómo se componen estas letras?
-Superando el miedo inicial, aunque te diría que hay más miedo autoimpuesto que el real. Yo veo como han habido muchas polémicas con el trap de C.Tangana o temas de Putochinomaricón y he visto mucha gente lanzando un mensaje con muchas críticas que a los jóvenes les da igual. Creo que desde la música nos hemos vuelto un poco complacientes, y la música no está para complacer sino para conmover.
-¿Y cómo se convierte uno en popular sin seguir lo mainstream?
-Para nosotros lo mainstream es la música que está hecha para agradar y contentar, la que está hecha para tu madre, tu abuela… Nosotros en La Cabra Mecánica hacemos música para que la escuche tu abuela, tu madre y el punki de tu hermano. Hablamos de cosas viscerales, desde el corazón, no era “una música amable”.
En La Cabra Mecánica hacemos música para que la escuche tu abuela, tu madre y el punki de tu hermano
-Pero se mantiene ese toque, ese humor
-Alguien me dijo que el humor es la venganza del derrotado, o del débil. De alguna manera ese mensaje que se hablaba en la calle lo trasladamos en las canciones. Hay muchas referencias al pan, a la cocina, al hambre y a la precariedad… eso desgraciadamente ha vuelto a estar en la conversación a día de hoy. El humor es indispensable porque si no la vida se vuelve un plato muy amargo.
-¿Cómo es trabajar como Lichis fuera de La Cabra?
-Te diría que ahora seguramente escribo las letras de una manera más sencilla. Creo que ahora apunto con el arma hacia la diana, donde quiero dar, y en ocasiones fallo pero normalmente le doy al centro. Con La Cabra disparaba un poco al aire y caía o no caía, y eso se nota en el tono, hay una cierta frescura que se confronta ahora de otra manera. Con esto no quiero decir que lo de ahora me guste más que lo de antes ni viceversa.
-¿Cómo está siendo el reencuentro con el grupo en la gira?
-Para mí está siendo muy liberador. Yo dejé La Cabra en su momento porque se me había amargado el plato, no me sentía bien y había llegado a no identificarme con lo que estaba haciendo, a no sentirlo… lo dejé ir y tomé un camino diferente que era el de lo que quería hacer. Los primeros años me costó muchos quebraderos de cabeza y enfrentamientos con fans, ha sido una lucha dura que me ha hecho aborrecer profundamente La Cabra.
-¿Y cómo lo vives ahora?
-Cuando la gente más tarde ha venido a verme como Lichis ya sabe lo que viene a ver, no hay equívoco posible, mi carrera está en el sitio donde tenía que estar y pensé que tenía que quitarme el mal sabor de boca. La vuelta me está dando paz para disfrutar del recuerdo de La Cabra y de enfrentar los proyectos con más calma.
-Este año hemos tenido que lamentar la pérdida de María Jiménez…
-Este año hemos lamentado su pérdida y la de nuestro teclista Don Mauro… uno se acerca a una edad en la que empiezas a despedir a los amigos y a bendecir cada día que caéis juntos. Es algo triste que pertenece a la madurez.
-¿Cómo fue grabar con ella?
-María Jiménez es una persona con la que había una sinceridad y un recuerdo muy bueno por ambas partes. Yo recuerdo que estaba preparando un disco con ella y que al final ella me llamó para contarme que lo haría con canciones de Joaquín Sabina, lejos de enfadarme le dije: “Es lo más inteligente que puedes hacer, Sabina es una figura intocable que nos puede gustar más o menos, pero tu mereces el cariño del público y ese prestigio que seguramente te pueda venir más de la mano si haces un disco de canciones de Sabina que si haces un disco conmigo”.
-Eso sí que es un ejercicio de madurez...
-Luego fui a la presentación del disco, la vi en Madrid en una sala llena de gente y yo vi que en ese hueco no tenía cabida. Fue como el final del viaje, ese momento de decir esto es lo que quería o que me hubiera gustado formar parte de ese resurgimiento, pero en realidad poder apartarme y seguir mi camino fue lo más sano y hermoso. Con el tiempo me he dado cuenta de que la experiencia que viví con ella la quiero para mi, con el paso de los años siento que muchos secretos son más dulces sin se quedan en secreto.
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