CASTELLÓ. La relación de Pedro Sánchez con Castelló trasciende de lo político. La complicidad cruza el umbral emocional para instalarse en la superstición. Cada visita a la capital de la Plana ha significado para el líder socialista un éxito personal o de su partido. Y con esa sensación de encontrarse en un lugar talismán salió este jueves a la caza del electorado indeciso en su mitin en La Pérgola.
Sánchez se sintió como en casa, a pesar de que el ambiente, con alrededor de 1.400 personas, distó del vivido en su anterior acto el 13 de abril, cuando abrió la campaña de las generales en un abarrotado Palau de la Festa. Bien es verdad que la situación política de entonces para nada se asemejaba a la actual. Sin embargo, percibió el mismo cariño y lo exhibió en cada uno de sus gestos y palabras desde el púlpito.
La alcaldesa, Amparo Marco, ya se había encargado previamente de recordarle que "Castelló no te defraudó en aquel momento y tampoco lo va a hacer este domingo". Unas palabras que sirvieron al jefe del Consell, Ximo Puig, para advertir que "es el presidente [Pedro Sánchez] que más veces ha visitado Castelló".
Y es cierto. Siempre que la agenda se lo ha permitido, el líder socialista ha tenido un gesto con la capital de la Plana, pero quizás empujado por esa especie de fetichismo. La primera vez que se dejó ver oficialmente, un 14 de abril de 2015, apadrinó la candidatura de Marco. Apenas un mes después la alcaldable del PSPV hizo historia al asumir la vara de mando. Nunca antes una mujer se había convertido en alcaldesa.
Menos de dos años más tarde (el 1 de febrero de 2017) Sánchez repitió, aunque con un propósito distinto. En pleno proceso de primarias eligió Castelló para arrancar su amplia gira por España. Tiempo más tarde se convirtió en secretario general.
Al cabo de un año (el 10 de febrero de 2018) quiso recargar pilas con un acto informal ante la militancia castellonense. Aquella inyección de moral, de alguna forma, aportó otro granito de arena a la idea que rondaba por la cabeza del secretario general socialista y que se plasmó a finales de mayo. Ante el descontento de una parte de la sociedad española, presentó una moción de censura contra Mariano Rajoy (PP) que le permitió alcanzar la Moncloa.
Ya como presidente en funciones del Gobierno apostó por la capital de la Plana para iniciar su campaña con vistas al 28A. Sánchez consiguió ganar con ventaja las generales, aunque sin la suficiente mayoría para gobernar en solitario.
Este jueves volvió a desplazarse hasta Castelló con la esperanza de que el encanto de ese hechizo le catapulte hacia un nuevo logro político. Por eso sus primeras palabras fueron de agradecimiento, recordando que "siempre que he venido aquí me he sentido muy a gusto". Los guiños se sucedieron en su discurso, que alcanzó su punto álgido cuando proclamó a modo de colofón: "Tengo ganas de volver no como presidente del Gobierno en funciones, sino como presidente para echar una mano a esta ciudad".
Eso sí, no hubo alusiones a los últimos datos del paro, el rifirrafe con la fiscalía y otras cuestiones que han marcado su semana horribilis en este tramo final de la campaña. Y tampoco se postuló sobre los plazos del corredor Mediterráneo o la liberalización de la AP-7. Era una cita con las emociones y de estímulo al voto socialista. Y poco más.