CASTELLÓ. La alcaldesa de Castelló, la socialista Amparo Marco, discrepa "de la opinión de Podem-EUPV" sobre la conveniencia de trasladar el debate de los presupuestos a la comisión de seguimiento del Acord de Fadrell para desbloquear el actual atasco después de semanas sin grandes avances. Según puntualiza la primera regidora, "es una cuestión que se debe tratar en el seno del gobierno", matización que comparten desde el PSPV y Compromís, los otros dos socios del ejecutivo local.
Marco recuerda que la herramienta arbitrada por el tripartito se constituyó para velar por el cumplimiento de cada uno de los puntos del pacto de gobernanza, entre los que no figuran la aprobación anual de las cuentas municipales. Del mismo modo, "los partidos no deben decirle al gobierno, si tienen una discrepancia, lo que ha de hacer. Lo tendrán que solucionar dentro del Acord de Fadrell", señala.
La concejala se muestra optimista acerca de una resolución satisfactoria sobre la negociación a tres bandas, aunque advierte que, "en estas circunstancias de pandemia, todos debemos arrimar el hombro por el bien de la ciudadanía. No es momento de partidos políticos ni de votos, sino de ciudad", subraya. "Es cierto que hay un desfase de siete millones de euros entre lo que uno quiere hacer y lo que son los ingresos. Por lo tanto, tenemos que realizar un sacrificio de contención. Si alguno (munícipes), en lugar de reducirse, incrementa, pues no vamos a poder cuadras las cuentas", avisa. En cualquier caso, Marco asegura que "sé que los tres portavoces están haciendo un esfuerzo importante y espero que sea haga en el mínimo tiempo posible para tener los presupuestos si es en enero, mejor que en febrero".
Al respecto, desde el departamento de Hacienda se trabaja contra reloj para presentar un borrador la semana próxima. Al menos, así lo apuntan fuentes del ejecutivo local, que reiteran la dificultad del encaje de bolillos por la menor recaudación en relación a ejercicios precedentes. A medida que avanzan los días, la posibilidad de llegar a un consenso antes de acabar el año parece cada vez más remota.
En 2019, por estas fechas, sin haber cerrado el acuerdo definitivo, la crisis provocada por las fiestas, alineándose Compromís con la oposición, supuso un obstáculo insalvable con vistas a validar las cuentas. El mes de retraso, hasta restablecerse las relaciones internas, pasó factura. Cuando por fin hubo fumata blanca, irrumpió la covid-19 y obligó a rediseñar todas las partidas, especialmente aquellas relacionadas con el capítulo seis, para privilegiar las medidas de carácter más social.
En efecto, después de pasar por el pleno, los presupuestos entraron en vigor en agosto. Lo normal hubiese sido en febrero o marzo. Sin embargo, los diversos contratiempos lastaron la tramitación. Cabe recordar que, en mayo, con el proyecto negociado, la confluencia congeló su aquiescencia, sujetada a una revisión de la Relación de los Puestos de Trabajo para dotar de unidad administrativa a Transición Ecológica (Podem).
Ahora, la pluralidad del Fadrell vuelve a ser un freno para encontrar puntos de encuentro que permitan elaborar unas cuentas municipales a gusto de todos. Las distintas sensibilidades elevan el listón de exigencia. La mejor demostración es que los socios se encuentran estancados en las formas sin ni tan siquiera haber tocado los contenidos.