VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se enfrenta a un punto de inflexión en su carrera política. La tragedia de la Dana, con 222 víctimas mortales hasta el momento, ha convertido lo que era una legislatura relativamente tranquila o, al menos llevadera, en una prueba de fuego política cuya superación genera dudas incluso en dirigentes populares.
Aunque la prioridad, así lo reitera el jefe del Consell y los distintos responsables del Gobierno valenciano, es la recuperación de las zonas dañadas y las ayudas a los ciudadanos afectados, también existe en paralelo la necesidad de articular un relato político de alejamiento de la responsabilidad de lo ocurrido, tal y como ya evidenció en su primera visita a Castelló, y de reconstrucción inmediata como máximo objetivo.
En este reto, uno de los peligros que puede sufrir el presidente de la Generalitat es el temido "cordón sanitario" de compañeros de partido y de posibles socios. Es decir, que haya pocos referentes que quieran compartir espacio con el jefe del Consell dado el descenso de su popularidad, tal y como se ha evidenciado en las dos manifestaciones multitudinarias (130.000 personas y casi 100.000 asistentes) solicitando su dimisión.
Mazón, antes de la Dana, era un dirigente al alza que, poco a poco, había comenzado a hacerse un espacio en el ámbito nacional. Su fotografía junto a Juanma Moreno Bonilla (Andalucía), Fernando López Miras (Murcia) y el socialista Emiliano García-Page (Castilla La Mancha) para reivindicar una nueva financiación autonómica fue uno de sus primeros pasos para aumentar protagonismo en España. A ello había que sumar los distintos encuentros con varios de sus homólogos autonómicos (Díaz Ayuso, entre otros) además de sus visitas a Cataluña, buscando un toque de transversalidad que, combinado con sus exigencias al Gobierno de Pedro Sánchez, le situaran en una mejor posición en el PP y reforzaran su perfil de presidente reivindicativo.
Sin embargo, esta estrategia de legislatura se fue al traste el pasado 29 de octubre con el tsunami que arrasó la provincia de Valencia. De una hoja de ruta ambiciosa de consolidación y ascenso de liderazgo se ha pasado a otra muy distinta de resistencia y supervivencia política. En esta travesía, uno de los temores en Presidencia de la Generalitat es que pueda transmitirse una imagen de soledad de Mazón si se aplica el mencionado cordón sanitario, algo que ya sufrió en su día el presidente Francisco Camps en 2009 con el estallido del caso Gürtel.
Este martes se conocía que la Generalitat no celebrará el 6 de diciembre el habitual acto del Día de la Constitución y Mazón tampoco se desplazará al homenaje a la Carta Magna en Madrid. Una medida -que también adoptó la Delegación del Gobierno- justificada en la necesidad de centrarse en el proceso de reconstrucción tras la Dana, pero que también evita una exposición pública de relevancia para el jefe del Consell, que ha sido en algunos casos increpado en sus últimas visitas y actos.
Más allá de esta situación concreta, lo que parece difícil en el momento actual para el presidente de la Generalitat será poder verse tan arropado como se encontraba anteriormente. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, visitó Valencia el 31 de octubre, dos días después de la tragedia, y aunque ha manifestado apoyo a distancia, no ha regresado hasta el momento. Una señal que significa marcar una cierta distancia con el líder valenciano hasta que se calme la marejada, lo que indica que Mazón va a tener difícil proyectarse fuera de la Comunitat o recibir visitas y apoyo visible de otros barones en el corto plazo.
Pese a ello, Génova todavía le tiende la mano, aunque sea de forma tímida. Prueba de ello es que el secretario general del PP, Miguel Tellado, estará presente como muestra de apoyo a Mazón en la Junta Directiva Regional del partido que el líder de los populares valencianos ha convocado este jueves, según ha informado Las Provincias. Eso sí, una cosa es una reunión de carácter orgánica y otra cosa, los eventos abiertos y públicos.