CASTELLÓ. La alcaldesa de Castelló, Amparo Marco, se muestra optimista con las cuentas del Ayuntamiento para 2020 y ve factible avalarlas en un pleno antes de finalizar febrero. "Creo que en este mes tendremos presupuestos o la aprobación de los primeros trámites", sostiene.
Los técnicos municipales llevan desde el 3 de febrero trabajando en la elaboración del borrador después de que el 31 de enero los tres partidos que integran el Acord de Fadrell (PSPV, Compromís y Podem-EUPV) alcanzaran un acuerdo respecto al capítulo seis, esto es, de inversiones.
"Nos quedan unos últimos flecos", asegura la munícipe socialista, que destaca el carácter inversor del documento de ingresos y gastos. No en vano, "son continuistas y progresistas", en alusión al mandato anterior, para culminar los grandes proyectos en la presente legislatura, como el Plan General o la rehabilitación del edificio de Borrull, entre otros.
Los presupuestos municipales de 2020, lo más elevados de la historia (187 millones de euros), se sustentan en varios ejes principales, como las políticas sociales y de vivienda, el apoyo a la economía productiva, el impulso de la igualdad, la lucha contra el cambio climático y la promoción cultural.
Su verificación definitiva, siempre que se cumplan los plazos previstos por el equipo de gobierno, se producirá entre marzo y abril, aunque desde la oposición se apunta incluso a junio.
Cabe advertir que en el farragoso proceso administrativo, más allá de la obligatoriedad de celebrar dos sesiones plenarias, habrá que impulsar una exposición pública de un mes para las alegaciones y, en la recta final, serán preceptivos 20 días para la entrada en vigor de las nuevas cuentas.
Salvo en contadas excepciones, los presupuestos siempre se han demorado en el tiempo durante los últimos años. La complejidad de pactar a tres bandas ha tenido consecuencias directas en las fechas. En el anterior mandato, aunque Castelló en Moviment no formaba parte del gobierno, sí que participaba en la toma de las decisiones más importantes. Las discrepancias en determinadas aspectos de las conversaciones internas afectaban a los plazos.
No obstante, en este caso concreto, el principal causante de la tardanza ha sido la crisis que se produjo a finales de diciembre de 2019. Rotas las relaciones en el tripartito, la primera consecuencia fue la paralización de la mesa negociadora para acordar las cuentas de 2020. Hasta que no se recuperó la normalidad, el calendario avanzó irremisiblemente, dejando escapar casi un mes.