La compañía visita el Paranimf con su nuevo espectáculo de danza sobre zancos Migrare
CASTELLÓ. Han pasado cinco años desde el estreno de Mulïer, una coreografía sobre zancos que se constituyó en un hito en la trayectoria de Maduixa Teatre. La compañía ha montado ahora una nueva creación desde la altura y la fragilidad que incorporan estos accesorios al baile, Migrare. Sus responsables eran conscientes de que entre ambas piezas iban a surgir las comparaciones, pero se lo plantearon como un reto en el que explorar nuevos límites en el juego de equilibrios elevado sobre el suelo que ahora se ha convertido en su seña de identidad.
Si en Mulïer plasmaban la violencia de género y la lucha por la igualdad de la mujer con una visión histórica, en esta propuesta, programada este próximo 5 de noviembre en el Paranimf de la Universitat Jaume I de Castelló, han elegido como trasfondo el fenómeno migratorio en clave femenina.
“La migración es un proceso duro y traumático para todo ser humano, pero en las mujeres, por su propia condición de género, las consecuencias se agravan porque pueden verse enfrentadas a situaciones de violencia, trata y tráfico de personas, secuestros, abusos sexuales y discriminación”, argumenta la dramaturga del montaje, Paula Llorens.
Las bailarinas Laia Sorribes, Melisa Usina, Paula Quiles y Sara Canet representan a todas las mujeres migrantes que lidian con fronteras, odios irracionales y prejuicios en el largo viaje en pos de mejorar sus condiciones de vida. Cristina Fernández firma la coreografía con la que expresan esa lucha interna contra el temor y externa contra la hostilidad y los elementos.
Sobre el papel, la descripción del montaje puede recordar a la pieza estrenada por Sol Picó el año 2000 Bésame el cactus, donde la bailarina de Alcoi partía del tema universal del riesgo y el miedo a enfrentarse a ciertas situaciones vitales en una serie de escenas donde iba esquivando peligros físicos.
“En los dos espectáculos las protagonistas buscan salir inmunes de una carrera llena de dificultades. Ambos tienen imágenes intensas, aunque en nuestro caso el espacio está completamente vacío sin ningún elemento escénico”, distingue el director de la obra, Joan Santacreu.
La sororidad femenina juega un papel fundamental en la dramaturgia de Migrare. Así lo constataron en la compañía durante el proceso de documentación, en el que recogieron el testimonio de una mujer migrante que instaba a las personas en su misma condición a reunirse con otras con experiencias similares, porque era “sanador” no sentirse “cuestionada”.
“Las mujeres de nuestra propuesta no sólo se ayudan y apoyan para sobrevivir durante el duro viaje, sino también al llegar aun país que las rechaza, que las juzga y menosprecia por su condición de extranjeras. Una vez llegadas a su destino, se unen con otras mujeres migrantes que han vivido experiencias similares para salir adelante, para aceptarse a una misma y a sus orígenes, para luchar por sus derechos como ser humano y poder andar por la calle sin tener que ir con la cabeza gacha. En las situaciones adversas, encontramos refugio en nuestro igual”, explica Llorens.
La obra no ubica geográficamente a sus protagonistas, pero los turbantes que lucen apuntan a Oriente Medio, y el uso de los zancos al arranque de la representación como si fueran cántaros de agua, a África.
“Queríamos hablar de la migración como concepto, como fenómeno universal que está presente en todo el mundo y que además, ha existido a lo largo de los tiempos. Ahora bien, en nuestro proceso de investigación: lectura, documentales, reportajes… las imágenes de la cultura africana estaban muy presentes y eran muy impactantes… De ahí que algo de eso se huela en el espectáculo”, reconoce Llorens.
En lo que se refiere a la música, el compositor Damián Sánchez ha trabajado con referentes que sitúan a la audiencia en diferentes partes del mundo. “Queríamos que tuviera el aroma musical de muchos países, así como también diferentes estilos para que el espacio sonoro acompañara a los espectadores a recrear el ambiente de cada escena y a compartir la emoción que viven las intérpretes”, completa Santacreu.
Migrare constará de una versión de calle y una de sala, porque trabajar dentro de un teatro les permite incorporar momentos y escenas que no se pueden realizar al aire libre.
“La iluminación en sala juega un papel muy importante y se crean ambientes que ayudan a potenciar la atmósfera de muchas escenas del espectáculo”, explica el director
La versión con la que visitan la UJI es la de calle. Maduixa Teatre estrenará la de sala en abril. Será una propuesta de mayor duración.
En su larga trayectoria, Mulïer les supuso dos Premios MAX y cuatro Premis de les Arts Escèniques Valencianes. Desde su estreno en septiembre, Migrare ya les ha procurado el Premi Moritz de FiraTàrrega al mejor estreno de artes de calle.
“Recibir un galardón siempre es un reconocimiento al buen trabajo, y estos premios ayudan a consolidar a la compañía y abrir muchas puertas para que el espectáculo se represente”, agradece Santacreu.