CASTELLÓ. "A dos metros de distancia no se puede bailar". Así de rotundas suenan las academias de danza ante la que puede ser su inminente reapertura la próxima semana. Todavía se desconoce qué regiones pasarán a la Fase 2 de la desescalada, pero en caso de hacerlo, todos los centros educativos y academias, independientemente de su disciplina, podrán retomar su actividad. El problema es que en su caso las escuelas de danza aseguran no saber cómo hacerlo. Entre otros motivos porque, en una ciudad como Castelló, "el 60% de centros se basan en el baile en pareja". Pero además porque, individualizar sus clases con un tercio del aforo y respetando el distanciamiento social de dos metros, les puede suponer una pérdida de "entre el 30 y el 40 por ciento" del alumnado. "Para saber cómo actuar tenemos que acogernos a las especificaciones que hay sobre la práctica deportiva, la cultura y el ocio, porque no hay medidas concretas para este sector. Y el principal inconveniente que tenemos es que lo nuestro no es una cuestión de coger pesas o de ponerse solo encima de una máquina. La danza es contacto", explica Valentín Gil, director de Castellón Baila, a este periódico.
Es por esto que cansadas de no recibir soluciones, distintas academias de danza de la Comunitat Valenciana han unido fuerzas para diseñar su propio protocolo de desescalada. Un epígrafe que esperan poder ultimar en los próximos días para así hacérselo llegar a la administración. "Queremos ir de su mano y planteamos unas condiciones que siguen haciendo que nuestros ingresos disminuyan pero al menos garantizamos que las aulas abran de la mejor manera". Entre otras, los centros proponen mantener los bailes en pareja, pero sin cambiar continuamente los tándems y utilizando mascarillas así como gel desinfectante. También, piden poder reducir la distancia entre los bailarines que delimitarían igualmente con señales en el suelo. Así mismo, aseguran la limpieza entre clase y clase o una mejor redistribución de sus aulas. "Es difícil mantener la distancia entre los alumnos especialmente en las clases libres, porque se cruzan entre ellos. Por eso necesitamos que se puedan adoptar estas medidas, sino será mejor dejar las aulas cerradas", aseveran desde la escuela PYC Dance de Castelló.
Y es que el tiempo corre a contrarreloj para las academias de danza que ven cómo sus cursos terminan a finales de junio. Son solo unas pocas las que consiguen arrastrar algo de actividad hasta el mes de julio, pero la gran mayoría cierra en agosto y no es hasta principios de octubre cuando vuelven a arrancar. Por esto, es tanta la incertidumbre que muchas escuelas reconsideran la opción de no volver a abrir hasta al menos de aquí medio año. "Estamos trabajando a ciegas. Nosotros por ejemplo nos vamos a gastar 4.000 euros en unas instalaciones que no sabemos si nos van ayudar o no, porque no sabemos cuándo podremos abrir. Y cuando lo hagamos seguramente queden pocos días de clase", añaden desde PYC Dance.
En su caso, desde Papa Rumba Moviments, su director Saul Barbosa confiesa que ya está buscando una alternativa laboral. "Cualquier cosa para que no se hunda la empresa", explica. "Partimos de la base de que las academias de baile no son empresas que acaudalan fortunas. Estimas precios para sacar un jornal a final de mes y ya está. Por eso, que una sala de 60 metros, donde solo caben 15 o 16 alumnos, se reduzca a un tercio, nos deja las clases en tres o cuatro personas. Esto es totalmente inviable. Nosotros hemos tenido que solicitar un crédito, que claro no nos han concedido por la "complejidad" que es darle un crédito a una empresa que no sabe cuándo empezará a actuar", añade el profesional.
Y a esto se le suma claro el miedo generalizado que hay por volver a retomar las actividades extraescolares. "Estamos perdiendo la confianza de los alumnos, muchos ni se plantean empezar antes de septiembre. Por eso, cuando volvamos- si podemos volver- habrá ya de por si un bajón considerable de inscritos. Es mucha la gente que no está dispuesta a mantener el contacto y, en consecuencia, nos enfrentamos a un gran endeudamiento", manifiesta Valentín Gil, quien incide en la importancia de ampliar el aforo de las aulas: "El problema es que por la mañana nadie viene y las clases tienen que empezar a las cinco de la tarde. Tenemos solo cinco horas para intentar que la gente venga y se quedarán en tres con todas las medidas de limpieza. Esto con pocas personas es difícil de sostener, dado que hablamos en su mayoría de centros pequeños que no cuentan con músculo financiero".
El sector teme que esta falta de medidas aboque a las academias en una profunda crisis que, en el peor de los casos, suponga el cierre de los centros. Una mala noticia no solo para sus alumnos y profesorado, sino también para numerosas personas que recurren a esta disciplina artística por ser fuente de salud y bienestar. "No podemos estar en el mismo epígrafe que cualquier academia, porque el baile no tiene el mismo vehículo motor que una escuela, por ejemplo, de inglés. Dependemos del movimiento corporal y conseguimos que numerosas personas a través de la danza mantengan su mente y su cuerpo en forma", apunta Saul Barbosa. La Asociación Empresarial de Academias de Baile de la Comunidad Valenciana (AEMAB CV), que es la organización al frente de este movimiento, clama además a que cada Ayuntamiento adopte una gestión local que permita la reactivación de los centros. "En definitiva, queremos que se nos trate como a otros sectores que, por considerarse estratégicos, tienen atención política y participación en la elaboración del marco legal que los rige", demanda su director Jordi García Ferrer.